«Veinte años no es nada», pone en la contraportada de esta novela, a lo Gardel. Pero sí, «veinte años sí pasan factura». Y es que, aunque como decía Joan Manuel Serrat, «fa vint anys que tinc vint anys, i no tinc l’ànima morta, i em sento bullir la sang», los años no pasan en balde. Quizá sobre el papel no: desde que apareció por primera vez Marco Didio Falco en La plata de Britania hasta que nos volvemos a reencontrar con él en la última entrega de la serie apenas han pasado siete años para el protagonista. ¡Pero qué siete años! De un don nadie a ser un ya establecido en una confortable clase ecuestre y lo que le queda. Ciertamente, para la autora los veintidós años desde la publicación de su primera novela tampoco han sido moco de pavo. De sobrevivir con un subsidio estatal a ser una de las escritoras del género histórico más respetadas, a acumular premios y a ser bien recibida en el selecto club de los gourmets de la novela negra. Porque justamente Némesis, la 20ª entrega de la serie Falco, es una novela muy negra.

Dejamos hace casi dos años a Falco y su familia en tierras egipcias, dándose unas merecidas vacaciones que, es verdad, nunca son vacaciones.  Alejandría no fue una de las mejores novelas de la saga. Como ya comenté entonces, toda saga que se precie es irregular, y para mi gusto, las mejores novelas se sitúan entre la segunda, La estatua de bronce, y la octava, Una conjura en Hispania. Las Saturnales, la 18ª entrega, nos traía a un Falco renovado. Pues preparaos para la 20ª novela: porque no sólo Falco da una vuelta de tuerca.

Némesis comienza con dos muertes en la familia cuando justo acaba de empezar el verano del año 77. Y ya anticipo que no serán las dos únicas personas que desaparecerán. Falco asumirá un nuevo rol en su vida. Y con él, las responsabilidades. También los agobios. Y, de rebote, un cadáver que aparece en la Vía Apia, sin manos y con signos de haber sido tratado con una enorme brutalidad. Falco, junto con su leal amigo Lucio Petronio Longo, los inefables Camilos (Eliano y Justino) y, cómo no, Helena Justina, seguirá las pistas que le conducen poco a poco a una familia muy pero que muy peculiar: los Claudios, antiguos esclavos imperiales reconvertidos en matones de muy baja estofa que merodean en los pantanos Pontinos al sur del Lacio. La cosa se complicará cuando intervenga el repulsivo jefe de los servicios secretos imperiales, Anácrites. Pero ni Falco ni Petro darán su brazo a torcer.

Esta novela nos trae una atmósfera muy oscura. El componente detectivesco de cada entrega de la saga es aquí muy predominante, pero incluso llega a parecernos más propio de la novela negra clásica. De hecho, gran parte de la novela recuerda en ocasiones la sordidez de un James Ellroy o la violencia de un Jim Thompson. Con matices, claro. Pero el lector poco a poco se percata de que Lindsey Davis ha asumido un camino por el que ahora no había transitado. O quizá sí, pero sin que los personajes se enfangaran tanto: ya en Tiempo para escapar el protagonista se metía en los bajos fondos de un mafioso que más tarde reaparecería. E incluso la familia de piratas de En busca de Infamia tenía su componente tenebroso.

Quizá en esta novela Lindsey Davis se tome más tiempo que de costumbre para presentarnos el caso de fondo. La vida privada de Falco (y de sus familiares y amigos) tiene una especial importancia en las primeras cien páginas de la novela. Se desgranan cuestiones que poco a poco se irán desarrollando a lo largo de la novela. Hay un punto de inflexión en el que la acción coge un ritmo que ya no abandona hasta prácticamente las treinta páginas finales. Por supuesto, está el Falco al que estamos acostumbrados, ¡pero qué evolución respecto la primera novela! Ya no es aquel Falco que vivía al día, en el cuchitril de la Plaza de la Fuente, sobreviviendo con casos mal pagados y conociendo más veces de lo que quisiera la humillación y el desamparo. Davis no abandona el cinismo del personaje, más atemperado en cada entrega y también más rico en matices.

Némesis ya dice mucho con el título. No puedo anticiparos demasiado más de la trama, simplemente dejaos llevar como con cada entrega. Pero preparaos para emociones fuertes en torno al personaje y sus amigos. El final de la novela marca un antes y un después y uno ya arde en deseos de saber cómo continuará la vida de los personajes en futuras entregas. Podríamos decir que se cumple un ciclo, y cuando acabéis la novela me entenderéis perfectamente.

Seguidores de la saga, id a por esta novela. No os defraudará.

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Esta entrada fue enviada el miércoles, 20 d+02:00 abril d+02:00 2011 a las 12:00 y está archivada bajo Novela histórica, Sagas y series. Puedes seguir las respuestas a esta entrada a través de la fuente RSS 2.0. Puedes dejar una respuesta, o trackback desde tu propia página.