LA CANCIÓN DE LA CABRA – Frank Yerby

LA CANCIÓN DE LA CABRA - Frank Yerby«Tisífone, Alecto y Mégera, las Erinias o Furias, viven en el Érebo y son más viejas que Zeus o que cualquier otra deidad del Olimpo.  Su tarea es escuchar las quejas que presentan los mortales […] y castigar esos delitos acosando a los culpables implacablemente, sin descanso ni pausa, de ciudad en ciudad y de país en país.
Es una imprudencia mencionar su nombre en una conversación, de ahí que normalmente se las denomine con el apelativo de Euménides, que significa «las amables»».
(Robert Graves, Los Mitos Griegos)

«Lo que más me gusta de los griegos es su idea de que la vida, en el fondo, es irracional y sin esperanza.  Su religión es la única verosímil; en el Olimpo había una colección de granujas…» (Entrevista a Frank Yerby publicada en El País Semanal, 12 de agosto 1984).

La Canción de la Cabra es una magnífica novela histórica ambientada en la Grecia clásica. Aristón, su personaje principal, es un joven «merillán» espartano, un hijo de «ciudadano».  Sólo en dos aspectos resulta diferente de los demás jóvenes de su grupo: por una extraordinaria y exótica belleza de la que él mismo no parece ser consciente, y por la historia que acompañó a su nacimiento.  Su madre, pese a ser la esposa de un respetable miembro de la Gerusía, ha vivido siempre con la convicción de que Aristón era hijo de un dios.  Hijo de Dionisio. Aristón el bastardo debe su vida a los Inspectores de Eugenesia del Consejo de Estado, que le salvaron de la muerte argumentando que era un hermoso ejemplar de humano que había de ser preservado para mayor gloria de Esparta.

El mismo día en que Aristón conoce a la mujer que ha de marcar su vida, comete una impiedad: llama a las Furias por su verdadero nombre, y en consecuencia se gana su inmortal cólera. Ese día los dioses deciden que el destino de Aristón debe seguir caminos oscuros, crueles y temibles. O al menos así lo cree el joven espartano, a la luz de los trágicos sucesos en los que se ve inmerso. Pero a veces ponemos a los dioses sólo como excusa de nuestros propios desatinos, y Aristón no sólo es testigo de horrores que le trastornarán profundamente, sino que, dejándose llevar por sus propios demonios internos, también será causa de dolor y muerte.

La novela nos relata la canción de la cabra, la canción de la víctima cuya sangre exigen las Erinias, el sacrificio que es debido a los dioses. Una víctima que lo es en virtud del exacerbado sentimiento de culpa que embarga al espartano. «Las amables» exigen dolor, sufrimiento, y la pérdida de toda esperanza. Por más que busca la expiación, el joven espartano no encuentra el descanso en la dulce muerte. Es la vida la que le ha de servir de castigo, no la muerte.

La vida de Aristón conoce muchas y variopintas situaciones (de merillán a esclavo, de esclavo a meteco, director de una ergasteria, hoplita, trierarca…), arrastrado por su destino inexorable, en una época en la que se desarrolla una hermosa y espléndida civilización, la civilización helénica. La acción se sitúa en las guerras del Peloponeso, y los acontecimientos arrastran al protagonista desde Esparta hasta Atenas.

Aristón conoce el horror, la decepción, la tristeza y la traición, pero también en su vida hay lugar para «lo bello»: conoce a Eurípides y Aristófanes, escucha a Sócrates, se emociona en el teatro, vuelve a experimentar el amor por una mujer y a luchar con honor, descubre la lealtad de los amigos, participa en la vida de la polis. Personajes como Brasidas, Estifón, Demóstenes, Cleón, Alcibíades, Teramenes o Sófocles tienen un hueco en esta historia.

A través de las peripecias de Aristón (la vida en Esparta, Esfacteria, la esclavitud en Atenas, su resurrección civil y su posterior participación como meteco en la vida de la polis, su participación en Muniquia o Arginusas) Frank Yerby nos da su particular visión de la cultura helena. Mirando con los ojos del protagonista, un homoioi espartano que descubre la floreciente Atenas, el autor nos sitúa entre dos mundos contrapuestos, uno en decadencia y otro en auge, con un resultado claramente favorable para Atenas. La admiración de Yerby por Atenas se manifiesta ya en el preámbulo de la obra, donde afirma que Esquilo, Sófocles y Eurípides bastan para justificar eternamente cualquier civilización. Y así, dice un ilota espartano sobre los atenienses: «Ya sé que son afeminados, corrompidos sin esperanzas y un hato de necios charlatanes, pero hacen temblar al mundo con la inmortal fuerza de sus ideas».

Esparta es la virilidad, la camaradería y la fuerza de voluntad, pero también la sangre, la irracionalidad, la tradición inmovilista. Atenas es la fuerza de la razón, la innovación, la organización política democrática, y el arte en cualquiera de sus manifestaciones.

Pese a lo que acabo de decir, no sólo son Aristón, los ciudadanos de Atenas o los acontecimientos políticos del Peloponeso los protagonistas de esta historia. La novela gira toda ella alrededor de las mujeres, siendo extraordinaria no sólo su presencia, sino el detalle y el cuidado con que el autor perfila la situación de la mujer en la Grecia antigua. Todas las sendas en la vida de Aristón están pobladas de personajes femeninos sin los cuales no se entienden las decisiones que ha debido adoptar en todas y cada una de sus encrucijadas vitales, para bien o para mal. Tal vez en este punto Aristón mantiene una manera de pensar ciertamente «moderna», que el autor trata de excusar con la afirmación del protagonista de que las mujeres de lacedemonia eran las más libres del mundo antiguo. Resulta contradictorio, sin embargo, que en la primera parte de la obra, que transcurre en Esparta, el propio Aristón reduzca su papel al de engendradoras de soldados y ni siquiera se plantee como posible que una mujer pueda ser objeto de sentimientos amorosos, y en su madurez advierta con pesar que en su adorada Atenas no son más que seres anulados en una particular y sofocante esclavitud. Todas por igual, ciudadanas, esclavas, heteras, son prisioneras de unas convenciones absurdas, seres a los que se les niega la capacidad de pensar, de sentir, de aprender, de apreciar las artes o la filosofía.

Esa «modernidad» resulta llamativa con respecto a la mentalidad de Aristón hacia lo femenino, pero también respecto a la valoración general de la novela, tratándose de una historia escrita en 1966.

En cualquier caso, creo que Frank Yerby no sólo es -debería decir era, pues falleció en 1991- un gran escritor y un magnífico contador de historias, sino uno de los escritores de novela histórica que con más acierto, elegancia y riqueza de matices retrata el universo de lo femenino, teniendo en cuenta que hablamos de una novela centrada en una época de la Historia en la que los personajes femeninos suelen dar muy poco juego, y pese a ello Yerby aborda con maestría esta cuestión y no sólo los borda, sino que además su número es considerable.

La nota negativa: lamento comunicar a los interesados que este libro no es de los que se encuentran habitualmente en cualquier librería o centro comercial.

En resumen: una novela absolutamente recomendable, aunque para encontrarla debamos de pasar algunos trabajos, como Hércules.

«Ojalá herede también la convicción de que el destino de un hombre, por muy extraordinario que éste sea, está en manos de los dioses, pero la voluntad de éstos, querido Tiglath, está en manos de las mujeres».
(Cavilius, en la reseña de la novela El Asirio.)

La canción de la Cabra.
Colecciones Populares Planeta
Edición 1968
413 páginas
ISBN 84-320-2704-9

[tags]La canción de la cabra, Frank Yerby, erinias, Aristón, femenino, Euménides[/tags]

 

ampliar

 

     

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Hislibris te informa de que los datos de carácter personal que nos proporciones rellenando el presente formulario serán tratados por Ediciones Evohé, S.L. como responsable de esta web. La finalidad de la recogida y tratamiento de los datos personales que te solicitamos (nombre y correo electrónico) es únicamente gestionar los comentarios que realices en este blog y jamás serán compartidos con terceros (salvo requerimiento legal). Legitimación: Al marcar la casilla de aceptación estás dando tu legítimo consentimiento para que tus datos sean tratados conforme a las finalidades de este formulario descritas en la política de privacidad. Como usuario e interesado te informamos de que los datos que nos facilitas estarán ubicados en los servidores de Factoría Digital (proveedor de hosting de Hislibris) dentro de la UE. Ver política de privacidad de Factoría Digital. Podrás ejercer tus derechos de acceso, rectificación, limitación y suprimir los datos en hislibris@hislibris.com e info@edicionesevohe.com, así como el derecho a presentar una reclamación ante una autoridad de control.