UN MUNDO APARTE – Gustaw Herling-Grudziński

9788492663330«Rusia ha visto muchas cosas en mil años de historia. La única cosa que Rusia no ha visto en mil años es la libertad». Vasili Grossman.

La elección del título por Herling-Grudziński es en sí misma una circunstancia significativa. Un mundo aparte. Esta frase proviene de la caracterización preliminar que Dostoievski hace, a partir de su experiencia como recluso, del presidio siberiano de Omsk en sus Memorias de la casa muerta. «Aquí había un mundo aparte, que no tenía semejanza con nada; aquí había leyes especiales, con su indumentaria, su moral y sus costumbres propias, y una Casa Muerta en vida, una vida como en ningún otro lugar, y gente especial. Este rincón es el que me propongo describir». Apenas iniciada la narración, así es como presenta Dostoievski el asunto de su celebrado libro, de inspiración autobiográfica y emblemático de toda una subcultura: la literatura carcelaria, devenida una especie de tradición rusa desde que el cismático y perseguido eclesiástico Avvakum publicara en el siglo XVII su Vida del arcipreste Avvakum. El polaco Gustaw Herling-Grudziński, caído prisionero del NKVD en 1940 y confinado como tantos de sus compatriotas en el Gulag, cuando la alianza germano-soviética, pudo leer el libro de Dostoievski durante su reclusión, revelándosele lo poco que había cambiado el trasfondo plurisecular de la historia rusa simbolizado por el sistema penitenciario; un trasfondo que Vasili Grossman sintetizó en la contundente sentencia de su libro Todo fluye -«La única cosa que Rusia no ha visto en mil años es la libertad»-, y que el estalinismo extremó hasta el delirio. Para Herling-Grudziński fue una ocasión tan decidora como terrible leer la sobrecogedora descripción dostoievskiana del infierno carcelario mientras padecía, él mismo, las penas del infierno, el infierno helado de la región de Arkhangelsk (Rusia septentrional). Decidido a plasmar por escrito su experiencia como superviviente del sistema concentracionario soviético, el polaco tuvo en Memorias de la casa muerta una suprema fuente de inspiración literaria. 

Gustaw Herling-Grudziński (1919-2000) estudiaba Literatura en la Universidad de Varsovia cuando sobrevino la debacle polaca de 1939. Enrolado en la resistencia, fue capturado en 1940 por el NKVD, sufriendo a continuación cerca de dos años de confinamiento en gélidos campos de concentración. Tras su liberación, en 1942, se incorporó al ejército polaco del general Wladyslaw Anders, el que acabó combatiendo a los alemanes en la península itálica. Hizo de Italia su patria adoptiva, dedicándose a la escritura y al periodismo cultural. Contrajo matrimonio con una hija de Benedetto Croce, Lidia. Su obra más conocida es justamente Un mundo aparte, su crudo testimonio sobre el Gulag, publicado por primera vez en Londres (1951). A pesar de contar con el aval entusiasta de Albert Camus, Herling-Grudziński no halló editor para su libro en Francia: salvo excepciones, la intelectualidad francesa se cerraba en banda al pasado reciente de la URSS y a las señales de lo que ocurría tras el telón de acero. Recién en 1985 hubo una primera edición francesa, con prólogo de Jorge Semprún; con el terreno generosamente abonado por obras de denuncia como las de Alexander Solzhenitzyn, Józef Czapski, Evgenia Ginzburg y Varlam Shalámov, el testimonio de nuestro autor podía al fin contar con un público receptivo en la sociedad francesa, aunque fuese con tardanza. Un mundo aparte fue además publicado en Polonia y Rusia en 1990.

Según relata Herling-Grudziński, fue una reclusa de nombre Natalia Lvovna quien puso en sus manos un ejemplar añoso y raído del libro de Dostoievski, cuyas páginas capturaron enseguida su atención. Leído como en estado febril, robándole incluso horas al sueño, Memorias de la casa muerta le produjo una impresión que el polaco resume en las siguientes palabras: «Lo que Dostoievski tenía de estremecedor no era tanto su capacidad para describir el sufrimiento inhumano como si formara parte natural del destino humano, sino aquello que también había conmocionado a Natalia Lvovna: que entre ese destino esbozado por él y el nuestro no había existido nunca la más pequeña interrupción». ¿Es que habían dejado de regir las leyes del tiempo? ¿Estaba condenada Rusia a la inmutabilidad? El derrocamiento del zarismo no había encaminado al gigantesco país a un régimen de libertad y justicia, antes al contrario, Rusia se había convertido en una prisión ciclópea gobernada por un Estado policial; la revolución no había supuesto más que el salto del absolutismo monárquico al totalitarismo. Así pues, parecía no haber solución de continuidad en la historia rusa, como si su sino eterno fuera la opresión -y la de los pueblos vecinos sometidos a la férula del Estado ruso (cualquiera fuera su emblema: el águila bicéfala o la hoz y el martillo). Sobre el país pendía la amenaza intemporal del más cruel régimen penitenciario, con su sistemática y masiva degradación de la dignidad humana; un régimen que el estalinismo había llevado al paroxismo de la arbitrariedad y el encarnizamiento: el Gulag constituía para muchas de sus víctimas la condena a una muerte lenta y atroz.

También gravita el primer tema, el del “sufrimiento inhumano como parte del destino humano”. Precisamente, degradación del hombre y supervivencia son dos motivos constantes en el libro. Ya Dostoievski lo planteaba en su obra de referencia: «Denostado, degradado… ¡el hombre sobrevive! El hombre es un ser que se acostumbra a todo; ésa es, pienso, su mejor definición» (Memorias de la casa muerta, Cap. I). Dadas las anómalas circunstancias de los campos de concentración, la lucha por la supervivencia no era cosa baladí, suponía hacerse a condiciones de un rigor inimaginable y en la mayoría de los casos conllevaba el más profundo de los quebrantamientos morales. No parecía sino que todo hubiera sido concebido para inhibir los mejores impulsos del ser humano, suprimiendo incluso la solidaridad entre los reclusos. El hambre, el frío y el más extenuante trabajo forzado eran los azotes cotidianos, la sustancia misma de la rutina en el campo. La medida de la experiencia y de la capacidad de hacer llevadera la vida concentracionaria residía en el olvido de la vida normal, fuera del campo, un olvido que era una genuina técnica de supervivencia. No hay que engañarse: el acostumbramiento perfecto a la vida en el campo resultaba imposible, hubiese equivalido a un olvido total de sí mismo (de lo que se sentía, de lo que se pensaba y de lo que se era “allá fuera”). Sin embargo, asegura el autor, «se podía encontrar en los campos a hombres que, después de pasar varios años tras las alambradas, habían aprendido a atar corto sus recuerdos mejor incluso que sus reflejos primarios. Este acto instintivo de autodefensa se convertía a veces en una férrea autodisciplina que separaba el pasado del presente con una barrera infranqueable». En esta tesitura, la representación de la vida en el sistema concentracionario por Herling-Grudziński nos remite a aquella otra, cima en su género y a la que precedió en una década: Un día en la vida de Iván Denísovich, de Solzhenitzyn. Recordémoslo: al final de esta novela, el protagonista duerme satisfecho tras un día casi feliz, y eso que la jornada apenas había diferido de las demás; pero sí, había comido unas pocas gachás de más, había conseguido una pizca de tabaco y no lo habían enviado al calabozo.

No obstante la crudeza de su tema, Un mundo aparte es una obra que depara una lectura como las de la buena literatura, tan excelsa es su prosa y tan elevada su condición moral. Invaluable en su significación histórica, es un libro que hay que leer.

– Gustaw Herling-Grudziński, Un mundo aparte. Libros del Asteroide, Barcelona, 2012. 360 pp.

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17 comentarios en “UN MUNDO APARTE – Gustaw Herling-Grudziński

  1. ARIODANTE dice:

    Querido Rodrigo, como siempre, descubriéndonos nuevos e interesantes autores. El tema es demasiado crudo para mí, que con lo que ya he leído hasta ahora creo que no necesito ahondar mas en los sufrimientos de esa época. Pero tu reseña me ha parecido reveladora. «Denostado, degradado… ¡el hombre sobrevive! El hombre es un ser que se acostumbra a todo; ésa es, pienso, su mejor definición». Es terrible, pero cierto. Dostoievski tuvo una tremenda lucidez.

  2. hahael dice:

    Pues no conocía a este autor, y pinta muy interesante. ¿Fue en Kolymá que estuvo preso? Encuentro curioso que estas memorias seguramente se escribieron hace tiempo, pero la edición del libro es reciente. También he visto que hay otro libro del mismo autor: «Variaciones sobre tinieblas», ¿sabes si merece tambien la pena ser leído?
    En fin, otro libro más en la lista de pendientes. ¡Gracias, Rodrigo, por la reseña! (excelente como siempre).

  3. Rodrigo dice:

    Tal cual, Ario. Muy lúcido. Por lo mismo es que tiene tanta resonancia en el libro de Herling-Grudziński.

    Llegué a él tras leer Las golondrinas de Montecassino, novela de Helena Janezcek en que se lo menciona varias veces. Sucede que Herling estuvo en lo de Montecassino con el ejército polaco de Anders, igual que Józef Czapski, el autor de En tierra inhumana (también mencionado en la novela de Janezcek).

    Un mundo aparte es prologado por Jorge Semprún, quien tuvo conocimiento del libro gracias justamente a su amigo Czapski, quien le pasó un ejemplar de la edición inglesa…

  4. Rodrigo dice:

    Gracias, Hahael. Sí, las memorias fueron publicadas por primera vez en 1951, en inglés y con prólogo de Bertrand Russell. Dos años después fueron publicadas en polaco por una editorial en el exilio. Y ya ves, debieron pasar seis décadas para ver una edición en castellano.

    No, Herling estuvo en la región de Arkhangelsk. Por lo que señala Czapski en sus memorias, parece que los polacos que cayeron en el Gulag en los años 39-40 no traspasaron en su mayoría los Urales.

    Es el primer libro de Herling que leo. Me gustaría dar con el que mencionas.

  5. Derfel dice:

    Uno ve el título del libro, el nombre del autor y la editorial, y ya no tiene casi que mirar quién es el autor de la reseña.

    Este creo que me va a gustar.

  6. Rodrigo dice:

    ¡Estoy hecho un monotemático obsesivo!

    Para que vean que no, estos días estoy con Un espejo lejano, de Barbara Tuchman…

    Ya en serio. Es un buen libro, Derfel. De los mejores que conozco en su género.

  7. Caballero dice:

    Reconozco que no es un tema al que le dedicaría yo tiempo pero, Rodrigo, la reseña es de altísimo nivel. Demuestra sus amplios conocimientos sobre el tema sin caer en la pedantería y se mueve entre la historia y la literatura con absoluta naturalidad. El párrafo final sobre el sufrimiento humano, Dostoievsky y Solzhenitzyn es perfecto. Felicidades por la reseña y mis respetos por tener el estómago de apasionarse en un tema tan dramático y difícil de digerir. ¿Alguna razón profesional o es sólo obsesión por el tema?

  8. Jose Sebastian dice:

    Felicidades por la reseña Rodrigo.

    Tengo el libro en la estanteria y ni me acordaba. Se lo regalé a mi mujer hace un par de veranos en una acogedora libreria de Mahón (Menorca) donde abundan los libros de esta exquisita editorial (Libros del Asteroide) que siempre es una apuesta segura. Le impresionó mucho y me lo recomendó pero quedó en la lista de pendientes. Con tu magnífica reseña adelantaré su lectura.

    Las reflexiones sobre la vida concentracionaria me han recordado «Si esto es un hombre» de Primo Levi.

    Aprovecho para recomendar «Sin capítulo final», las memorias del general Anders, donde relata el periplo de los prisioneros polacos que abandonaron la URSS (aún no entiendo como Stalin les permitió salir del país) y su combate en Italia junto a los británicos. Precisamente Anders solicitó ser enterrado en Montecasino donde reza el siguiente epitafio: «viandante di a Polonia que caímos leales a su servicio». A pesar de sus sacrificios por la causa aliada, al final de la contienda fueron traicionados por británico y norteamericanos y Polonia entregada a Stalin.

  9. Rodrigo dice:

    Obsesión, nada más. Aunque quizá no llegue a tanto… Sólo un interés persistente, Caballero.

    Gracias por el comentario.

  10. Rodrigo dice:

    Eso, José Sebastián, adelanta su lectura. Ya verás lo bueno que es.

    Tomo nota de tu recomendación. En todo caso, el antisemitismo de Anders es un detalle que me hace recelar del personaje.

  11. ARIODANTE dice:

    jajaja, Derfel, ¡muy agudo! Yo también, cuando leo el nombre del ensayo/novela y el autor….ya pienso: ¡Rodrigo al ataqueeee!

  12. ARIODANTE dice:

    No es obsesión, Caballero, es, digamos, una «atracción fatal» lo que Rodrigo tiene por estos temas. Pero, todo sea dicho, de vez en cuando descansa y nos sorprende, ¿no, Rodri?

  13. Rodrigo dice:

    Me gustaría hacerlo más a menudo…

  14. ARIODANTE dice:

    Pues ya sabes…te leeremos igualmente, y siempre con placer, querido contertulio transoceánico.

  15. Rodrigo dice:

    Gracias mil, Ario.

  16. Jose Sebastian dice:

    Acabo de finalizar la lectura. Una gran obra, sin duda. Como reza la cita de Dostoievski – Apuntes de la casa muerta – del epílogo «Es difícil imaginarse hasta qué extremo se puede corromper a la naturaleza humana». Una obra imprescindible. Gracias, una vez más, Rodrigo.

  17. Rodrigo dice:

    Me alegra que siguieras mi recomendación, José Sebastián. Y más el que no te defraudara.

    Saludos.

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