Un escritor que llega a la altura de Vázquez Figueroa ya no necesita ni publicitar sus libros, y mucho menos hablar de ellos. Así que nada más empezar a hablar, dejó claro que presentar un libro le parece absurdo («Aquí mi libro, aquí un compañero del taller») y pasó a tratar de cosas interesantes. Como él mismo dijo: «Hay gente que hace cosas importantes para poder escribir libros. Yo escribo libros para tener dinero con el que hacer cosas importantes».

En unos días partirá hacia EEUU para colaborar en el problema de la fuga de petróleo en el Golfo de Méjico. Haciéndo patente una vez más el principio del Huevo de Colón, nos explicó lo sencillo (sencillo en sus palabras, claro) que resultaría contener la fuga. También hizo referencia al problema del «bunkering» (la limpieza de fondos de los petroleros, que manda el equivalente a un petrolero semanal a nuestros mares) y al coste descomunal de la electricidad procedente de los molinos y de las placas solares. Trató este tema con Al Gore en una de sus presentaciones, pero el ex-vicepresidente de los USA no mostró ningún interés en debatir con el autor español. Al fin y al cabo, como nos reveló Vázquez-Figueroa, la verdad más incomoda de todas es que Al Gore ha invertido una gran parte de su considerable fortuna personal en el negocio de la energía eólica.

Nos recordó cómo el petróleo es la energía más abundante y barata de la que disponemos, y de la que seguiremos disponiendo durante mucho tiempo (como él mismo comentaba, en 1975 se vaticinaba que no quedarían reservas de petroleo para el 2004…), pero a cuyos efectos contaminantes no hemos sido capaces de dar una respuesta barata y eficiente a pesar de la cantidad de décadas que llevamos empleándola y de nuestra enorme dependencia de la misma.

No dejó por supuesto de hablarnos del boicot político a sus desaladoras, y tras disculparse por hablar de todo menos de su libro, se despidió acuciado por una cita posterior.

Un hombre impresionante, desde luego.

Si os queda alguna duda sobre las teorías del autor, podéis intentar un pequeño experimento que él mismo anima a realizar: coged un vaso, lo llenáis de agua, y vertéis un poco de aceite de cocina. Inmediatamente el aceite, igual que el petróleo, se coloca por encima del líquido elemento debido a su escasa densidad. Entonces podéis echarle encima un poco de harina… Es lo mismo que él pretende realizar pero con grandes cantidades de cemento especial sobre las concentraciones de petróleo.

El resultado, si no para sorprenderos, os servirá para pasar el rato en alguna reunión familiar que amenace volverse demasiado aburrida.

Esta entrada fue enviada el miércoles, 9 d+02:00 junio d+02:00 2010 a las 11:15 y está archivada bajo Varios. Puedes seguir las respuestas a esta entrada a través de la fuente RSS 2.0. Puedes dejar una respuesta, o trackback desde tu propia página.