LA CAÍDA DEL IMPERIO ROMANO – Adrian Goldsworthy

LA CAÍDA DEL IMPERIO ROMANO - Adrian Goldsworthy«La decadencia de Roma fue la consecuencia natural e inevitable de su desmesurada grandeza. La prosperidad sufrió ante el principio de decadencia; las causas de la destrucción se multiplicaron al ampliarse la conquista, y tan pronto como el tiempo o el azar hubieron eliminado los apoyos artificiales, el extraordinario tejido cedió a la presión de su propio peso. La historia de su ruina es simple y obvia, y en vez de preguntarnos por qué fue destruido el Imperio romano, deberíamos más bien sorprendernos de que perdurara tanto tiempo».
Edward Gibbon, Historia de la decadencia y caída del Imperio Romano, vol. III, cap. 38 (1781)

Soy de los que opinan que la obra de Gibbon, circunscrita a un período determinado de tiempo, está más que superada y que, siendo una obra única en su género, adolece de enormes carencias. Para empezar, es excesivamente narrativa y descriptiva, con un estilo muy dieciochesco que abunda en anécdotas y en lo que la escuela de Annales llamaría la histoire évènementielle, una historia de los acontecimientos que obvia cuestiones como la coyuntura (en esto, sigo a Fernand Braudel) y la longue durée. Además, es una obra que escapa a lo que podríamos entender los límites cronológicos del Imperio Romano como lo que conocemos per se, pues llega hasta la caída del otro Imperio Romano, el de Oriente, el Bizantino, la Romania que ya, desde el siglo VII e.v., tiene cada vez menos de romano y más de griego… en el sentido medieval de la palabra.

¿Cuándo cae el Imperio Romano? ¿Puede su caída durar un siglo, tal vez dos? ¿Quizá tengamos que utilizar la palabra decadencia o quizá crisis? Pero las decadencias no se eternizan, y las crisis, de por sí, son períodos coyunturales, estacionales y con un inicio claro y un final no muy lejano en el tiempo. Entre las múltiples acepciones que da el Diccionario de la RAE están «derrota, hundimiento, fracaso». Derrotas conoció muchas el Imperio e incluso tras una tan importante como Adrianópolis (378) el Imperio resistió un par de generaciones después de ella y de la división del mismo en dos zonas. Hundimiento… ¿puede un Imperio tardar un siglo en hundirse? Y fracaso… ¿podemos considerar el Imperio Romano de los siglos III-V un fracaso? Por su parte, este Diccionario nos dice qué es la decadencia: «declinación, menoscabo, principio de debilidad o de ruina». Y aquí las cosas toman otro sesgo, con mayores matices a tener en cuenta.

Adrian Goldsworthy, de quien ya conocemos libros anteriores como Las guerras púnicas (Ariel, 2002), El ejército romano (Akal, 2005), Grandes generales del ejército romano. Campañas, estrategias y tácticas (Ariel, 2005) y César (La Esfera de los Libros, 2007), nos presenta en La caída del Imperio Romano (La Esfera de los Libros, 2009) su visión del Bajo Imperio. El título en castellano no recoge lo que sí refleja el original en inglés, The Fall of the West. The Death of the Roman Superpower. Porque, tengámoslo claro, para Goldsworthy el Imperio Romano fue una superpotencia, la única en su período, por mucho que partos primero y persas después trataran de disputárselo. Una superpotencia como hoy lo son los Estados Unidos, cuyos paralelismos con la Roma imperial son muchos, conocidos y largos de explicar, algo en lo que no entraré (Goldsworthy sí que apunta pistas). Y el autor se centra en el Oeste, aunque considere el Imperio Romano en sí como una globalidad, más allá de disparidades regionales; pero es Occidente lo que le interesa y donde más se centra en su ensayo, aunque no descuida los frentes orientales ni el Imperio de Oriente tras la separación del año 395. Uno podría pensar si la lectura de Goldsworthy, por lo ya expuesto, tiene mucho de actual y del momento presente. Ahí queda ese debate abierto.

Pero, centrémonos y cedámosle la palabra al propio autor:

«El objetivo de este estudio es observar con más atención tanto los problemas internos como los problemas externos a los que se enfrentó el Imperio romano. El punto de partida será, como el de Gibbon, el año 180, cuando el Imperio aún parecía estar en pleno apogeo, para proseguir rastreando los vestigios del descenso hacia el caso que se produjo a mediados del siglo III. A continuación, examinaremos el Imperio reconstruido de Diocleciano y Constantino, la evolución hacia la división en las mitades oriental y occidental en el siglo IV y la caída del Imperio de Occidente en el siglo V. Por fin, la obra concluirá con una tentativa frustrada del Imperio de Oriente de recuperar los territorios perdidos en el siglo VI. […] A finales del siglo VI el mundo era profunda y definitivamente distinto al mundo descrito en nuestro punto de partida. El Imperio romano oriental era fuerte, pero no ejercía el inmenso poder y la hegemonía del Imperio romano unido. Esta obra habla sobre cómo se llegó hasta esta situación, y en ella desempeña un papel clave la historia de los individuos, hombres y mujeres, así como de los grupos, los pueblos y las tribus, y los acontecimientos que vivieron y que dieron forma a esos siglos». (pp. 40-41)

En pocas líneas, ahí tenéis resumido el libro. Un libro que navega entre la alta divulgación y la erudición académica, con lo bueno de cada esfera y dejando de lado las carencias de ambas. Una muestra de que el libro está enfocado al público en general (informado, eso sí) del ámbito anglófilo es que la bibliografía es enteramente anglosajona, siendo, en mi opinión, un hándicap, pues franceses, italianos y alemanes también escriben y publican obras de alta divulgación, por no mencionar las académicas. Con todo, Goldsworthy no rebaja el nivel: sintetiza, pero no simplifica; resume en ocasiones los aspectos más áridos del período (la crisis monetaria y económica, por ejemplo), para en otras cuestiones, militares sobre todo (su tema), dedicar más espacio y tiempo; aunque, personalmente, me acaban aburriendo las tres páginas que dedica a disertar sobre el arco huno (pp. 398-400) o el capítulo dedicado a la Britania bajo imperial (pp. 419-438). Con todo, hay un cierto equilibrio que logra que la lectura del libro sea placentera, pues, además, el libro es ameno, aunque no ligero.

Goldsworthy se plantea en la introducción la gran pregunta: ¿cuándo cayó el Imperio romano? Para él, la respuesta es clara: en el siglo V, cuando el Estado romano dejó fe funcionar paulatinamente en el Imperio de Occidente, cuando los ejércitos romanos cedieron ante los numerosos grupos poblacionales bárbaros, que crearon sus reinos propios; cuando la burocracia romana, aumentada en el siglo IV, dejó de ser útil y poco a poco fueron las instituciones locales las que se encargaron de negociar con los pueblos invasores, de impartir justicia o de repartir alimentos. Fue en el siglo V cuando la figura del emperador fue vaciada de contenido, siendo un monigote en manos de caudillos militares romanos y bárbaros. Fue un proceso paulatino, gradual, sin una fecha obligatoria: el año 476 es sólo una referencia cronológica, y la deposición de Rómulo Augústulo, nombre más que irónico, una anécdota local que apenas tuvo trascendencia en un Occidente cuarteado y repartido.

De este modo, el libro es, en gran parte, un repaso a cómo el Imperio romano se fue transformando y reformando en los siglos III y IV, superando el laxo período crítico de los años 235-284. Diocleciano reformó un Imperio que seguía siendo poderoso, Constantino mantuvo la esencia del mismo, más allá de la cuestión del cristianismo. Incluso Juliano el Apóstata dirigió durante apenas dos años los designios de un imperio capaz de derrotar al reino sasánida de Sapor II. Ejército, burocracia y corte se mantuvieron, con mayores o menores cambios, como los pilares del Imperio romano hasta los albores del siglo V. Pero las cosas, de Alarico a Atila, cambiaron. Y fue un proceso gradual. Esos tres pilares se quebraron a lo largo del siglo, y el resultado ya lo conocemos: hacia el año 500, el Imperio ya era un recuerdo del pasado en un Occidente que jugaba con otras cartas de la baraja.

Un libro, pues, más que recomendable, no perfecto, con algunos altibajos en el ritmo expositivo, que trata ofrecer una imagen global del Imperio romano durante tres siglos (y, a grandes rasgos, lo consigue). Un buen libro, en definitiva, a medio camino entre el manual y el ensayo. Juzguen ustedes mismos.

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25 comentarios en “LA CAÍDA DEL IMPERIO ROMANO – Adrian Goldsworthy

  1. Lyn dice:

    Gracias por el comentario sobre esta obra, será una próxima adquisición sin lugar a dudas.

  2. akawi dice:

    Ya dije yo en la reseña de «Las Guerras Púnicas» que habría que tener muy en cuenta a este autor y creo que por el momento no me he equivocado.
    Farsalia, una estupenda reseña que tendré en cuenta cuando pueda hacerme con el libro. Me lo anoto.

  3. ARIODANTE dice:

    Muy buena reseña, Farsal; el libro lo tengo en casa a la espera de que le toque el turno de leerlo. Pero con tu reseña ya me ha entrado la prisa…

  4. farsalia dice:

    Gracias, maj@s. Empecé el libro con dudas, tengo el ejemplar en inglés y al empezar a leerlo no me dio buenas vibraciones. Además, lo que me he leído de Goldsworthy hasta ahora me ha aburrido, pero con este libro ha conseguido engancharme e interesarme. Tiene algunos defectos como el hecho de que se haya limitado a la bibliografía en inglés, que le dé más importancia a algunos detalles (el arco huno, por ejemplo) y pase casi de puntillas por los aspectos más interesantes de la economía romana en el siglo III (en ese sentido, es cierto, Rostovtzeff, hace ochenta años, ya dio en el clavo).

    Pero el libro es realmente bueno, una excelente síntesis, conceptualmente bien planteada y que, con justicia, quedará como una muy buena obra de referencia a la que aproximarse por primera o segunda vez.

  5. Licurgo dice:

    El libro está en la estantería a la espera de que pase un tiempo) antes de leerlo.
    Sin embargo, creo, Goldsworthy se ha convertido en un referente de la Historia Militar de la antigüedad (o de Roma en particular y por el momento).
    No obstante, estamos «encadenados» a la historiografía anglosajona y poco de otros países se traduce aquí. Por otro lado, dicha historiografía es bastante amena en su lectura, cosa que en el caso italiano, alemán y francés desconozco.
    Centrándome, y esperando no marear al personal; agradecería que valoraras (y te extendieras en ellos en la medida de lo posible) esa historiografía continental y que compararas, si los has leído, los libros de Arther Ferrill (la caída del imperio romano, causas militares) y de Alessandro Barbero (el día de los bárbaros).
    Gracias.
    Un saludo.

  6. Licurgo dice:

    Perdón;
    Que los compararas, obviamente, con el libro reseñado.
    Saludos.

  7. farsalia dice:

    Sólo puedo comparar uno, el de Ferrill. El de Barbero no lo he leído, además de que la comparación con el libro de Goldsworthy es imposible: Barbero se centra exclusivamente en Adrianópolis, mientras que Goldsworthy nos muestra el largo período del Bajo Imperio.

    Y puedo comparar a Goldsworthy con Ferrill de aquella manera, pues el libro del segundo lo leí hará como diez años, y pocos recuerdos tengo en la cabeza de él. Lo que sí recuerdo es que Ferrill ofrece, grosso modo, y como ya comentas, una causa militar para la (larga) decadencia y caída del Imperio, especialmente en el siglo V. Goldsworthy no desdeña la explicación militar (que, además, es su ámbito) de Ferrill, incluso la comparte en el ámbito cronológico del siglo V, pero va más allá en el tiempo, pues analiza el proceso hacia el vacío de poder que los pueblos bárbaros llenaron en ese siglo, creando diversos reinos. No sólo hay una causa militar, aduce Goldsworthy, sino también política, económica y social. Y cultural, si me apuran.

    Por otro lado, le achaco a Goldsworthy una cierta dependencia ya no tanto respecto a Gibbon sino, por ejemplo, a la magna obra de A.H.M. Jones, The Later Roman Empire, 284–602: A Social, Economic and Administrative Survey, un libro que, en mi opinión, ya está más que superado. Echo en falta perspectivas más recientes, como el alcance de la romanización en la Galia, por ejemplo, los numerosísimos estudios sobre Hispania; el hecho de que dedique un capítulo entero a explicar el declive del estado romano en Britania, mientras que para otros ámbitos apenas se extienda, también es otro hándicap en el libro.

    El hecho de que Goldsworthy no use bibliografía que no se anglosajona sí que lo considero un hándicap, pues se ha trabajado de lleno en tal materia en Francia, Italia, Alemania y España (aquí tenemos a Javier Arce, por ejemplo). Se puede justificar tal ausencia de trabajos no anglosajones en la idea de querer ofrecer una síntesis rigurosa pero accesible para el público anglosajón, que en cierto modo es lo que deja entrever el autor; pero, claro, hay más mundo más allá de las Islas y las ex-colonias…

  8. Licurgo dice:

    Muchas gracias.
    Me temo que el dirigismo Goldsworthy hacia el mundo anglosajón es un vicio generalizado entre los autores británicos y norteamericanos. También es verdad que sus ventas las realizan principalmente en ese mercado.
    Saludos.

  9. APV dice:

    ¿Y comparado con el de Heather de hace unos años, que limitaba el papel de la decadencia interna y reforzaba el de las invasiones en la caida?

  10. farsalia dice:

    Heather es más analítico y especializado que Goldsworthy, además de que éste último se dilata más en el tiempo (de la muerte de Marco Aurelio a Justiniano), mientras que el primero empieza ya con Adrianópolis. No olvidemos que el librod e Goldsworthy está planteado para el público en general, no sólo para especialistas.

  11. Vorimir dice:

    Vaya, AVP acaba de quitarme la pregunta.

    Gran reseña Farsalia, el libro parece que merece la pena y mucho.

  12. surenas dice:

    Pues a mí me parece el libro más flojo de Goldsworthy con diferencia. Sin duda interesante, pero un tanto superficial. El título engaña. es en realidad una historia, de tantas, del bajo imperio romano y el análisis del colapso del imperio propiamente dicho es demasiado breve y sinóptica.Prefiero el Goldsworthy que divulga historia militar, que es lo suyo. Sus tres últimos libros, incluido el que anda escribiendo ahora, enfilan un camino muy trillado abordando temáticas sobadísimas, muy vendibles y comerciales y nada genuinas. El libro de Antonio y Cleopatra no lo compraré, y si sigue en esta línea de tocar asuntos potencialmente superventas yo me planto definitivamente. Echo de menos al autor de «La caída de Cartago», de «In the Name of Rome», «El ejército romano» o de, sobre todo, «The Roman Army at War», su mejor libro. Puestos a aparcar la historia militar bien podría buscar argumentos un poco más originales la verdad.

  13. Licurgo dice:

    Hombre… si aborda la guerra civil tras la muerte de César, puede ser interesante.
    Otra cosa es que se centre en la relación Marco Antonio y Cleopatra, que para eso ya esta Elysabeth Taylor.
    Saludos.

  14. caliban66 dice:

    Sólo quería decir que la obra de Gibbons me sigue pareciendo fascinante, y en mis futuras compras está la obra completa, ya que sólo he leído una compilación editada por el Círculo de Lectores. Sobre todo me gusta de Gibbons su amplio concepto del «Imperio romano». En mi opinión, el desafortunado sintagma de «imperio bizantino» ha hecho en Occidente que pensemos que no tienen nada que ver con el imperio romano. Pero el emperador de Oriente ERA el verdadero heredero del poder de los césares, así que fueron los turcos los verdaderos herederos de este poder.
    Creo que terminaré con Gibbons antes de empezar con cualquier otra obra sobre la caída del imperio romano.

  15. Clodoveo11 dice:

    Supongo que este libro irá un poco en la línea del que hizo sobre César, es decir, recogiendo y resumiendo lo que se sabe sobre la caída del imperio y sus causas, por lo que tampoco se le pueden pedir peras al olmo. Lo cierto que como historiador militar podría profundizar un poco más en las causas logísticas y militares de la caída, a mi juicio básicas para comprender la ruina final de Occidente (y que muy acertadamente cubren Ward-Perkins y Heather en sus ensayos), y que parecen traslucirse en su preocupación por el arco huno que comenta Farsalia. Pero supongo que habrá sacrificado finalmente especialización por divulgación, obviamente más comercial.

    El tema de la caída del Imperio se traduce finalmente en un problema de extensión, falta progresiva de efectivos logísticos militares para tal extensión, multiplicación y simultaneidad de enemigos y colapso final.

    Saludos

  16. Toronaga dice:

    Sobre la caida del imperio romano, este es un libro prescindible, no aporta nada nuevo.

  17. Rufino de Aquileya dice:

    Yo me preguntaría de dónde diablos ha podido sacar Goldsworthy el dato de que Jerónimo de Estridón (esto es, San Jerónimo) era obispo. Con tal dignidad aparece honrado al comienzo del capítulo XVI (p. 377), tras citarse (creo recordar) el fragmento de una de sus cartas, relativo a las invasiones bárbaras. Claro, que quizá el fallo se deba al traductor… ¿O no? Reconozco no haber leído el tocho del escritor británico, pero creo estar de acuerdo con Toronaga.

  18. Germánico dice:

    Pues… coincido con el sentir mayoritario: un libro enttretenido, excesivamente largo, iregular, y, en mi humildísima opinión, totalmente innecesario. No aporta nada.

  19. Javler dice:

    Gracias por la reseña, Farsalia. No la había visto cuando di con el libro (que no he comprado, por cierto, lo he sacado de una biblioteca). Ahora que lo he empezado a leer, he buscado a ver si encontraba una de vuestras valiosas reseñas.

    Ahora mismo estoy por Juliano, y la lectura es bastante amena. Pero tengo que decir que no me gusta el libro de momento, aunque seguramente lo acabaré, aunque sólo para ver cómo acaba, es decir, si el imperio finalmente cayó o no ;-)

    Digo que de momento no me gusta porque, como dicen algunos compañeros, no aporta nada nuevo. Está a años luz en cuanto a profundidad analítica del de Heather y otros autores que he leído, y se centra demasiado en anécdotas. Además le noto un cierto tufillo procristiano que no me inspira confianza.

    En fin, cuando lo acabe daré una opinión más fundamentada.

  20. Fael dice:

    Al tema del «Arco Huno» que menciona farsalia se le da tanta importancia en la medida en que se constituyó en el elemento que marcó la diferencia a favor de los Hunos en las luchas con sus oponentes. Por otra parte fueron los Hunos los que desencadenaron la crisis del verano-otoño del 376 al presionar a los godos a pedir asilo del otro lado del Danubio, en momentos tan críticos de la relación del imperio Romano con el imperio Persa. De manera que de no haber existido ese arma temible, posiblemente la influencia de los Hunos en el desarrollo de la historia hubiera sido equiparable a la del resto de los pueblos bárbaros y Roma se habría dedicado de lleno a rosolver la cuestión Persa.

  21. Vorimir dice:

    Peter Heather también otorga importancia al arco huno en todo el asunto en su «La caída del Imperio romano.»

  22. Jorge dice:

    Todos los Grandes Imperios han caído ningún Imperio es eterno todos los Imperios mueres asi como cayo el Imperio Romano lo mismo va a pasar con estados Unidos algún dia caerán…

  23. Tadeo dice:

    El Imperio Romano ya no existe! ya desapareció por completo ya no queda absolutamente nada del imperio romano, sabes que es lo único que sobrevivio a Roma el Vaticano….

  24. Antígono el Tuerto dice:

    El Vaticano es la Sede Papal, no tiene nada que ver con la Roma imperial.

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