LOS MALOS AÑOS – León Arsenal

LOS MALOS AÑOS, León Arsenal«Por los campos de Jerez/a caza va el rey don Pedro:
En llegando a la laguna,/allí quiso ver un vuelo.
[…]
Por donde la garza sube/vio bajar un bulto negro,
mientras más se acerca el bulto/más temor le va poniendo,
[…]
y a grandes voces decía:/»Morirás, el rey don Pedro,
que mataste sin justicia/los mejores de tu reino:
mataste tu propio hermano/el Maestre sin consejo,
y desterraste a tu madre:/a Dios darás cuenta de ello».

(Romance del rey don Pedro).

En el siglo XIV el hambre, la peste y las guerras sacuden los reinos hispánicos. La plaga no respeta a ricos ni a pobres, a reyes ni a plebeyos. Las malas cosechas se suceden, las hambrunas se ceban en la población y las guerras civiles arrasan los pueblos:

«[…] fue en toda la tierra muy grand fambre; é los omes moriense por las plazas é por las calles de fambre, e fue tan grande la mortandad en la gente, que bien cuidaran que muriera el cuarto de toda la gente de la tierra; e tan grande era la fambre, que comían los omes pan de grama…» (Crónica de Fernando IV)

León Arsenal (Madrid, 1960) -piloto de la Marina Mercante Española reconvertido en escritor-, en su cuarta novela histórica nos acerca a uno de los periodos más convulsos de la Edad Media. Un siglo de traiciones, banderías, luchas entre nobleza y monarquía, odios fratricidas, amantes intrigantes -que no se conforman con ser peones, pudiendo ser las reinas del tablero-, esposas legítimas encerradas y despreciadas, nobles paladines, espías, supersticiones, órdenes militares y asedios a fortalezas y castillos. Una época que no necesita de invenciones innecesarias ni fantasías esotéricas y absurdas para constituirse en un escenario fascinante en sí mismo, en un crisol de personajes subyugantes, en un paseo por paisajes castellanos y aragoneses sacudidos por las sequías, las enfermedades y la muerte.

Estos «malos años» vieron nacer a uno de los reyes españoles que más debate suscita entre los historiadores: Pedro I, para unos «El Cruel» y para otros «El Justiciero»; siempre rodeado de un aura de misterio y romanticismo, quizás en parte debido a su caprichosa personalidad, a sus inflamados amores y a su temperamento colérico y apasionado o, quizás, debido a las trágicas circunstancias que rodearon su muerte.

El relato, sin embargo, no toma al rey castellano como piedra angular de la historia. Tampoco a Enrique de Trastámara, a la reina Blanca de Borbón, o ni tan siquiera a la amante real, María de Padilla. Esta novela es un gran desfile donde caben todos los habitantes del reino: desde villanos hasta nobles de altos ideales, desde grandes maestres a humildes sacerdotes, desde reyes guerreros a sencillos soldados. Pero tampoco ellos son los ejes de la historia. Los auténticos protagonistas son los acontecimientos, revelados a través de los ojos de quienes los vivieron en primera persona, y mostrados desde la óptica de aquellos que luchaban por conservar la propia vida en una época en la que la muerte se convertía en una frecuente compañera de viaje.

Quizás sea por la ausencia de un personaje protagonista o por la abundancia de acontecimientos, por lo que a veces la historia parece algo dispersa, con un desenlace que no da la sensación de que todos los cabos terminen bien atados. Ello puede deberse a la intención del autor -confesada en la nota previa- de, en un futuro, continuar con otras novelas de entidad independiente, o bien a la propia naturaleza coral del relato.

Ello no es óbice para que León Arsenal construya personajes reales, nada caricaturescos, alejado de maniqueísmos, que se retratan a través de diálogos creíbles y sin anacronismos, contundentes y con fuerza expresiva cuando la acción lo requiere, y adornados de bellas metáforas (el cielo de nubes negras parecía hervir, la ciudad era un puchero de rumores que despedía aromas de miedo, los mares cortesanos son traicioneros). El autor despliega una prosa directa y concisa, con descripciones ágiles que muestran escenarios vívidos que se proyectan en la imaginación, adoptando la apariencia de un cuadro y que son, sin duda, el fruto de una previa e intensa labor de acopio y estudio documental.

Reinaba esa atmósfera, casi sobrenatural que acompaña a las nieblas, cuando las formas se difuminan, las distancias parecen cambiantes y cada sonido -toses, tintineo de metales, patear de caballos- resuena con ecos extraños. Desde arriba les llegó el graznido largo de un ave, que reverberó interminable por los páramos.

Características técnicas: Editorial Edhasa, Colección Narrativas Históricas. 1ª edición, octubre 2007. Cartoné, 576 páginas. 15x23cms. PVP: 24,00€.

[tags]Malos años, Pedro I, El Cruel, La Reina Blanca, Edad Media, León Arsenal [/tags]

 

 

 

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41 comentarios en “LOS MALOS AÑOS – León Arsenal

  1. cavilius dice:

    Hombre, una reseña de Ascanio. Hacía tiempo ya, ¿eh? Muy ilustrativa, además; seguro que el libro merece la pena, la lástima es que se me escapa por unos cuantos siglos.

    Y cómo me gusta el romancero. Me sé unos versitos, que sé que no vienen a cuento pero nadie podrá impedir que los suelte:

    Que de noche le mataron
    al caballero.
    La gala de Medina,
    la flor de Olmedo.

    Hala, tampoco había para tanto. Saludos.

  2. pepe dice:

    Excelente reseña, vive Dios, que me trae dos buenos recuerdos.
    Uno (el breikindance): la única novela que he leído de León Arsenal, Las lanzas rotas, me pareció magnífica. Me llamó mucho la atención que los personajes hablaran y pensaran de una forma tan convincente para el contexto histórico en que se desarrollaba la acción, y que ésta estuviera concebida sin anacronismos. Y que no hubiera detectives ni misterios que resolver, diantre, como parece que ha vuelto de nuevo a hacer aquí, a tenor de lo que dice Ascanio.

    Dos (el crusaito) Hace unos años tuve oportunidad de ver en una antigua iglesia madrileña reconvertida en teatro (La abadía) una obra Agustín García Calvo, Baraja del rey Don Pedro, que fue Premio Nacional de Literatura Dramática. Allí había de todo: celos, sexo, pasiones, traiciones, mercenarios hideputas,… Qué maravilla de obra y qué puesta en escena.

    Alarga la copa,
    compañero:
    bebe ilusión, que lo otro
    no es más verdadero.
    ¿Para qué lo duro?
    ¿Para qué lo serio?
    Que el vino nos haga olvidar
    las penas de amor
    y la guerra y el tiempo

  3. Rodrigo dice:

    (Glup…
    Leído el artículo, y a riesgo de que me llamen pelotillero, debo decirlo, HAY QUE decirlo.)

    Había leído algunas de tus anteriores reseñas, Ascanio, y siempre me llevé una gratísima impresión. Ya me preguntaba si tardarías mucho en volver a ejercer tu arte…
    Has vuelto, y confirmando tus dotes de reseñadora.
    Rediablos.
    Compones muy bien tu escrito, y haces del libro una pieza suculenta. Un gusto.
    Mis congratulaciones.

  4. Koenig dice:

    Ascanio existe (como cierta región española cuyo nombre se me ha olvidado).

    En fin, apuntaremos el libro, por si acaso.

    Saludos.

  5. Aretes dice:

    Pero niña, ¿tú no dejas de reseñar nunca?.

    En cuanto al libro, no sé porqué, pero no te noto muy entusiasmada…. mejor lo dejo pasar.

  6. Ascanio dice:

    Querido Cavilius:
    A ver si te pica el gusanillo. En el libro sale un catalán nacido en Alejandría. Alejandría…Alejandro…algo de griego tendrá, ¿no? Y además es catalán, hombre.
    Y ahora voy a hacer como mi mmmano Jerufa, con todo el morro del mundo, y voy a abrir otro comentario. Que va a ser verdad lo que dice Arauxo, que la Edad Media importa un pepino en Hislibris…snif…snif…
    (¿¿Yuhu?? ¿¿Anthos?? ¿Estás por ahí?)

  7. Javi_LR dice:

    Pues a colación del par de imágenes que habéis puesto en el hilo de las cabeceras de los dos hermanos, el combate entre ambos tuvo que ser espectacular. ¿Cómo haría Duguesclín para diferenciarlos?

  8. Ascanio dice:

    Pues según el libro, Pedro era más rubiales que Enrique.
    Ah, y me suena haber leído que todavía no está muy claro si no fue el propio Enrique el que se cepilló a su hermanastro.
    Una cosita quiero aclarar: la novela no acaba con la muerte de Pedro I. Sólo abarca el período que siguió al fiasco-boda del rey con Blanca de Borbón, y todo el tejemaneje de banderías, traiciones, cambios de bando, asaltos, caídas en desgracia, ascensiones en la escala cortesana y guerras que se originaron a raíz del abandono y encierro de la reina de Castilla a partir del tercer día de la boda real. Lo cual no es poco, ciertamente. Así que yo creo que tenemos Pedro I y León Arsenal para rato (lo cual me congratuuuuula).
    Y ahora, a por otro comentario. He dicho.

  9. Ascanio dice:

    Ea, pues ya estoy aquí.
    Pepe, la novela de Las lanzas rotas es la única que me falta de León Arsenal (bueno, tiene más novelas, pero de género fantástico, e incluso un thriller), y ya pensaba echarle el guante después de leer la de Los malos años, pero después de tu comentario, con mucha más razón. El hombre de la plata me la trajeron los Reyes Magos pitufoides esta Navidad, y La boca del Nilo me la compré en un quiosco hace poco. Y ya estoy deseando leer alguna de ellas, pero prefiero ir intercalando autores.
    Es totalmente cierto lo que comentas sobre los diálogos y la ausencia de anacronismos. Los diálogos tienen muchísima fuerza, y no por la forma en sí, sino también por el contexto en el que se desarrollan. Pondré un ejemplo para explicarme mejor:

    En aquel tumulto, entre ráfagas de aguanieve y clangor de armas, alguien acertó con una roca al maestre de Calatrava. Padilla no vio llegar el proyectil y, pese a embrazar su escudo, el canto le quebró el brazo derecho. Los suyos se agolparon en su redor, alzando las adargas para protegerle, de forma que, en un pestañeo, quedó oculto bajo una tortuga de escamas triangulares, blancas con cruces florlisadas negras.
    […]
    A Juan de Beaumont, que lo mismo que Martín Abarca participó en esa última defensa de la torre del puente [de Toro], le tocó vivir esa retirada amarga, entre golpes de aguanieve, ráfagas de viento e impacto de saetas contra los escudos. Abarca, al que tenía codo con codo, resopló como un toro.
    – Ahora sí. Esto se acaba -gruñó entre dientes, con la adarga sujeta a dos manos, agazapado en una posición incómoda, para evitar que, por su gran tamaño, le cosiesen a flechazos.

    Pues bien, puede que estas cinco palabras, fuera de este contexto (que no he podido reproducir entero, debido a su extensión) no digan nada, pero os aseguro que no podrían estar mejor escritas ni mejor situadas dentro de la narración, constituyendo el «broche de oro» de un pasaje vibrante y emocionante.

    Ah, y una curiosidad. La acepción de «clangor» en el sentido de resonar de armas no existe en el diccionario. El autor la tomó prestada de las novelas de su amigo Javier Negrete. Pero la verdad es que da el pego, ¿no?

    Por cierto, Pepe, no sabes la envidia que me da la oferta cultural que tenéis por ahí, sobre todo cuando me has hecho recordar esa obrita teatral-musical que vimos juntos (si supieras lo que le costó a Arauxo desprenderse del ramito de violetas…) Y si encima la que comentas fue en una antigua iglesia, y además trataba sobre Pedro I, ya es que se me caen dos lagrimones …

    A ver si aparece Laurita para hacer uno de esos comentarios tan interesantísimos.
    Y ahora sigo y abro otro comentario más. Que para eso la reseña es mía, ea. Y como no creo que acabe en el «top five»…

  10. Ascanio dice:

    ¡¡¡Rodrigooo!!! ¡¡Que me va a costar un dineral mandarte un jamón a tu casa atravesando el Atlántico!!
    Me alegro de que te haya gustado la reseña, hombre. Pero es que el libro vale la pena (a pesar de que Aretes no se haya enterado de si me ha gustado o no…pobrecilla…debe ser la edad).

    Koenig, Ascanio nunca se ha ido. Os está observando atentamente, como EL OJO QUE TODO LO VE.

    Aretes de mis sobresaltos, ¡que la novela es estupenda! Sobre todo si te gusta la Edad Media (y a mí ultimamente me está absorbiendo el seso, qué se le va a hacer, serán las influencias pitufoides).
    Lo que queda claro es que cuando uno se desembaraza de todos los prejuicios absurdos y tonterías tipo “Cuarto milenio”, se da cuenta de que la Edad Media es una época fascinante, interesante y deslumbrante, y que tiene todos los ingredientes necesarios (como decía Pepe, celos, sexo, pasiones, traiciones, mercenarios hideputas…) para ser todo un filón en la literatura. Lástima que la novela histórica de la Edad Media sea generalmente una basura llena de tonterías acerca de griales, hijos de María Magdalena, tesoros templarios, brujas y estupideces así.
    Menos mal que de vez en cuando sale algún escritor (como es este caso) que sabe fabricar una historia estupenda, interesante, brillante y bien escrita.
    ¿Se te han disipado las dudas acerca de si me ha gustado, Aretes querida?

    Y como hoy estoy habladora (o escritora), y me da la impresión de que esta reseña no se la ha leído ni el tato, reproduzco otro parrafito que me ha encantado (se puede, ¿no, Javi? ¿O nos van a empapelar? Porque tengo todavía alguno más que me gustaría poner…):

    Iba ya a despachar don Pedro a unos pocos hombres al interior del alcázar, pues no quería invadir sin más, estando dentro su propia madre, cuando se perfilaron unas sombras en la penumbra del arco de entrada.
    […]
    – ¡Alteza! -tronó con serenidad pasmosa, habida cuenta de su situación-. Aquí os traigo a vuestro hermano Juan. Hacednos merced, para que pueda llevarlo tranquilo a vuestro lado.
    Don Pedro, el manto rojo y los cabellos rubios agitados por el viento de enero, le contempló antes de responder, también a voces.
    – Te conozco, Martín Abarca. ¡Dios te maldiga! -Casi chirrió los dientes-. A mi hermano le perdono. Que venga, que yo cuidaré de los de mi sangre. Pero te advierto que a ti te haré matar no bien te acerques, por haber puesto tus conocimientos al servicio de mis enemigos.
    El navarro le miró a su vez a los ojos, sin pestañear, desde el otro lado del puente.
    – ¡Sea!
    Y, tomando al mozo en brazos, como si fuera un crío, cruzó con tranquilidad el puente de ladrillo.

  11. Koenig dice:

    Opinaría, pero me da pudor interrumpir este interesante monólogo (perdón, perdón)

  12. Ascanio dice:

    Opina, hombre, opina. Porque si no, este hilo va a pasar a la historia de Hislibris como la reseña que tiene más comentarios de la autora que de los lectores.

  13. Clío dice:

    Pues mira con tanto monólogo, me está apeteciendo leer el libro, tu sigue sigue, que de este hombre no he leido nada y parece interesante ¿no?

  14. Ireth dice:

    Eso, tú sigue, que a mi también me están entrango ganas de leer el libro. Cuando leí el Don Juan de Siegfried Obermeier me pareció mucho más interesante la figura de Pedro I que la del propio Don Juan, así que este libro puede ser muy interesante.

  15. Ascanio dice:

    Pues como me están dando cancha -todavía no noto la guadaña de Javi_LR cerca de mi cuello, ni veo los Zzzzzz de Germánico-, pongo otro cachito (aunque a este paso no va a hacer falta que os compréis el libro) dedicado a Clío y a Ireth:

    Iñigo de las Cuevas, uno de los supervivientes […] llegaría a comparar aquel encontronazo con el de una piedra contra una sandía. […]
    El que no logró huir fue muerto sobre el terreno, y más de uno pudo dar gracias a que el tiempo neblinoso de la tarde le ayudase a salvar la vida.[…]

    Pero pocos tuvieron tanta suerte. Muchos de los de Villagera fueron alanceados o muertos a golpes de maza, martillo y daga. A media docena de sus pardos, incluso, se los llevaron a rastras hasta un pino muy alto y viejo y, pese a sus gritos, les ahorcaron en las ramas más bajas. Luego, los de Mejías se marcharon a Uclés, dejando aquel páramo sembrado de cadáveres de hombres y caballos. Algunos labriegos de la zona, que se acercaron a la caída de la noche, en busca de algo de botín o por simple curiosidad, se toparon con la estampa del pino largo, entre los remolinos de niebla, con cadáveres casi desnudos oscilando de las cuerdas.

    Huyeron espantados y nadie osó tocar los restos, de forma que quedaron ahí colgados, a merced de las aves de rapiña y a la intemperie. El árbol solitario cogió fama de maldito y, durante muchos años, nadie se acercó a él de buen grado, o pasó siquiera cerca tras la puesta del sol, no fuese que le salieran al paso las ánimas condenadas que se escondían entre sus ramas. Así fue durante décadas, hasta que, durante una tormenta de verano, un rayo lo golpeó e hizo arder hasta las raíces. Los lugareños lo consideraron un acto casi divino, que ponía fin a la maldición y liberaba a las almas presas. Y, a partir de ese día, como nadie más afirmó haber visto espectros cerca del pino, ni oído alaridos a lo lejos, la historia fue cayendo poco a poco en el olvido, hasta perderse del todo en el olvido de las gentes.

  16. Valeria dice:

    Pues Aretes no es la única que se quedó con ciertas dudas, que yo al principio me fijé muy mucho en este parrafito tuyo:
    «Es quizás por la ausencia de un personaje protagonista o por la abundancia de acontecimientos por lo que a veces la historia parece algo dispersa, con un desenlace que no da la sensación de que todos los cabos terminen bien atados».

    Yo he léido La Boca del Nilo y en su día comenté (¿sería en el ranking?) que se me había desinflado mucho al final.

    Pero estoy dispuestísima a darle otra oportunidad al rey de la selva. Que es muy bonito saltar de vez en cuando de una época a otra. Y ademas, con estas recomendaciones peperonis…. celos, sexo, pasiones, traiciones, mercenarios hideputas ¿quién se resiste?

  17. Aretes dice:

    Menos mal… ¿ves como si no está clarito no se entiende, Ascanio…. querida?

  18. Ascanio dice:

    Hola, Valeria.
    Es cierto que el final (en concreto el último capítulo) da la sensación de que ha sido cortado en seco. Es como si le faltase algo, como si no terminase de concretar la historia (cosa que, por otro lado, es cierta, porque la historia real sigue y sigue durante varios años más).
    Pero también es verdad que el resto de la novela está muy bien escrita, redactada y ambientada. Y lo que es más, me ha parecido entretenidísima. Y encontrar todo eso en la misma novela es poco frecuente (por lo menos para mí).

  19. Ascanio dice:

    Uy, qué retintín más sospechoso noto en tu comentarios, Aretes…querida…
    Valeriflapy, mi respuesta a tu comentario está en moderación. (Me lo temía. Lo raro era que no me moderaran antes. Javi se habrá pensado: ¡Otro chorizo de la pesada esta!)

  20. Valeria dice:

    Pues si otras, según veo
    creen lo mismo que yo creo
    ¿a qué más sangre verter

  21. Jerufa dice:

    Bueno, hermanita. No he leído ningún comentario anterior por falta de tiempo.
    Seguro que tampoco merecen la pena, pero bueno…Es brooooma, hombre.
    Al grano.
    ME HA ENCANTADO TU RESEÑA.
    ¿Que más quieres?.
    Y además, te diré otra cosa, de los libros que has reseñado es el primero que realmente me tira en cuanto a contenidos. Nada que objetar respecto a tus reseñas -ya sabes que fuiste mi introductora en estas lides- que realmente aprecio y valoro como ninguna. Son los contenidos los que no me acaban de atraer.
    Sin embargo, Los malos años por lo que he leído seguramente, lo acabe leyendo. Es una época que a mí, personalmente, me está empezando a fascinar. Me recuerda mucho a lo que disfruté con la lectura de La peste negra y que reseñé aqui hace ya algún tiempo.
    Me estoy haciendo con la serie de Los Reyes Malditos por expresa sugerencia de Arauxo y espero que no me decepcionen ¡seguro que no!
    En definitiva, mmmanaa, que me ha encantado como siempre leerte, disfrutando de ese estilo tan personal que imprime y da carácter a tus reseñas, aunque en esta has estado muy «puestecita» y nada guerrillera. Me gusta, me haré con el libro o te robaré en su día.
    Besos.

  22. Jerufa dice:

    No te escribo más porque me comen las huelgas.

  23. Ascanio dice:

    Jerufa, haces bien en no leer los comentarios anteriores, porque son casi todos míos…
    En fin, gracias por los piropos, y aquí tienes el librejo para cuando quieras que te lo preste.
    Por cierto, yo también tengo pendientes Los reyes malditos. Y les tengo unas ganas despepitantes.

  24. Germánico dice:

    Ascanio reborned… Muy interesante reseña. No es de mis asuntos preferidos, pero enhorabuena.

  25. Ascanio dice:

    ¡Pero German! Y yo que estaba esperando tus Zzzzz….
    Bah, qué decepción.

  26. cavilius dice:

    Ascaniatrix Reloaded.

    Próximamente en todas sus pesadillas.

    Zzzzzzzzzzzz…

  27. Laurita dice:

    Hace pocos años Manuel Barrios publicó una biografía de (Pedro I El cruel, La nobleza contra su rey, editorial Temas de Hoy) que era en realidad una vindicación de este personaje, al parecer amigo por igual de judíos, árabes y cristianos. Me pareció muy interesante y disfruté mucho con su lectura. No recuerdo si fue allí donde leí que a sus partidarios, sobre todo después de su muerte, se les llamó emperegilados, ya que sus enemigos hicieron correr la especie de que era hijo de un judío llamado Pero Gil y que había sido cambiado al nacer porque la reina había parido una niña.

  28. Danielín dice:

    Enhorabuena por la reseña, Ascanio. En uno de tus comentarios dices sentir envidia de la oferta cultural de nuestra villa y corte. En realidad, algunas de las obras de teatro que se ven aquí se pueden ver también en Sevilla, cuando salen de gira, como aquí vemos a las compañias sevillanas que tienen a bien visitarnos. Éste es el caso de bricAbrac, que tiene en cartel un montaje muy simpático titulado C’est la vie en la sala Triángulo. Lo vimos el sábado y nos gustó mucho.

  29. Ascanio dice:

    Pues tomamos nota, Danielín.
    Laurita, es todo un honor que aparezcas en mi reseña. Ciertamente, a los partidarios de Pedro I se les llamaba emperogilados o emperegilados, por las razones que has escrito. También corrían rumores de que el caballero de origen portugués Martín Alonso Tello, uno de los hombres de confianza de la madre de don Pedro, María de Portugal, era también amante de ésta. Tello fue asesinado por orden de Pedro I delante de ella. Puede verse una descripción (además de en la novela) en este enlace (ver pág 85) del libro Historia del reinado de don Pedro I llamado El Cruel, editado en 1847 en Sevilla:


    Asesinato de Martín Alonso Tello

    Con una Historia como la que tiene España a sus espaldas, parece mentira el poco partido que le sacamos. Si la tuvieran los norteamericanos, otro gallo cantaría.

  30. Laurita dice:

    He leído un poco el texto del enlace que incluyes en el comentario anterior y no cabe duda de que el autor es un entusiasta defensor de Don Pedro. Me ha gustado sobremanera la siguiente frase, para calificar las crónicas del canciller López de Ayala, que habiendo servido a D. Pedro en su mocedad se pasó después a las filas de su rebelde hermano: Escribiendo Ayala la Crónica del D. Pedro por orden de D. Enrique el Bastardo, o de los inmediatos sucesores de éste, es preciso olvidarse de todas las reglas de la crítica, para suponerle imparcial. La discusión sobre la historiografía a favor y en contra de Pedro I sería muy interesante (aunque, por supuesto, no tanto como reina de las disputas: Isabel, ¿reina o madre?. A ver si tenemos suerte y alguien nos cuenta algo del asunto.

  31. Ascanio dice:

    ¿Anthos? ¿Dónde andas metido?

  32. Ascanio dice:

    Síiiii…lo séeee…soy muy pesada. Pero he recordado otro fragmentito que me gustó mucho por su plasticidad:

    Quizá rezaba por el muerto, o estaba sumido en recuerdos y pensamientos. Nadie se le acercó y se creó así una escena extraña; una composición fantasmagórica como las que pintaban sobre tabla algunos artistas macabros. En el centro, el notable castellano de ropón negro, arrodillado ante el muerto. A un paso, los dos pajes con antorchas. Luego, a diversas distancias, hombres de armas en la penumbra, observando inmóviles. Y más allá, en casi oscuridad, cadáveres tendidos.

  33. Aretes dice:

    Niña, ¿tú pagas el canon digital por triplicado?

  34. Valeria dice:

    Se lo he recomendado a una compañera de trabajo y se lo ha comprado. Como no le guste, Ascanio, te vas a enterar (si no le gusta, yo me he comprometido a comprárselo, eso sí, como libro usado). A mi no me dio el presupuesto para la adquisición…. sólo fuimos a la librería a preguntar por un libro que tenía encargado hace días, y las dos salimos con bolsa. Qué tristes son las adicciones para el bolsillo.

  35. Koenig dice:

    Pues son mucho peores las sustracciones.

  36. Ascanio dice:

    Yo no pago ni canon ni ná. Por eso uso el nick, a ver quién es el listo que me encuentra. Jua-jua.
    Valeria, como no le guste a tu amiga habrás perdido una amiga y ganado un libro usado. Por si acaso, voy a mudarme de ciudad y a ponerme una barba postiza para que te cueste más encontrarme.
    Koenig, son muchísimo peores las elecciones.

  37. Koenig dice:

    Cierto, sobre todo las municipales, que todos nos conocemos.

  38. Ascanio dice:

    Querido Pepe, nuestro idolatrado Richar acaba de lanzarme un guante en el foro y yo, teniendo en cuenta que me siento hoy con ganas de dar coces y ser coceada, lo he recogido.
    He leído «Las lanzas rotas». Y he de confesar que me ha decepcionado, a pesar de las buenas críticas que he leído acerca de esta novela (incluídas las tuyas). Tú decías lo siguiente:

    Me llamó mucho la atención que los personajes hablaran y pensaran de una forma tan convincente para el contexto histórico en que se desarrollaba la acción.

    Precisamente yo iba esperando encontrar eso, pero he visto, en cambio, unos diálogos que me recuerdan a tantas y tantas novelas que pasan sin pena ni gloria, y un argumento flojo de desenlace previsible.
    Pepe, si los diálogos de «Las lanzas rotas» te parecieron buenos, los de «Los malos años» te parecerán sobresalientes, te lo aseguro. Y los de «El hombre de la plata», también. En mi opinión, estas dos novelas son muy superiores a «Las lanzas rotas».

  39. pepe dice:

    No puedo comparar «Las lanzas rotas» con las otras novelas de Arsenal, porque es la única que he leído. Su mayor virtud es que tiene un planteamiento sencillo y que los personajes no están motivados por sentimientos anacrónicos. Lo mejor de todo es la enseñanza final, de una ingenuidad y una evidencia notables: de nada sirven fama, gloria y honor a quien no tiene amigos, porque el que carece de ellos es como aquel que tiene las lanzas rotas. Verdaderamente no se me ocurre una lección más provechosa y feliz. No puedo recordar ahora más detalles del libro, aparte de que me sirvió para reconciliarme (momentáneamente) con la novela de ambiente histórico.

  40. Ascanio dice:

    Cierto, la «moraleja» final es lo mejor, pero hasta llegar ahí, el resto me parece… excesivamente simplón (que no simple, porque con frecuencia la belleza está en la simplicidad y la sencillez).

  41. pepe dice:

    Bueno, siento que no te haya gustado, reina mora. Creo recordar que a Richar tampoco le gustó, lo que arroja un resultado de dos a uno. A ver si hay por ahí alguien que diga ay.

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