MÁGICOS Y LÓGICOS, NUEVE BIOGRAFÍAS DE AUTORES INGLESES – André Maurois

MÁGICOS Y LÓGICOS, NUEVE BIOGRAFÍAS DE AUTORES INGLESES, André MauroisAndré Maurois (Elbeuf, 1886- París, 1967), seudónimo de Émile Herzog, de origen alsaciano, estudió en Rouen y Caen, siendo alumno del pensador Alain. Trabajó durante unos diez años en la industria textil familiar, hasta que finalmente se dedicó a la literatura. Se dice que eligió el seudónimo de André por el personaje del príncipe Andrei, de Guerra y Paz. Aunque también otra versión asegura que André era un primo suyo que falleció en la I Guerra y Maurois el pueblo donde le enterraron.

Escritor prolífico, muy interesado por la biografía, perteneciente a la nueva corriente de biógrafos a la que pertenecen Zweig, Ludwig, Strachey y otros. Su lectura es muy amena y documentada a la vez.

El libro que nos ocupa es una colección de ensayos, impartidos como conferencias en la Sociedad de Conferencias de París en 1935. Trata sobre nueve escritores británicos, y en los que expone tanto una somera biografía como, y sobre todo, un análisis de su obra y las características que más les podrían definir o representar.

Los autores analizados, por este orden, son: Rudyard Kipling, H. G. Wells, Bernard Shaw, G. K. Chesterton, Joseph Conrad, Lytton Strachey, Katherine Mansfield, D. H. Lawrence y Aldous Huxley. Autores todos ellos contemporáneos entre sí, muchos de ellos mantienen relaciones de amistad o al menos se conocen personalmente, y son suficientemente importantes y representativos de ambos sectores de la literatura británica. Faltan muchos otros, efectivamente, en mi opinión faltaría Virginia Woolf, como fallo importante, pero Maurois ha preferido escoger la magia de la Mansfield frente a la lógica de la Woolf. Nacidos todos en la segunda mitad del siglo XIX, alimentados por la gran ubre de Victoria en el trono del imperio, todos se enfrentan a problemas semejantes, pero las procedencias de cada uno y sus respectivas concepciones del mundo, sus intereses y sus enfoques particularísimos, hacen que su literatura diverja enormemente entre sí. Todos viven la década 1920-30, años efervescentes, únicos, en la cultura europea entre las dos guerras. Década azul acero, militante, según Maurois, tajante y desnuda.

¿Por qué mágicos y lógicos? Maurois distingue dos corrientes fundamentales: los que tratan de desarrollar una literatura poética, pasional o heroica, frente a otras corrientes más científicas, realistas, más basadas en el pensamiento racional, más cercano a la filosofía que al arte, y que tratan de insuflar unas ideas más racionales sobre la humanidad. Ambas visiones son parciales e incompletas, como es natural, y Maurois cita la parábola de los Cinco ciegos y el Elefante, muy conocida*, que definiría un poco la concepción del mundo disímil y dispar de estos autores. La parábola habla de la idea que se pueden hacer cinco ciegos de un elefante, palpando cada uno una parte de él. Sin embargo, el elefante no por ello deja de ser un elefante, un conjunto sólido y vivo, pero si sólo nos concentramos en una parte, nunca podremos hacernos una idea del conjunto. Se ha usado esta parábola para justificar el relativismo científico, aunque más bien en mi opinión lo desautoriza, ya que para tener un verdadero conocimiento hay que estudiar todas las partes del problema/elefante, y coordinar todos los esfuerzos. Nuestros autores interpretan el mundo a su manera, parcial y absolutamente personal, pero no se trata de una investigación científica, sino artística, y por tanto se lo pueden permitir, ya que el arte sí que da libertad de puntos de vista. Pero el mundo sigue ahí para todos.

Trataré de realizar un pequeño resumen de cada uno, que será necesariamente breve para no alargar demasiado esta reseña.

Empezamos por un mágico, Kipling (1865-1936), definido por muchos como «el poeta del Imperio británico», definición que no acaba de gustarle, pensando que es raquítica, que se queda muy corta. Maurois no puede disimular su admiración por Kipling, al que le atribuye una concepción heroica de la vida. Asegura que «esta concepción no es exclusivamente británica ni imperial. El mismo Kipling ha probado que la del legionario romanos de las Galias o de Britania era la misma que la del oficial inglés perdido en el Himalaya o la del oficial francés perdido en el Atlas.(…) Kipling ve siempre entre los hombres una jerarquía constante y necesaria, que constituye el armazón de la sociedad heroica.» Los que no saben procurarse a sí mismos un jefe, habrán de obedecer a los jefes de los extraños: tal es la ley de la jungla. En cuanto al papel de la mujer, para él es, o una hechicera temible y misteriosa, o una compañera en la lucha. Kipling, según lo ve Maurois, se asemeja a su héroe Kim. El mundo de Kipling es el mundo rumoroso de los dioses, a los que se les oye bullir sin descanso en torno a los hombres. Además, es uno de los pocos novelistas que ha comprendido que para revivir el pasado no es preciso atiborrarse de erudición (…) porque, en definitiva, el pasado sólo vive en nosotros.

H. G. Wells (1866-1946) pertenece al sector lógico. Rememora Maurois los humildes orígenes de Wells (su madre era doncella y su padre jardinero de una gran mansión), los malos años pasados en su infancia, con estrecheces y dificultades, lo que le llevó a pensar que la sociedad estaba mal organizada, que las cosas no debían ser así… Pero nunca fue un rebelde deseoso de destruir lo construido. Le salvó su sentido del humor.

También nos habla de su interés, desde niño, por la ciencia, lo que, después de grandes dificultades, le llevó a los diecisiete años a estudiar con una beca, con el famoso profesor Huxley (abuelo de Aldous) y posteriormente a ser él mismo profesor de Ciencias. En cuanto a su pasión política, Wells es un reformador; entró en la sociedad Fabiana, de la que salió pronto, ya que no era propiamente un socialista, sino que deseaba reorganizar a todas las clases sociales para cambiar el desorden y la estupidez.

Propugnaba una república universal, algo de tipo platónico. Incluso se entrevistó personalmente con Lenin y con Stalin, participó ilusionado en la Sociedad de Naciones… con el consiguiente fiasco y decepción. Todo ello le llevó a concentrarse en una ficción acerca del futuro, en la utopía, ya que la sociedad real no se podía arreglar de ningún modo. Y así, ve que lo maravilloso en la ciencia puede representar el papel de lo maravilloso en los cuentos de hadas.

Bernard Shaw (1856-1950), tal y como se definió a sí mismo, es un «célibe, irlandés, vegetariano, mentiroso, charlatán, socialista, conferenciante, aficionado a la música, adversario denodado de la situación en que se encuentran las mujeres de nuestra civilización, y cree seriamente en el arte.» Efectivamente, es un irlandés pero ni es católico, (sino protestante) ni celta. Su padre era un pequeño funcionario que vivía míseramente, y según el propio Shaw, bebedor empedernido. La madre, en cambio, al parecer tenía un nivel cultural mayor y era aficionada a la música. Shaw abandonó la escuela muy pronto, poniéndose a trabajar, y no fue sino más tarde que empezó a dedicarse a la literatura. En esto, su trayectoria es similar a la de Wells, el cual le conoció en la sociedad Fabiana, y es, asimismo, partidario de un gobierno de autoridad, aunque siente, como Wells, horror hacia la lucha de clases, la violencia y el caos.

En cuanto a la literatura, Shaw es contrario al sentimentalismo: el conformismo sentimental, según él, mata el verdadero sentimiento. Cambia sentimentalismo por respeto. Los hombres de acción son realistas, porque, como el artista y las mujeres, ellos tienen una obra que realizar. Los diálogos de Shaw, según Maurois, son inconcebibles en la vida real, pero el teatro no es la vida real. (…) Shaw tiene la misma predilección que su rival Shakespeare por las trompetas, los desfiles, los personajes históricos: tiene el sentido del espectáculo.»

G. K. Chesterton, (1874-1936) al contrario que los tres anteriores, que son a su modo unos aristócratas, es un demócrata: exalta al hombre vulgar, que cultiva su huerto y bebe cerveza en la taberna; y si Shaw y Wells ven la salvación del hombre en su futuro, Chesterton la ve en la vuelta al pasado: es brillante, violenta y jubilosamente reaccionario. Las novelas de Chesterton no son realmente novelas, sino alegorías. Es curiosa la incapacidad de Chesterton, que tanto admira al hombre ordinario, de representarlo en sus novelas: casi todos sus héroes son filósofos o teólogos. Probablemente la influencia de su amigo Belloc le convirtió al catolicismo, en 1922. Aunque su trayectoria le llevaba de un modo u otro a ello.

Chesterton no exige tan sólo a los artistas ser grandes artistas; les pide también cuenta de sus opiniones sobre los temas esenciales. El hombre, según Chesterton, no puede vivir sin dogmas, es un animal que crea dogmas. El tiempo de Wilde ha pasado, el tiempo de los teólogos le ha sucedido. Tal es la idea general de Herejes, una de sus obras de opinión. Sólo el misticismo vuelve a los hombres sanos de espíritu. Destruyendo el misterio, se crea un estado mórbido. Las tradiciones y las leyendas han de respetarse. El cristianismo es como una roca enorme, deforme e irregular, que, aunque oscila desde el momento en que se toca, continúa, sin caerse, girando siglos y siglos, porque sus enormes rugosidades se equilibran unas con otras.
Según Maurois, en sus novelas, Chesterton alcanza una gran fuerza intelectual pero en ellas falta la vida.

Joseph Conrad (1857-1924), aún siendo de origen polaco, supo interpretar lo más excelso del alma inglesa. Y eso que hasta los veintiún años no puso un pie en Inglaterra. En la obra conradiana, el hombre está solo cara al universo. Su vida queda partida en dos: los años en el mar -hasta los cuarenta- y los años en tierra, ya dedicado a la literatura.

Virginia Woolf dijo de él: «Al acabar un libro de Conrad, lo que nos impresiona y se queda grabado en la memoria, no es tal ola gigante que ha arrancado de cuajo tablones y se ha llevado a algunos marinos; no es tal puesta de sol o tal incendio en el mar, no; es la grandiosidad que representa para el hombre el tener que afrontar esas olas, el conservar su sangre fría, el ser bueno, fiel, en un Universo indiferente y temible.»

Conrad ponía su interés, su atención, en el alma humana, y su máximo valor, que él mismo ha reconocido en varios escritos, es el de la fidelidad. Y es curioso, el mismo Wells, que lo trató y lo cita en su autobiografía, cómo una persona que ha adoptado otro idioma ya en su vida adulta, ha decidido escribir en ese idioma y ha conseguido, con gran trabajo y esfuerzo, obras maestras. Tanto Wells como Paul Valery se maravillan de que Conrad, hablando, tuviera un acento pésimo (recordemos que aprendió a hablar inglés entre marinos) y sin embargo, escribiendo consiguiera textos tan elaborados y magníficos.

Lytton Strachey (1880-1932) es un caso especial; de todos los autores citados en esta obra, es el único que destacó por sus estudios históricos y sus biografías, que rompían los moldes usados hasta el momento. Hijo de familia numerosa, acomodada y aristocrática, realizó sus estudios en Cambridge, formando parte importante del grupo de Bloomsbury, pasó cierto tiempo sin que su nombre saltase fuera del grupo. Pero con Victorianos Eminentes se hizo muy conocido y a partir de ese momento su obra fue objeto del interés general. Strachey considera la compilación de datos como un medio, no como un fin. Maurois lo compara a Proust en el sentido de su gusto por lo infinitamente pequeño en orden a las pasiones y a los caracteres. Como Proust, une la familiaridad a la perfección y el abandono a la rigurosidad. Es, ante todo, un hombre que sabe recrear un mundo vivo con imágenes nuevas.

Cuando se habla de historia, dice Strachey, es incorrecto emplear la palabra ciencia. No es una ciencia en el sentido propio que lo es la Física o la Astronomía. Maurois piensa que Strachey es más un artista que un historiador. Un cierto espíritu burlón y una afición desmedida hacia lo epigramático le hacen a menudo sacrificar la simplicidad y la exactitud a la amenidad.

Strachey, a ojos de Maurois, representaba en Inglaterra la reacción contra Carlyle, contra Gladstone, y por ello ha sido algo más que un biógrafo: ha apartado a su generación del énfasis, en el estilo y en los sentimientos. Aborrecía el misticismo tanto como la elocuencia.

Katherine Mansfield (1888-1923), de vida breve, sólo dejó algunas novelas cortas y cuentos, pero imprimiendo una huella de profundo realismo en la literatura británica contemporánea. Nacida en Nueva Zelanda, como Kathleen Beauchamp, a los quince años fue enviada a estudiar a Londres, hecho que marcó profundamente su vida. Anotó en su diario una frase de Oscar Wilde: «No deseo ganarme la vida, deseo, vivirla». Emotiva, imaginativa y soñadora en exceso, se casó con un hombre al que apenas conocía, con la idea de ser protegida, respetando su libertad. Craso error. El matrimonio fracasó casi de inmediato. De salud frágil, llevó una existencia triste y solitaria, hubo de «desaparecer» durante nueve meses en un pueblecito de Alemania, a causa de un embarazo improcedente, y posteriormente conoció a un joven escritor, John Middleton Murry, que se convertiría en su segundo marido y su apoyo en la enfermedad y en la tristeza, agravada por la muerte en la guerra de su hermano menor.

El arte de la Mansfield es un impresionismo femenino, según Maurois. Lo que le interesa a esta escritora es el mundo femenino: la casa, los vestidos, los niños, los cuidados femeninos, sus juicios, sus ensueños… Otras mujeres han escrito antes que ella, pero generalmente utilizando una óptica masculina. Mansfield acepta su propia naturaleza y escribe desde su óptica personal.

D. H. Lawrence, (1885-1930) que también murió joven, procede de una extracción social humilde, como Wells: su padre era minero. Lawrence tenía por su madre un amor casi enfermizo, proustiano, y él despertaba habitualmente en las mujeres una ternura a la vez amorosa y maternal. Huxley, que le conocía, dijo de él que «estar con Lawrence es como correr una aventura, era viajar y descubrir un mundo nuevo y diferente, (…) no aburriéndose nunca, no podía nunca ser aburrido.» Lleva con su esposa una vida itinerante (Italia, Méjico, Ceilán, Australia).

Lawrence cree más en la magia que en la ciencia, en la sensibilidad más que en el intelecto, en los ritos más que en los discursos, en el cuerpo, más que en el espíritu; dicho con sus propias palabras: «Mi religión consiste en creer que la sangre, la carne, son más sabias que la inteligencia.» Y confirmado por Huxley, con el que intimó en una estancia cerca de Florencia. Huxley de hecho lo retrató como uno de los personajes de su novela Contrapunto. Con esas ideas, se vuelve hacia los pueblos primitivos, explora los sentimientos, la sensualidad, el sexo, los ritos y las danzas. Busca al hombre nuevo no en el futuro sino en el pasado, se esfuerza por alcanzar el hombre natural y la comunicación de los cuerpos, por medio de la sensualidad y la intervención de la mujer. Y como último rasgo importante, tiene muy marcado el conflicto entre las clases sociales, pero en un sentido psicológico, no económico o político.

Aldous Huxley (1894-1963), nacido en una familia de un nivel cultural y científico altísimo, (nieto del Thomas Huxley que daba clase de ciencias a H. G. Wells); estudió en Eton y Oxford, lógicamente. Realizó viajes culturales por Europa, que ampliaron sus conocimientos. Era un personaje que de todo tenía algo que decir; en su obra se encuentran mil teorías a veces contradictorias, nos dice Maurois, pero todas ellas fundamentadas. La necesidad de una exactitud científica es uno de sus rasgos más constantes, y le lleva a construir sus novelas de modo perfecto.

Para Huxley el peligro consistía en llegar a convertirnos en esclavos de los instrumentos científicos. Huxley es, según Maurois, uno del los primeros novelistas (en Inglaterra) cuya cultura es verdaderamente moderna, un enciclopedista contemporáneo. El propio Huxley afirma que «tan sólo comenzamos a comprender el mundo cuando aceptamos la idea de que no es ni simple ni enteramente inteligible.»

* Seis hindúes sabios, inclinados al estudio, quisieron saber qué era un elefante. Como eran ciegos, decidieron hacerlo mediante el tacto. El primero en llegar junto al elefante, chocó contra su ancho y duro lomo y dijo: «Ya veo, es como una pared». El segundo, palpando el colmillo, gritó: «Esto es tan agudo, redondo y liso que el elefante es como una lanza». El tercero tocó la trompa retorcida y gritó: «¡Dios me libre! El elefante es como una serpiente». El cuarto extendió su mano hasta la rodilla, palpó en torno y dijo: «Está claro, el elefante, es como un árbol». El quinto, que casualmente tocó una oreja, exclamó: «Aún el más ciego de los hombres se daría cuenta de que el elefante es como un abanico». El sexto, quien tocó la oscilante cola acotó: «El elefante es muy parecido a una soga». Y así, los sabios discutían largo y tendido, cada uno excesivamente terco y violento en su propia opinión y, aunque parcialmente en lo cierto, estaban todos equivocados.«Parábola de los Seis Sabios Ciegos y el Elefante.»
Atribuida a Rumi, sufí persa del s. XIII.

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29 comentarios en “MÁGICOS Y LÓGICOS, NUEVE BIOGRAFÍAS DE AUTORES INGLESES – André Maurois

  1. Balbo dice:

    Gracias por la reseña Ariodante, muy completa. Gracias por descubrirme el libro en cuestion, ya que me encantan los libros de biografias universales e Historias universales, y son muy dificiles de hallar. Este seguro que me lo pillo para leerlo con avidez. :-)

    Felicidades por la reseña, te ha salido redonda. ciao

  2. Rodrigo dice:

    Me gusta lo poco que he leído de Maurois. Por si hiciera falta algo para incitarme a leer este libro, la reseña es más que suficiente.

    Es curioso lo que dice Maurois de Conrad: que supo interpretar lo más excelso del alma inglesa. No sé si será enteramente cierto ni es algo que me interese demasiado; me basta con que sea un GRAN escritor, de relevancia universal. La cosa es que he leído opiniones en contrario, incluso en el sentido de que para algunos ingleses no es propiamente representativo de su literatura. Su falta de humor, su desconocimiento de la ironía, por ejemplo, o su dificultad para ir al grano. El mismo Conrad refiere en su prólogo a “Lord Jim” que a los lectores ingleses de su tiempo les costaba asumir al personaje como “uno de los suyos”, con su sentido del honor tan extremado (característica, según suele decirse, más propia de culturas latinas).

    Monumental reseña, Ario.

    Saludotes.

  3. ARIODANTE dice:

    Ja ja, si, es cierto; hay opiniones contrastadas respecto a si Conrad representa a Britania o no. Claro que la afirmación, viniendo de un francés, puede no tenerse demasiado al pie de la letra. Lo que es cierto es que a Wells no se lo parecía en absoluto. (me lo has servido en bandeja, Rodri) HG Wells, en su autobiografía, dice de Conrad, entre otras cosas, que » hablaba inglés de una manera extraña (…)Había aprendido a leer inglés entes de hablarlo y se había formado impresiones sonoras falsas de muchas palabras comunes.(…)Uno siempre podía desconcertar a Conrad diciendo «humor». Era uno de nuestros endiablados trucos ingleses que nunca habia podido comprender.»
    Luego reconoce que nunca se llevó bien con Conrad. No me extraña.

  4. Akawi dice:

    En tu linea Ario, buena explicación de este libro sobre ingleses a los que tan aficionada eres. Estupenda recomendación.
    Feliz verano chica.

  5. Néstor dice:

    Me gustó mucho ese comentario de la opinión de Welles sobre Conrad, es cierto que en la literatura británica como también en la norteamericana aparece esa forma de humor cínico que impide que sus personajes tengan ese «compromiso ético de valores absolutos»propios de la formación pienso yo, católica.Con todo pienso que Chesterton, con su rigurosidad y planteamientos éticos marca la diferencia claramente con los otros autores.No creo que Chesterton realizara frecuentemente el tipo de comentarios cínicos ,no confiables, que a Huxley le costaron que fuera rechazado cuando solicitó la ciudadanía americana. Este dijo algo así en una oportunidad «Hay tres tipos de inteligencia,la inteligencia humana, la inteligencia animal y también la inteligencia militar.

  6. ARIODANTE dice:

    Efectivamente, Nestor, Chesterton marca una diferencia: es católico, y como dije por alguna parte, los católicos en Inglaterra, al ser minoría y minoría mucho tiempo perseguida, van bien provistos para la batalla de las ideas. Por eso en cuanto a generalizar sobre lo cínico o no de la literatura anglosajona, habría que matizar: anglosajona protestante, lo que los norteamericanos llaman WASP (le añaden lo de «blanco» por aquello de dar la nota racial, claro).
    Pero no creo que los personajes de Chesterton sean más profundos ni rigurosamente éticos que los de Conrad. Chesterton es riguroso en sus ensayos, pero sus novelas se mueven dentro de otros parámetros, pienso.

  7. richar dice:

    Gracias Ario por este pedazo de reseña, genial. Yo sólo he leído a Conrad (y un libro sólo, snif), así que soy todo un ignorante en la materia, pero tu reseña es de lo más incitadora para hincarle el diente a algún otro de este grupo de clásicos. Cuando se de la ocasión caerán.

    Un saludo,
    Richar.

  8. Sergio Flashman dice:

    Estupenda reseña Ario de un escritor que me gusta mucho y está quizá un poco perdido en el olvido. De hecho no sé si se sigue publicando su obra actualmente. Yo, normalmente, tengo que recurrir a la feria del libro antiguo y de ocasión para encontrar su obras.

    Me gustan sobremanera sus «Historia de..», especialmente su «Historia de Inglaterra» que leí hace años de la editorial Surco (creo que la publicó recientemente La Esfera de los Libros). También tiene una Historia de Francia, otra de EEUU, e incluso una de Alemania. Junto con la Inglaterra, mi edición de Surco incluía un ensayo titulado «Los ingleses», en los que Maurois pinta un cuadro muy interesante sobre las peculiaridades de este pueblo.

    Sin duda se trata de un autor cuya lectura merece ser tenida en cuenta y que en absoluto encuentro anticuado (si acaso incluso añade algo más de encanto a su obra).

    Enhorabuena y un saludo.

  9. ARIODANTE dice:

    Gracias, Richar, y gracias, Flashman. Me alegro que os guste. De Maurois yo sólo he leído su Historia de Inglaterra, en la versión del año del cataplín, porque era una edición que tenían mis padres en casa, de esa que tienen letras doraditas en la portada y tal. Pero una joya, desde luego. La conservo como oro en paño. Y también leí, de prestado, por cierto, que el dia que lo encuentre me lo llevo corriendo, un librito sobre Proust, creo que se llama En busca de Marcel Proust, delicioso. Y a la espera tengo su biografía de Napoleón.
    Flashman, me encantaría echarle un ojo a ese artículo que dices. ¿crees qu eme lo podrías escanear? ¿o sabrías de algun enlace donde pueda leerlo?

  10. Rodrigo dice:

    Su biografía de Ivan Turguéniev es mejor que muchas novelas. Lástima que no se la publique desde hace mucho.

    En cambio, puede que en sus obras de ficción no está a la altura, aunque sólo he leído un par de ellas («El instinto de la felicidad» y «Climas», publicadas en los 90 por Ediciones del Bronce). Cosa que, en mi opinión, también sucede con ese otro excelente biógrafo que fue S. Zweig.

  11. Sergio Flashman dice:

    Ario, por la descripción que das de la Historia de Inglaterra de tus padres, debe ser también de la Editorial SURCO (años 50 o 60), igual que el mío.

    Lo que ocurre es que mi ejemplar incluía también el ensayo «Los ingleses», que también lo publicaba SURCO por separado, como puedes ver en este link que he encontrado (dios mío, vendida esta joya sólo por 6 euros):

    http://www.todocoleccion.net/los-ingleses-1-ed-andre-maurois~x11845932

    El ensayo en cuestión debe tener más de 100 páginas (no tengo mi ejemplar ahora mismo delante), y además mi libro está un poco deteriorado, por lo que no quisiera castigarlo escaneándolo.

    De todas maneras, comprueba si la edición del ejemplar de tus padres lo incluye o no. Debe ponerlo en el lomo: «Historia de Inglaterra y Los ingleses».

    Cuando llegue a casa lo miraré bien.

    Un saludo.

  12. Urogallo dice:

    ¿Ahora tengo que entrar yo a decir que su historia de Inglaterra es superficial y llena de omisiones?.

    Pués parece que sí.

    Se nota por la reseña de Ario que el buen hombre sabía mucho de literatura y de escritores, pero muy poco de historia.

  13. ARIODANTE dice:

    El buen hombre, como dices, no era historiador. Sus estudios fueron de literatura, por lo que sus Historias son más bien literarias que históricas. No hay que buscarles la brillantez por la parte de la especialización histórica, sino por su manera de contar la historia a grandes rasgos. Entiendo yo, que tampoco soy especialista en historia, claro.

  14. Urogallo dice:

    Justa defensa, pero es que el libro tampoco está llamado a perdurar por su calidad literaria.

    Dejando aparte que tampoco le habría hecho falta esforzarse tanto por documentarse y luego darle gusto a la pluma.

  15. ARIODANTE dice:

    Flashman, el enlace que pones muestra un librito con la misma forma que el mío, pero más delgado. El mío debe ser del 44 o anterior, (mis padres eran más antiguos que los tuyos, me parece). Como no lo tengo delante, no te puedo decir, pero juraría que no tiene ningún artículo anexo.
    Uro, si lo que quieres decir es que Maurois no debería haberse metido en camisas de once varas…es posible. Pero yo no necesitaba saber demasiados detalles, quería una idea general y algunos trazos para saber un poco. Y la verdad es que lo leí hace tanto tiempo que sólo recuerdo que lo leí con gusto, y nada más.

  16. Urogallo dice:

    Ahhhh….Es un libro «divulgativo».

    Me lo pareció cuando lo leí.

  17. ARIODANTE dice:

    ¡Jajaja! uro, ¡contente, que te pierdes! Te recuerdo que hablábamos de Mágicos y Lógicos…no es por nada.

  18. Néstor dice:

    Compañeros, personalmente me gusta en lo posible la rigurosidad pero estamos hablando de franceses.No olviden a Verlaine.Creo que dijo algo así como «Toute le reste cette literature».Perdonen los que conocen bien la lengua francesa si cometí un error al citarlo.

  19. Sergio Flashman dice:

    Ario, mi edición de la «Historia de Inglaterra» de SURCO es la 5ª del año 1949, y no lo heredé de mis padres sino que lo adquirí en la feria del Libro antiguo de Madrid.

    Respecto a lo que dice Uro, estoy de acuerdo con él en que es una obra superficial y seguro que incompleta, pero mi intención al leerla fue la de disfrutar a grandes rasgos de ella y no exigirle erudición. Ocurre algo parecido con la «Breve historia del mundo» de H.G Wells, que la disfruto sabiendo de antemano quién y para qué la escribió un autor que me gusta, situándome en el plano del pensamiento del autor y no del lector, sin más expectativas.

    Pero como dice Aro, quizá este no sea el hilo adecuado para este debate, y sí para el de «MÁGICOS Y LÓGICOS».

    Un saludo.

  20. ARIODANTE dice:

    …Xacto. Claro que por mí, no os priveis. No soy experta en literatura francesa, si en algo estoy un poco más enteradilla es en la británica del siglo XIX y algo del XX.

  21. Muy interesante este libro, le desconocía por completo pero la reseña que hacéis de él es un llamador muy interesante a la lectura…

    Saludos!

  22. ARIODANTE dice:

    Hola, LibrosGratis; me temo que el libro está descatalogadísimo. La última edición es de 1967. Yo he usado una de 1944 y hay otra del 52. Al menos, en España. O sea, que hay que ir a librerías de viejo. pero creo que merece la pena.

  23. juanrio dice:

    Vaya, Ariodante, me temía que éste libro no estaba en el mercado. Tiene una gran pinta, así que haré por encontrarlo en el mercado paralelo, aunque me temo que con esa antiguedad será difícil.

  24. Rodrigo dice:

    O en bibliotecas. Recurso que tiene sus bemoles, claro.

  25. ARIODANTE dice:

    Juanriver, mira en Iberlibro: a mi me salieron varios ejemplares en Madrid, pero como me salió tambien uno en Valencia, me tiré a lo más cercano. En Madrid creo que está en El Desván del Libro, en Fernán González. Si no se lo ha llevado Javi…

  26. Hace poco compre en una libreria de libros viejos » Mágicos y Lógicos», de André Maurios, uno de mis escritores preferidos . Sus estudios sobre Chesterton , Shaw , Conrad , Lawrence y demas son mas sociológicos y filosoficos , reflexiones sobre sus vidas y obras. No es el caso de las biografías documentadas como las que hace en «Balzac o la Vida de Prometeo » o «Lelia o la Vida de George Sand» , son mas directas he invita a la lectura de él y de los escritores que trata . Me es de sumo agrado ver la caratula de el libro en la pantalla . Es cierto se olvido de Virginia Woolf . Por otra parte el resumen hecho de cada uno de los escritores de que trata el libro estan excelentes, lo que es para felicitar a Hislibris.
    Jorge López Zegarra

  27. juanrio dice:

    Gracias, Ariodante, ya la he localizado por Madrid, en cuanto que pase por la zona me hago con él.

  28. ARIODANTE dice:

    Pues me alegro que te haya gustado, Jorge, y ya sabes, bienvenido por estos lares.
    Menos mal que aún quedaba algún ejemplar, Juanri…ya me dirás luego.

  29. Gustavo Estrada dice:

    Estoy escribiendo una nota sobre «Mágicos y lógicos» y quisiera referirme con nombre propio a la explicación general que usted da de los términos. No quisiera decir «Ariodante, en una revisión de…, dice». Veo que quizás prefiere el anonimato pero me atrevo a hacerle
    la solicitud. Gracias.

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