LA TOMA DEL PODER POR LOS NAZIS – William Sheridan Allen

LA TOMA DEL PODER POR LOS NAZIS - William Sheridan Allen

Muy claro nos lo pone el autor, el historiador estadounidense William S. Allen, en el arranque mismo del prefacio: «Ésta es la historia de una pequeña localidad alemana durante los últimos años de la República de Weimar y los primeros del Tercer Reich. Es un intento de comprender uno de los problemas políticos y morales esenciales del siglo XX: cómo pudo hundirse una democracia civilizada hasta convertirse en una dictadura nihilista». El día de su publicación, en 1965, el libro constituyó una interesante novedad: hasta ese momento ningún estudio había abordado el análisis pormenorizado de los aspectos políticos, económicos, sociales y culturales del ascenso nazi al poder del modo asumido por Allen, enfocándose en una localidad específica, la pequeña ciudad de Northeim (estado de Prusia), y cubriendo un amplio arco temporal (que en realidad culmina en 1945, a pesar de lo expuesto en el párrafo citado).

El libro es fruto del análisis de un cúmulo de fuentes primarias: entrevistas a habitantes de la localidad, documentos públicos y privados, crónicas periodísticas del período. Como se puede suponer, y bien que lo advierte el autor, los resultados de la investigación están gravados por las dificultades propias de la focalización y representatividad de la muestra escogida. Sin ser Northeim un microcosmos de rigurosa singularidad, tampoco era una ciudad como cualquier otra; y es que ninguna podía serlo, dada la diversidad del universo urbano alemán. A mitad de camino entre la especificidad y la universalidad, los patrones sociológicos e históricos de la ciudad de Northeim conformaban un modelo de cuyo estudio se podían obtener conclusiones extrapolables en medida prudente. 

En su escrutinio no sólo de la dinámica sociopolítica que propició el ascenso del nazismo sino también de la que se desencadenó tras la llegada de Hitler al poder, la exposición procede con suma claridad. Después de una caracterización de la estructura socioeconómica de la ciudad y de su estado de cohesión social en los días de la República de Weimar, con sus pautas de asociatividad e identidad colectiva, se desarrolla un rastreo de los detonantes culturales, sociales y políticos que proporcionaron atractivo al nazismo y lo llevaron al poder, así como de los factores que explican el fracaso de los partidos de clase media. Algunos de los primeros provenían de condiciones culturales que predisponían a una parte importante de la población a una corriente de afinidad con un movimiento como el nazi. Aun instituciones en principio apolíticas como asociaciones deportivas y clubes recreativos se hallaban impregnadas de nacionalismo y una propensión al militarismo, o por lo menos una fuerte admiración de las virtudes castrenses.

Al repertorio de factores que propiciaron el auge del nazismo se suman algunos como los siguientes: el deseo de ver acabado el «politiqueo» y las eternas disputas del sistema parlamentario; el de una solución radical a la crisis económica; la esperanza de ver restaurada la fortaleza de la autoridad gubernamental; expectativas de beneficios personales (oportunismo); el odio de la burguesía a la socialdemocracia; el extremo grado de politización alcanzado por la sociedad, en virtud del cual resultaba convicción generalizada que la totalidad de los problemas nacionales y locales debían ser resueltos por vía política; desgaste de los valores democráticos. (A las alturas del conocimiento disponible en la actualidad sobre el tema, el cuadro es bastante familiar.) Los nazis tenían varios puntos a su favor: dinamismo, determinación, la fuerza del número y una creciente eficiencia tanto organizativa como propagandística. Su despliegue de energía y flexibilidad al servicio de la agitación política impresionaba una enormidad. Los nazis supieron adaptar su discurso y sus motivos propagandísticos a cuestiones de relevancia local (esto mismo explica la relegación del antijudaísmo a un segundo plano, una vez asumido que podía resultar contraproducente). Supieron ganar en respetabilidad de cara a la burguesía, gracias a su profesión de fe nacionalista, a su antibolchevismo y a una hipócrita apelación a la religión. Primer partido masivo de la clase media en la historia alemana, este estrato social le suministraba personal cualificado en áreas como administración, publicidad y contabilidad, útiles en la campaña de conquista del poder.

Frente a la marea nazi, los partidos de centro e izquierda ofrecían poco. Salvo el partido comunista, por demás un espantajo para las clases medias, eran incapaces de rivalizar con el NSDAP en cuanto a dinamismo electoral y propagandístico. El compromiso con la democracia entre sus seguidores no era incondicional; su interpretación del régimen republicano estaba lastrada por la herencia autoritaria del país. En todo el espectro de partidos políticos hubo una fatal incapacidad para comprender la naturaleza del nazismo. Los alardes de resistencia de algunos sectores y organizaciones se diluyeron con prontitud. Así, por ejemplo, Allen atribuye  la inacción del Reichsbanner -milicia del partido socialdemócrata- sobre todo al peculiar curso de la toma del poder por los nazis: no a través de un golpe de Estado sino por una sucesión de acciones semilegales o con apariencia de legalidad a lo largo de medio año –más o menos-, ninguna de las cuales era en sí misma una revolución pero que acabaron por consumar, en palabras del historiador Konrad Heiden, una especie de «golpe de Estado a plazos».

Allen hace hincapié en que la depresión económica fue lo que más contribuyó a poner a los habitantes de Northeim «al borde del III Reich». Enfatiza al mismo tiempo que no debe reducirse la comprensión de este factor a una conexión automática entre los efectos económicos de la recesión y el voto nazi. Víctimas directas de la crisis fueron ante todo los obreros, y éstos votaron preferentemente por los comunistas. Los estratos medios de Northeim, de donde provino el mayor apoyo a los nazis, sólo se vieron afectados de modo marginal. Su propensión al extremismo político representado por el nazismo se debió más bien al temor a los efectos de la depresión y al radicalismo de los trabajadores, o al espectro de la revolución –de izquierdas-.

Tras el arribo al poder, llegaba la hora de la «limpieza». Los nazis se dieron a la tarea de remodelar el tejido social de Northeim, sometiéndolo a un proceso de simplificación y absorción por el que se procuraban un mejor control de la población. Muchas organizaciones habían sido infiltradas con anterioridad, lo que allanaba su fusión con el aparato partidista; otras fueron disueltas o languidecieron hasta desaparecer. Con el nombre de «coordinación», se implementó un programa de reestructuración de entidades como sindicatos, gremios profesionales, clubes, empresas, sociedades de beneficencia y otras. El objetivo era forjar una sociedad monolítica y sometida a la hegemonía nazi, canalizando en una única dirección todas las formas de actividad colectiva y politizándolas bajo la exclusiva enseña nacionalsocialista. Más pronto que tarde, el resultado fue el desmantelamiento de los vínculos sociales tradicionales y la atomización de los individuos. Se abrió una era de desconfianza generalizada y de progresivo hastío con respecto a las continuas campañas de propaganda y movilización social, que perdieron en espontaneidad y en capacidad de suscitar entusiasmo en la población. Por cierto que se desató la correspondiente represión, a fin de suprimir todo atisbo de disidencia. Luego se llegó a una especie de acuerdo tácito: la población hacía lo que se esperaba de ella y el gobierno moderaba el rigor del régimen policial.

Con todo, ya en 1935 se advertían signos de descontento y de desafección. Una de sus causas principales eran los ataques contra las instituciones eclesiásticas, en particular la protestante (mayoritaria en Northeim). Pero, entre otras cosas, la dispersión en los motivos del descontento y en los grupos en que éste se manifestaba obstaculizaba la formación de una oposición cohesionada. La «coordinación», la dislocación de la sociedad y la represión inhibían cualquier esperanza de desalojar a los nazis del poder.

En mi opinión, es de agradecer que se publiquen en castellano libros como éste, pionero un día en su materia y valioso por su inmersión en material de primera mano; no de modo gratuito, el libro es referencia obligada para buena parte de la bibliografía posterior. Interesante y todo, he echado no obstante en falta un mayor énfasis en el aspecto político del camino al III Reich; acaso las fuentes no abundasen demasiado en el tema de la democracia weimeriana y las difíciles condiciones de su nacimiento y desarrollo –o, por mejor decir, las que imposibilitaron que cuajase de modo adecuado-. A mi entender, la respuesta a un problema del tipo de «cómo pudo hundirse una democracia civilizada hasta convertirse en una dictadura nihilista» acaso debiera empezar a buscarse en el grado de consolidación y respaldo con que cuente dicha democracia, no sólo en el caso que nos concierne.

Como ejemplo concreto del alcance de la revolución nazi en una zona acotada, y a pesar de lo que ha llovido desde la fecha de su publicación original, el libro se merece -y mucho- una atenta lectura.

– William Sheridan Allen, La toma del poder por los nazis. Ediciones B, Barcelona, 2009. 516 pp.

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24 comentarios en “LA TOMA DEL PODER POR LOS NAZIS – William Sheridan Allen

  1. ARIODANTE dice:

    Excelente reseña, Rodri, como siempre. Justamente ahora estoy leyendo la trilogía de Angel Wagenstein, que vivió todos esos acontecimientos en carne propia, y que lo expresa por medio de novela, no de ensayo, pero con cantidad de datos y de referencias que sí son reales. Y sobre todo, me interesa en relación al tema que planteas: «cómo pudo hundirse una democracia civilizada hasta convertirse en una dictadura nihilista» o cómo se pudo llegar a tal grado de depravación y de crueldad y que la sociedad consintiera en ello.
    Wagenstein, en su obra, viene a decir que la gente cree lo que quiere creer, y el autoengaño funcionó a la perfección en esa época. Aunque los hechos les estuvieran dando en las narices, muchos se empeñaban en creer que todo iba bien, que nadie iba a ir a la guerra, que no era posible que las cosas fueran a los extremos que fueron, …y todo porque querían creerlo, querían que fuese como lo deseaban, confundiendo deseo con realidad.
    Parece mentira que con esta historia tan reciente estemos ahora haciendo exactamente lo mismo. No querer aceptar hechos que se caen por su propio peso, ponernos una venda y creer sólo lo que deseamos que ocurra. Es pasmoso, ¿no? Pero es una de las explicaciones de por qué la gente de a pie tragó lo que tragó. Al margen de otras explicaciones más científicas o más racionales, que también.

  2. juanrio dice:

    Leí este libro hace más o menos un año, y me pareció una fantástico estudio sobre como se produjo la ascensión del nazismo. Tiene la enorme ventaja de ese estudio del microcosmos que hace Allen. En el libro vemos como, mes a mes, va cambiando una ciudad pequeña, pacífica y conservadora hasta transformarse en un estado de confrontación permanente en el que, al final, sólo le plantan cara a los nazis, los comunistas, lo que hace que prácticamente todos los ciudadanos pacíficos y de derechas, las dos cosas, y parte de los socialistas, acaben en el partido nazi y con los comunistas en el campo de concentración.

    Enhorabuena por la reseña de un libro tan interesante, Rodrigo. Y muy buena la aportación sobre Wagenstein, Ariodante. Yo también recorde cuando leía este libro, otro pequeño y de género epistolar, Paradero desconocido de Kressman Taylor.

  3. ARIODANTE dice:

    Cierto, Juanri. Sólo los comunistas les plantaron cara a los nazis, como sólo los comunistas le plantaron cara a Franco. Las cosas como son. El problema es que los comunistas en un caso y en otro, representaban un porcentaje mínimo dentro de la población general, esa gran mayoría silente que miraba para otro lado o que apoyaba abiertamente al «nuevo orden». Y que precisamente por ser los comunistas los únicos que se oponían al nazismo, (al menos en un primer momento) los nazis aprovecharon el temor que la burguesia y las clases medias tenían al emergente comunismo marxista, para ocultar con esa cortina de humo sus verdaderas intenciones, tan estatalistas y tan colectivistas como el régimen de Stalin pero arropados por el manto del nacionalismo alemán.

  4. Gww dice:

    Rodrigo, me ha parecido una reseña muy buena. En la pasada Feria del Libro estuve tentado de comprar este libro aunque al final no me decidí. De haberte leído antes no habría cometido ese error (que enmendaré en breve).

    Por otro lado, parece un tema muy actual (salvando las distancias) ya que la crisis económica siempre lleva aparejado el riesgo de radicalismo de cualquier signo y vislumbrar las fronteras nacientes del mismo nos puede ayudar a evitar adentrarnos en un camino de confrontación sin retorno. Por eso me gustan tanto los libros sobre este tema o el Holocausto, siempre son una enseñanza actual.

    Y suscribo totalmente la afirmación de Ariodante sobre Wagenstein. Sólo he leído la primera novela de la trilogía pero es realmente impresionante.

    Saludos.

  5. Rodrigo dice:

    Muchas gracias, queridos contertulios.

    Sí, de alguna manera el libro es una advertencia sobre los radicalismos como forma de respuesta a las crisis que eventualmente se ciernen sobre un país. Teniendo en cuenta, por supuesto, que no todo el conjunto de factores y características estudiado es generalizable o extrapolable a otros contextos históricos o sociales.

    Precisamente, hace apenas unas semanas leí Adiós, Shangai, de Wagenstein. Deduzco que el primer libro de la trilogía, El pentateuco de Isaac, resulta más afín al tema que se comenta.

    Saludos.

  6. Chuikov dice:

    Hola,

    Rodrigo, enhorabuena por escribir tan bien. Me encantan tus reseñas. Tienes una visión global del siglo XX muy rica, en mi opinión.

    «A mi entender, la respuesta a un problema del tipo de «cómo pudo hundirse una democracia civilizada hasta convertirse en una dictadura nihilista» acaso debiera empezar a buscarse en el grado de consolidación y respaldo con que cuente dicha democracia, no sólo en el caso que nos concierne.»

    Yo es que creo que la República de Weimar fue completamente un accidente en la historia de Alemania. El fracaso de la Gran Guerra no es capaz de cambiar el sentir general, las aspiraciones del pueblo alemán, que tardaría unos 15 años en volver a galopar de nuevo bajo riendas autoritarias. No es explicación, y menos en tres renglones de blog, al porqué, pero sí es un punto a partir de cual se puede sacar más de un corolario.

    En el periodo entre 1871-1945 hay muchos elementos de continuidad, sobre todo en la política exterior. Hillgruber apoya esta postura.

    Fritz Fischer, del cual tengo pensado leer no más tarde de este curso que viene»Germany’s Aims in the First World War», argumenta que las diferencias entre la política exterior alemana Imperial, de Weimar y la Nazi, sólo fueron de «grado», más que de «tipo».

    En alguna ocasión David L, comentó en otro foro un tomo de la trilogía de Evans, en el cual otra vez aparecía el tema de la continuidad 1871-1945 y consecuente accidente de la República. Corrígeme si me equivoco, David.

    Por cierto, no conocía a Wagenstein. Pero por lo que acabo de picotear por la red, me lo apunto para leerlo dentro de un par de años.

    Saludos.

  7. JF dice:

    NO, eso no es así, aparte de comunistas…
    En la Alemania nazi y ‘países satélites’ hubo un grupo que se opuso a los nazis desde el principio e incluso antes, cuando se gestaba el nazismo (otros grupos religiosos o políticos: callaban), eran y se llamaban: «Bibelforschers» (Estudiantes de la Biblia) conocidos comúnmente en español como: Testigos Cristianos de Jehová. El grupo religioso se opuso y denunció al nazismo. Los Bibelforschers recibieron palizas, amenazas, prohibiciones publicas, se proscribió su obra, se le acusaba falsamente de sionistas o comunistas, se cerraron sus centros de adoracón y locales, se confiscaron incluso posesiones privadas de miembros de la Organización religiosa, hubo encarcelamientos, muchos fueron a parar a campos de concentracción, fueron ejecutados, pocos sobrevivieron. Era una Confesión que se opuso al nazismo con la palabra, con la denuncia, sin levantar un arma contra el Regimen opresivo nazi, todo ello, por no renunciar a su fé, a su Dios Jehová, a sus principios bíblicos. Los principios eran cuestionados por los nazis, y exigian a los individuos de la Confesión la obligación de adherirse al nazismo. Un grupo de unos 20000 individuos de una población de al menos 65 millones de los que unos 40 millones eran protestantes y unos 20 millones católicos -captó la atención de la autoridades nazis- representaba una amenaza, una minúscula confesión religiosa como la de los Bibelforscher que se oponía al sistema nazi desde su mismas bases.

    Los Bibelforschers los grandes olvidados de la historia… Por ah,í hay alguna publicación que nos puede ilustrar en dicho tema.

    Un saludo.

  8. APV dice:

    El problema de los comunistas no era que no tenían base electoral, que si era abundante, en las elecciones de noviembre de 1932 lograron unos 6 millones de votos.
    Ahí habría que hablar del problema que tenía la socialdemocracia alemana, y es que no acababa de convencer a las clases medias y al mismo tiempo perdía el apoyo de los obreros, ya los sucesos de 1919 le habían restado mucho apoyo.

  9. juanrio dice:

    Cierto, JF, lo que dices de los Testigos de Jehova, de hecho en muchos libros de testimonios sobre los campos de concentración nazis nos hablan de ellos, de su callada lucha. El último que he leído, La especie humana de Robert Antelme lo hace. Pero mi respuesta en cuanto a que los únicos, o prácticamente los únicos, que se enfrentaron a los nazis fueron los comunistas, tiene más que ver con el libro en cuestión. En él no aparecen testigos de Jehova, y si habla de militantes de otros partidos que se les oponen, pero el único bloque que lo hace es el partido comunista. Eso tuvo la mala consecuencia de que los alemanes temían más al marxismo que al nazismo y así pasó lo que pasó en Alemania.

  10. JF dice:

    Bien, juanrio, si es con el libro en cuestión y no dice nada de los Testigos de Jehová… es una pena. Si te centras en lo político…, pero fiíjate en el fondo la lucha de los Bibelforscher sin ser comunistas ni sionistas ni pertenecer a ningún partido por mantenerse neutrales en cuestiones políticas y raciales; indirectamente o en otro plano se luchaba por unos derechos que la política nazi quería eliminar: Neutraliddad, -una opción libre de cualquier país democratico-. Los Bibelforscher lucharon contra el sistema opresivo nazi por mantener su integridad religiosa, sus principios basados en la Biblia, pero también lucharon por unos derechos democráticos (como ciudadanos libres fueron los únicos en esa lucha oponiendose a los nazis).

    Hablando de libros, la obra : «Los Bibelforscher y el nazismo (1933-1945) -los olvidados de la historia-«, de Sylvie Graffard – Léo Tristan, de (Editions Tirésias) nos ilustra al respecto, nos muestra su lucha contra el nazismo, y bueno, el los campos de concentración los triángulos púrpuras como eran conocidos la obra es sobrecogedora por los relatos y documentación que nos muestra.

    Un saludo.

  11. juanrio dice:

    Gracias, JF, me apunto el título al que te refieres. Debió ser gente valiente para enfrentarse a esa maquinaria de horror y muerte con el único arma de su Fe. Algo que no hicieron el resto de las iglesias, diría que en ningún sitio, aunque seguro que peco por exceso.

  12. JF dice:

    Pues en lo último que apuntas, juanrio, yo creo que no te pasas en exceso. Comentando sobre ello, el libro «Modern Germany-Its History and Civilization (1966) dice:
    «La más perseguida secta de todas las sectas cristianas, y la que fue tratada con casi la misma cruedad con que se trató a los judíos, fue la de los Testigos de Jehová (Bibelforscher). Poco se ha escrito acerca de este grupo de la oposición, pero desde el punto de vista de la inmutabilidad heroica a convicciones y resistencia valerosa y martirizada los Bibelforscher alemanes ocupan un lugar sumamente honroso en la historia del Zivilcourage (valor civil) alemán.» -Pág.513

    Saludos.

  13. Rodrigo dice:

    JF, el libro no se centra exclusivamente en lo político. Es muy posible que durante el período estudiado no residiese ni un solo Testigo de Jehová en la ciudad de Northeim.

    Recuerdo haber leído algo sobre la oposición de los Testigos de Jehová al régimen nazi en El III Reich en el poder, de Richard Evans, y en El Estado de la SS, de Eugen Kogon (creo que no hay referencias en Causas sagradas, de Michael Burleigh, lo que está mal para un libro cuyo tema son los roces y traslapes entre política y religión en el siglo XX). Un caso admirable, ciertamente. Se puede suponer que la saña con que fueron perseguidos fue proporcional al empecinamiento de su oposición y al hecho de constituir una suerte de trizadura en el proyecto de hegemonía ideológica del nazismo, aunque no necesariamente una amenaza para la integridad del régimen. Por meritoria que fuera la actitud de los Testigos de Jehová, en términos estadísticos y de presencia pública (en la acción tanto como en el discurso) resultarían un segmento social de relevancia menor. Lo que no quiere decir que se deba pasar por alto su ejemplaridad, todo lo contrario.

    Gracias, Chuikov, pero todavía estoy en fase de aprendiz. Mira, entiendo que la tesis sobre la continuidad de la que hablas tiene buenos fundamentos, sobre todo en lo concerniente a política exterior. Justamente, en la Alemania de la época (por entonces un país con escasa o nula tradición democrática y deficiente cultura cívica) proliferaba la opinión o la impresión de que la República de Weimar era una anomalía histórica; un régimen (o “sistema”, como se lo llamaba) extraño a la identidad germana y carente de legitimidad, impuesto por las potencias vencedoras en la PGM al mismo tiempo que producto de un acto de traición (la famosa “puñalada en la espalda”). Por lo mismo, un régimen que suscitaba escasa simpatía o compromiso en gran parte de la población. Al respecto, vale la pena leer el libro de Eric Weitz, La Alemania de Weimar, reseñado en esta página por Farsalia:
    https://www.hislibris.com/la-alemania-de-weimar-promesa-y-tragedia-eric-d-weitz/

    También está reseñado el primer libro de la trilogía de Angel Wagenstein, El Pentateuco de Isaac, por Juanrio:
    https://www.hislibris.com/el-pentateuco-de-isaac-angel-wagenstein/

    Saludos.

  14. David L dice:

    El libro reseñado lo tengo en mi biblioteca en espera de ser leído, muchas veces la reseña en Hislibris es un empujoncito para «avanzar» posiciones.

    Entrando ya en el contenido del libro, me gustaría comentar que para mí también fue una sorpresa que la primera edición del mismo datara de los años 60, a pesar de este hecho me lo recomendaron y por eso decidí comprarlo. No deja de ser curioso estudiar la llegada del Tercer Reich a través de una pequeña población alemana.

    En cuanto a lo que ha mencionado Chuikov sobre la República de Weimar y la trilogía de Richard J.Evans, quiero matizar que este autor opina que Weimar padecía de un mal incurable: la falta de una mayoría parlamentaria que apoyara el régimen republicano en el Reichstag. Por otra parte, y a pesar de esta última afirmación, Evans asegurara que la llegada del Tercer Reich podría haberse evitado, al fin y al cabo los nacionalsocialistas no alcanzaron nunca la mayoría absoluta como para dar un golpe de timón y “modificar” mediante leyes el régimen democrático alemán, eso sí, bastante deteriorado por esa falta de apoyo político en el Parlamento alemán. No sé cómo analizara Willian Sheridan la llegada del Tercer Reich a Northeim, si producto de un “accidente” o simplemente como un hilo de continuidad ligado a la historia del pueblo alemán. Será interesante conocerlo.

    Un saludo.

  15. juanrio dice:

    Creo que Allen lo que dice es que el nazismo alcanza el poder por una involución del pueblo aleman, en Northeim. Va narrando como van tomando posiciones y desalojando de ellas al resto de lo partidos, como pasa de ser una fuerza inexistente y acaba convertida en mayoritaria y absoluta, por una especie de rendición por parte de la derecha civilizada, no toda lo era, y de la izquierda y el centro moderados. La fuerza y el terror se imponen sobre el sentido común y la normalidad, pero no de golpe o por una casualidad, es como la gota china, una tras otra. Al final se alzan victoriosos y abarcan todo el abanico social del pueblo, desde el poder político, los clubes y asociaciones deportivos o culturales, la iglesia, tdo.

  16. JF dice:

    Hola, Rodrigo, me alegra leerte también aquí. Si la publicación no se centra sólo en lo político es otra cosa…, pues la mayoría de las veces la política y religión van de la mano. Lo que ocurre (por ello mis comentarios) es que me sorprendió un poquito en la reseña (no porque no este bien elaborada, que lo está, sino porque creo que se tenía que haber matizado un poco más. Comentas:» una hipócrita apelación a la religión» (pero no toda religión en la Alemania nazi comulgó con el régimen). El factor religioso fue muy determinante (Von Papen, etc.), católicos y protestantes apoyaron al régimen nazi; pero como en política en religión tampoco se puede generalizar, pues hubo un grupo religioso: Bibelforscher (Testigos de Jehová) como bien sabes que no apoyó al nazismo en ningún modo, todo lo contrario se opuso, lo denunció; además el que se comentara con tanta seguridad que los comunistas fueron los únicos en plantarle cara a los nazis, eso no es así.
    Bien, es posible como dices que no residiesen en Northeim, pero no hay una seguridad total. La obra que menciono más arrriba: «Los Bibelforscher y el nazismo…» nos dice claramente:
    «Pese a todas las palizas, amenazas, y prohibiciones, pese a las humillaciones públicas, los encarcelamientos y que se le encerrara en los campos de concentración, los Estudiantes de la Biblia (Bibelforscher) nunca dejaron que se les ‘reeducara'». Está claro que los nazis perdieron la batalla ideológica contra los Testigos de Jehová como colectivo, cosa que si hicieron con otras confesiones religiosas e incluso algunos grupos políticos y la ganaron. La socióloga polaca Anna Pawelczriska, sobreviviente del campo de exterminio de Auschwitz en su libro: «Values and Violence in Auschwitz», declara de los Bibelforscher que eran ‘una firme fuerza ideológica y ganaron su batalla contra el nazismo». Los nazis, considerados maestros de doblegar la voluntad humana, trataron desesperadamente de hacer que los Testigos de Jehová violaran su neutralidad cristiana, pero fracasaron completamente. No serían una amenaza para la integridad del régimen como dices, pero si fueron los únicos, una comunidad que contrastó de manera sobresaliente con -su aptitud o posición neutral de no dar apoyo al nazismo- (eso minaba la mismísima base e ideología nazi, en el fondo era una amenaza que había que eliminar) con el resto de la nación.

    Un saludo.

  17. Valeria dice:

    Rodrigo, hace tiempo que tengo la idea de hacerme con algún ensayo sobre el ascenso del nazismo al poder en Alemania. Buscaba algo para no iniciados, para lectores sin grandes conocimientos sobre la República de Wiema o la situación política alemana previa. ¿Valdría el libro que reseñas aquí? Tengo la impresión de que el hecho de centrar el estudio en el microcosmos de una pequeña localidad faciitaría la lectura de un ensayo sobre un tema que presumo complejísimo. Y si no vale este, seguro que tienes alguna recomendación que hacer.

    Un placer la lectura de la reseña, como siempre.

  18. juanrio dice:

    Este no te vale con ese objetivo, Valeria, por centrarse en Northeim. El caso es que yo he leído uno muy bueno sobre todo ese periodo, pero no me da la memoria ahora mismo….a ver si recuerdo cual es y te cuento

  19. Rodrigo dice:

    Oportuno apunte, JF, pero mira: en Northeim había un 86% de luteranos y un 6% de católicos, el resto se distribuía entre sectas, judíos (sólo 120 de ellos en 1930) y no creyentes. Es posible que hubiese unas pocas, poquísimas familias que adscribiesen a la fe de los Testigos de Jehová; es posible que no hubiese ninguna. La verdad es que en términos estrictamente demográficos constituye un ítem irrelevante. Por aquí no hay riesgo de generalizar, menos todavía si se considera el sentido y el contexto de la frase que citas: está bastante claro que la apelación a la religión fue una medida de conveniencia política, táctica electoral a la vez que operación de blanqueado con que los nazis pudieron fabricarse una credencial de respetabilidad de cara a una población mayoritariamente religiosa. Es una observación que no tiene la pretensión de ser excluyente o taxativa (como si dijésemos que todas las iglesias apoyaron irrestrictamente a los nazis, cosa que no he dicho ni menos el autor del libro).

    David, pienso que Juanrio responde muy bien a tu inquietud.

    Esteee… Valeria, creo que el libro te puede ser de utilidad, siempre teniendo en cuenta lo específico de su enfoque. Su fuerte es el análisis de la dinámica social y política de base, en un contexto diverso del de los trapicheos en los altos círculos del poder en la Alemania de entonces. A propósito: para esta última vertiente del asunto, centrándose en las movidas que situaron a Hitler en la Cancillería, me parece recomendable un libro de Henry A. Turner: A treinta días del poder (Edhasa, 2000). Pienso también que el libro de Eric Weitz está pintado para hacerse una idea del contexto general que propició el ascenso del nazismo al poder.

  20. farsalia dice:

    Magnífica reseña de un libro que me llama poderosísimamente la atención y que hasta hoy no he leído con la atención que merecía –impresa y en el metro, pensando también que va a ir a cierta web que ya he comentado en otra parte–. El hecho de analizar el auge del nazismo en un localidad concreta (y en un espacio determinado, por cierto) convierte este libro en algo más interesante de lo que parece a primera vista… aunque también superado en algunas de sus formulaciones (45 años no pasan en balde en historiografía sobre el nazismo). Pero, a falta de una buena lectura a fondo, diría que el auge del nazismo en una ciudad como Northeim se explica por muchos factores (como el libro debe de apuntar) y no sólo por una mera cuestiñon política.

    Suscribo las recomendaciones de Rodrigo sobre los libros de Eric Weitz y Henry Ashby Turner.

  21. Rodrigo dice:

    Vale, Farsalia.

    Por si acado, JF: no soy el mismo Rodrigo que frecuenta Novilis. Creo que me has confundido con él. (Alguna vez me pasó con Urogallo… que sí es ejemplar único.)

  22. JF dice:

    Vale, pues perdone Vd. De todos modos me reafirmo en mis comentarios de una reseña bien elaborada, salvo el matiz que indico.

    Un saludo

  23. David L dice:

    Por fin me decidí a leer este interesantísimo estudio sobre el ascenso del nazismo en una pequeña ciudad de provincias de Alemania, en concreto se trata de Northeim. La reseña de Rodrigo la recordaba, pero no quería volver a leerla hasta que acabara la lectura del libro. Me apetecía comprobar si mis impresiones se acercaban a las expuestas aquí. En líneas generales concuerdo prácticamente en todo con lo expuesto por Rodrigo. Creo que tal vez el subtítulo del libro( La experiencia de una pequeña ciudad alemana, 1922-1945) resulta un poco engañoso, ya que prácticamente el 90% de este trabajo se centra en los años 1930-1933, acabando con un par de breves capítulos hasta el final del Tercer Reich en el año 1945.

    Estoy también de acuerdo con lo comentado por ARIODANTE, Sheridan Allen coincide con Ángel Wagenstein en el gran error de percepción de la sociedad de Northeim a la hora de valorar en su justa dimensión el ascenso del nazismo. Las clases medias pagaron muy caro su alianza con los nazis en su intento de acabar con la socialdemocracia en Weimar.

    Gww comenta que le agradan mucho este tipo de libros junto a los referidos al Holocausto porque le parecen un tema muy actual. Coincido plenamente con este sentir. No estamos tan lejos de vivir situaciones parecidas y más de uno sabe de lo que hablo.

    JF se centra en la resistencia de los Bibelforschers frente a los nazis. Nada que objetar, hacía falta mucho valor para contestar al nazismo, aunque creo que cuando se comenta que la verdadera oposición vino del comunismo se está en lo cierto .¿Por qué? Simplemente porque la fuerza en las calles y en la sociedad alemana de la República de Weimar de los comunistas era muy superior a la que pudieran presentar los Testigos de Jehova, aunque repito, los nazis nunca, y vuelvo a remarcar, nunca infravaloraron cualquier atisbo de disidencia.

    Un saludo.

  24. Rodrigo dice:

    «los nazis nunca, y vuelvo a remarcar, nunca infravaloraron cualquier atisbo de disidencia.»

    Exacto, David. Y lo que se deriva de ello está entre los elementos que permiten caracterizar al III Reich como un estado policial y un régimen totalitario, a pesar del tamaño comparativamente menor de su aparato represivo y a pesar del nada despreciable grado de consenso que el régimen concitó en la población alemana.

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