HOMOSEXUALIDAD GRIEGA – K. J. Dover

HOMOSEXUALIDAD GRIEGA - K. J. DoverCuando se habla de la homosexualidad griega, normalmente oscilamos entre varios extremos: algunos niegan dicho fenómeno, considerando que el «pecado dorio» era algo restringido a ciertos círculos; otros lo subliman en un hermoso acto de admiración platónica sin sexo; otros, por el contrario, cantan las loas del paraíso del amor libre que fue Grecia.

Todos se equivocan.

En 1978, Kenneth James Dover publicó la primera versión de Homosexualidad griega, un tratado completo, científico, erudito y transgresor, sin juicios morales positivos ni negativos. Pronto vió la luz, el mismo año, la primera traducción francesa con un delicioso prólogo de Michel Foucault. En 1982, la traducción francesa se vio enriquecida con nuevas aportaciones del autor, algunas de las cuales se incluyeron en la segunda edición inglesa de 1989, base del texto español.

Publicado en España en 2008, con un considerable retraso, el libro de Dover es excepcional en muchos sentidos. En primer lugar porque constituye un tratado académico intachable, que recoge cientos de testimonios procedentes de la cultura material (pinturas vasculares, grafitos), del ámbito jurídico (procesos judiciales, en especial el de Timarco) y del mundo literario (desde Aristófanes a Platón). En segundo lugar, por tratar el tema desde un frío y calculado amoralismo, tan alejado de los escrúpulos neovictorianos como de la candidez romantiforme de algunos ambientes. En tercero, por dejar patente lo que muchos deberían haber descubierto de no llevar puestas las anteojeras del prejuicio.

Aunque cualquier simplificación es una invitación al error, no podemos hacer una reseña de trescientas páginas, así es que me perdonaréis si extracto algunas de las tesis (no exclusivas de Dover, pero sí reforzadas en este texto).

1) La verdadera homosexualidad, entendida como el deseo entre adultos libres, existía en Grecia en la misma proporción que en cualquier otra época, ni más ni menos, pero no constituye el grueso de las relaciones ni el prototipo griego. Alcibíades es Alcibíades, no Grecia.

2) Existe una «pseudohomosexualidad» en la que se sustituye un objeto de deseo preferido (mujer) por otro de segunda elección pero más accesible (muchacho). Este fenómeno está perfectamente constatado en publicaciones médicas y psicológicas, pero es menos aceptado en el campo de las humanidades. En el caso de Grecia, la separación de los sexos fue un elemento decisivo: las mujeres decentes, en casa y con la pata quebrada, eran inaccesibles. El hombre podía tener relaciones con esclavas o prostitutas, pero perdía la emoción del juego de cortejo y seducción.

3) Existe otra pseudohomosexualidad en la que el valor principal es el de dominación. Se puede encular a un esclavo o una mujer sin que ello sea reprobable.

4) Se puede tener una relación con otro hombre sin que sea reprobable para el insertor. Por el contrario, es causa de oprobio para el receptor. Sólo uno de los dos elementos es juzgado con severidad. Esta doble moral establece reglas distintas para el activo y para el pasivo. El papel del primero es cazar, y el del segundo eludir la caza, y se juzga a cada uno según su éxito relativo en su papel. Dover compara la situación del erastés y el erómenos en Grecia con la del caballero y la damisela en los juegos de seducción ingleses de los años treinta. También da a entender que la sociedad considera como algo normal esa doble moral: el padre actual que se enorgullece de los éxitos de su hijo varón pero ata corto a su hija no es distinto del padre griego que veía con buenos ojos a su hijo de veintitantos perseguir al hijo del vecino, pero no al vecino de veintitantos perseguir a su hijo pequeño.

5) La relación del erastés y el erómenos tiene unas reglas cuyo cumplimiento define si es de buen o de mal gusto. Entre otras (non solus sed etiam), saber contenerse es virtuoso y dejarse arrastrar por la pasión es deshonroso.

6) La relación del erastés y el erómenos es vista en su época como algo natural, sin implicar ninguna orientación sexual futura.

7) Hay una etapa en la que el papel de erómenos es aceptable (12-18 años), no siendo correcto pasada esa edad.

Estas tesis, entre otras, se exponen de forma clara, sólidamente documentada, carente de moralinas, con una prosa ágil y bella, aunando el placer de la erudición y una típicamente británica ironía. El camino seguido en la demostración es fácil de seguir y ameno. Los amantes de Grecia se encontrarán en su salsa, tanto si se trata de lectores cultos como de otros menos iniciados. En definitiva, un libro muy recomendable tanto para aprender como para liberarse de clichés. O para pasar el rato, que también es algo loable.

Ficha técnica:
Título: Homosexualidad Griega
Autor: K.J. Dover.
Editorial: El Cobre Ediciones. Barcelona, 2008.
Rústica. 380 páginas.
PVP: 25 euros

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29 comentarios en “HOMOSEXUALIDAD GRIEGA – K. J. Dover

  1. farsalia dice:

    Ah, la de veces que he tenido el libro en mis manos y que aún no me lo he llevado. Y eso que el tema es muy interesante y que parece que Dover lo desarrolla de manera magistral. Francisco Rodríguez Adrados también trató el tema, aunque parcialmente, en Sociedad, amor y poesía en la Grecia antigua (Alianza, 1995); un libro, por otra parte, muy recomendable.

    Muy buena reseña, sí señor. Creo que tras leerla, ya no tengo excusas para comprar un libro que tengo ya muy hojeado.

  2. farsalia dice:

    Aprovecho para poner este enlace a una conferencia de Francisco Rodríguez Adrados, titulada «Eros femenino, eros homosexual, eros masculino», celebrada el 4-12-1992 en la Fundación Juan March de Madrid.

  3. JJSala dice:

    Muy buena reseña.

    Perdonad la frivolidad (es el verano), pero los apartados 3/ y /4, me han hecho recordar un chiste sobre Dante y el Infierno.

    No, no voy a contarlo.

    Salud

  4. Vorimir dice:

    El libro parece muy interesante, asi como el primero que mencionó Farsalia. Este e sun tema sobre el que se habla mucho sabiendo poco creo yo.
    Apunto ambos libros.

  5. Akawi dice:

    Pues sí, sí que es buena la reseña y muy interesante el libro.

    Sabemos poco, como bien dice Vorimir, poco y mal. Y las mentes calenturientas ¡ya se sabe!.

  6. Javi_LR dice:

    Buenas, Josep. Estoy bastante de acuerdo contigo en casi todo, pero hay un par de cosas que no he entendido en tu reseña o merecería que se aclarasen. Amo’allá:

    La verdadera homosexualidad, entendida como el deseo entre adultos libres, existía en Grecia en la misma proporción que en cualquier otra época, ni más ni menos, pero no constituye el grueso de las relaciones ni el prototipo griego. Alcibíades es Alcibíades, no Grecia.

    Pienso que deberías aclarar este punto. Creo entender a qué te refieres con «verdadera homosexualidad». Si no me equivoco, haces alusión al sentimiento y al comportamiento del individuo al que sólo le atrae sexualmente otro individuo de su género. Y posiblemente tengas razón en este punto si se te entiende bien: que la relación entre un efebo y un adulto no era homosexualidad, pues al efebo en ningún momento, ni legal ni socialmente, se le consideraba un hombre. No obstante, la comparación con nuestros días es imposible de realizar, y todo el que lo haga, bajo mi humilde opinión, yerra de cabo a rabo. Por una parte, en nuestra sociedad se acepta, e incluso institucionaliza, dichas relaciones por parte de una mayoría, entendidas entre adultos, y apenas se mira el aspecto pasivo/activo de los que las conforman. Este concepto en Grecia era incomprensible: como bien dice Adrados en la conferencia que ha tenido a bien proporcionarnos Farsalia, Safo tiene marido e hija, algo socialmente aceptado y obligatorio (sobre todo, tras la Guerra del Peloponeso por razones demográficas, asunto que, parece, hizo retrotraer la homosexualidad y que fue una responsabilidad cívica por ejemplo para Aristóteles), y sus relaciones amorosas e intelectuales quedaban en un ámbito lejano al de la familia. Por otro lado, esa «pseudohomesexualidad» a la que te refieres de manera bastante eufemística, y no seré yo quien deba llamar a las cosas por su nombre, en Grecia estaba (discutible si por necesitad de acotación o por potencialidad) casi institucionalizada y legislada (léase a Cantarella), mientas que en nuestros días es inasumible. A mi entender, pues, ambos conceptos distan una eternidad. En apariencia y bajo parámetros sociales.

    El libro de Dover lo tengo en casita y apenas he podido leer algo en profundidad, pero tengo la impresión (por esta descuidada lectura y por otras referencias) que es de los autores (el principal) que defienden que al coito anal no se solía llegar, postulando el sexo intercrural, aunque es cierto a su vez que se aleja bastante de esa concepción platónica del amor; más bien, corrígeme si me equivoco, achaca las penetraciones y representaciones fálicas a obscenidades de las que no se pueden extraer conclusiones. Yo este punto no lo tengo claro. Por un lado, la relación del efebo y el adulto tenía unos fuertes valores espirituales (no la referida al esclavo, obviamente) y clasistas, tanto de iniciación como de aprendizaje; por otro, la raíz etimológica de eran es clara y conlleva una atracción física evidente. Además, la iconografía y la epigrafía nos hace pensar que el acto físico era explícito. Creo recordar que Eslava Galán relaciona lúbricamente las aceiteras que aparecen en las cerámicas griegas de contenido homosexual. ¿Por qué, a partir de otras representaciones en las que sólo hay caricias y, efectivamente, sexo interfemoral, se llega a esa conclusión, pensando que lo demás eran obscenidades del populacho? No sé, lo veo forzado, máxime cuando se sabe que hoy en día también ese tipo de sexualidad es muy practicada en el mundo gay, por encima, incluso, del sexo oral, y eso no significa que la sodomía no exista.

    En cuanto a la edad de los eromenoi y erastai, es significativo que a los muchachos de 18-25 años (neaniskei) no les dejasen entrar en los gimnasios. Es como si estuviesen en un limbo en el que debían de madurar lo aprendido antes de convertirse en posibles erastai.

    Y en cuanto a la diferenciación de sexos, no mencionas otra posible causa por la que los helenos a veces se inclinaban por los hombres y las hetairas: la preparación intelectual y la exaltación de los valores viriles.

    El caso es que ahora le tengo unas ganas especiales de leer con cierta profundidad este libro, Josep. Y tu reseña me va a hacer adelantar un par de semanas la lectura de cierto manuscrito que tengo por ahí.

  7. Josep dice:

    Estimado Javier:
    El término «pseudohomosexualidad» es psicológico. De hecho, no lo emplea Dover. Ya he dicho que no se puede hacer una reseña de 300 páginas, y el resumidor puede ser más traidor que un traductor. Acepto la responsabilidad al respecto, calculadamente asumida. Por supuesto, desde un punto de vista sociocultural y jurídico no es comparable cualquier práctica entre dos sociedades separadas por veinticinco siglos.
    Dover no niega la penetración anal. No consigo entender cómo se le atribuye dicha negación. Al menos, yo no he extraído esa conclusión. De hecho, menciona casos de representación vascular tanto de coito anal como intercrural.
    En tu extensa réplica tienes, como de costumbre, mucha razón. Y espero que este sano diálogo sirva para que 900 hislibreños compren este tratado.

  8. Javi_LR dice:

    No he dicho que la niegue, Josep, sino que la minimiza. Pero seguro que estoy equivocado. A ver si tengo un rato y busco referencias, cosa que lamentablemente dudo.

  9. farsalia dice:

    Compré on line este libro; a ver cuándo me lo traen…

  10. alexandros dice:

    La confusión que existe entre el coito interfemoral y el coito anal, es que en la época vitoriana los grandes eruditos no podían aceptar que sus idolatrados griegos fueran homosexuales, ya que en la Inglaterra decimonónica la sodomía (el amor que no osa decir su nombre como diría el gran Oscar Wilde) era delito, entonces los eruditos de Oxford o Cambridge rodeados ellos de muchachitos núbiles y rubios se inventaron lo del coito interfemoral, cuando en realidad era coito anal. En cuanto a la práctica del activo-pasivo aún es muy importante en ciertas naciones como las del mundo islámico que por la ausencia de la mujer en la calle es socialmente aceptado desde siempre amar a los muchachitos imberbes como en Marruecos, Arabia Saudí o la misma Turquía lugar donde el homoerotismo es regla, lo curioso es que mientras en Turquía existe cierta tolerancia con el homosexualismo en la Grecia actual no.

  11. Javi_LR dice:

    Por cierto, metí un «género» por ahí cuando evidentemente hacía referencia a «sexo».

  12. cavilius dice:

    Por decir algo:

    Bonito debate. Este libro lo tengo pendiente de comprar, traer a casa y leer, mientras que el mencionado por Javi_LR de Cantarella, (Según natura. La bisexualidad en el mundo antiguo, el cual, por cierto, no recibe muy buenas críticas en cierto manuscrito que circula por ahí y que tengo a medio empezar), ese está en casita pero también pendiente de leer. En cambio, sí he leído el decimonónico libro de Charles Dufour La prostitución en la Antigüedad, versión reducida de la monumental Historia de la prostitución en todos los pueblos del mundo, desde la antigüedad más remota hasta nuestros días, obra necesaria para los moralistas, útil para los hombres de ciencia y letras e interesante para todas las clases.

    Por decir algo más:

    Igual es el talante de un bujarrón y una mala ramera.
    Ambos se alegran, si reciben dinero,
    siendo “sacudidos” y agujereados,
    siendo jodidos y follados,
    encajando el “cerrojo” y la “cuña”,
    recibiendo el “salchichón”, siendo “pulverizados”.
    A ninguno de los dos les basta un solo “canal”:
    gozan sorbiendo entero, uno tras otro,
    el pene de los bujarrones,
    probando mayores y más gruesos
    los “músculos”, dando volteretas y buceando
    todo el interior, y atacando la profunda
    hendidura del terrible abismo, y por medio
    del ombligo cortando a veces un atajo.
    Que perezca, pues, de raíz la que hociquea rijosa
    junto con la raza de los pasivos licenciosos de anchos culos.
    Nosotros, en cambio, de las Musas y de la vida moderada
    ocupémonos, y del cáliz de vino, pues sabemos
    que éste es el goce, ésta la alegría genuina
    éste es el placer: no ser cómplices
    de quienes se complacen con el placer indigno.

    Arquíloco de Paros, siglo VI a.C.

    Muchacho, ¿hasta cuándo me vas a evitar? ¡Cómo busco tu rastro
    y te persigo! ¡Ay, si alcanzara un término!
    Mas tú me sigues rehuyendo, porque tienes un alma
    desabrida y altiva, y el carácter desdichado del milano.
    Pero ¡espera! Concédeme tu encanto. Que ya no retendrás
    por mucho tiempo el don de Cipris de violácea corona.

    (…)

    Muchacho, mientras tengas la mejilla sin barba, mis caricias
    no cesarán aunque tenga que morir por ello.

    (…)

    Muchacho, el más hermoso y deseable, detente ahí
    y escúchame unas pocas palabras:
    «En el joven hay gratitud. La mujer, en cambio, no es de nadie
    fiel compañera. Siempre ama al que tiene delante.
    El amor de un joven es bueno de tener y bueno de dejar;
    más fácil de encontrar que de satisfacer.
    Infinitos males penden de él y numerosos bienes.
    Mas incluso hay en ello cierto encanto».

    Teognis de Megara, s.VI a.C.

    Saludos.

  13. Javi_LR dice:

    ¿A medio empezar…? Te hacía yo más lector playero.

    Por cierto, ¿alguien se ha leído a Foucault? Yo le estuve echando un revistazo anoche y, aunque haya cosas que no vea, hay otras que pueden aportar luz al debate y resultan interesantísimas. Como diría él, esta discursión es hija de nuestro tiempo. Hace doscientos años, o quinientos o mil quinientos, añado yo, estaríamos hablando de sodomía y pederastia, no de homosexualidad.

    Y tenía yo por aquí un texto de El banquete, siempre teniendo en cuenta que Platón es Platón, del discurso de Aristófanes acerca del tema en cuestión que no reproduzco porque es muy largo de transcribir y no me convencen las traducciones online que he conseguido, que en estos temas siempre son puñeteras hasta la ilegibilidad del contenido original. El caso es que ahí si que aparece el concepto de una manera más moderna y homosexual.

  14. cavilius dice:

    ¿Que no te convencen las traducciones online? Vale, que conste que la mía es de José Luis Calvo Martínez. Purista, que eres un purista.

  15. Javi_LR dice:

    Esa nole, Cavi. Podíamos hacer un juego de palabras «claves» entre todas las traducciones y comprobar cuánto difieren. Me he encontrado con algunas de ellas que parecen decir más de la opinión del traductor que del propio Platón.

  16. txema dice:

    Hola Josep, me acabo de terminar Layos hoy mismo. Enhorabuena compañero. Espero tu próximo libro…
    A ver si un día soy capaz yo de escribir de una vez el mío…
    Nos vemos pronto. Un abrazo

  17. alexandros dice:

    Aristófanes en El Simposio en cierta manera se burla del amor a los muchachos, aunque el Banquete es bella y profundamente homoerótico o que me dicen ustedes del intento de seducción de Alcibíades a Sócrates?
    Otro poeta homoerótico es Estratón de Sardes preferido del emperador Adriano, el cual casi muere cuando el bello Antinoo cae en el Nilo. O Trajano que era terriblemente promiscuo o Heliogábalo el cual buscaba públicamente ser enculado por algún transeúnte.

  18. Josep dice:

    Precisamente, la escena de Alcibíades intentando seducir a Sócrates (concretamente metiéndose en su manto) es un ejemplo de lo que no era ni habitual ni bien visto.
    1) Debe ser el mayor quien corteje al menor, y no al revés.
    2) El erómenos no debe buscar el placer.
    El acto de Alcibíades fue muy criticado en su época, y no debe ser considerado como un modelo de la relación habitual erastés-erómenos.

  19. Josep dice:

    A ver ese libro, txema…

  20. María Mezog dice:

    Ha sido una gran noticia la traducción del libro de Dover al castellano. Hemos tardado 30 años, desde su publicación en 1978, en hacerlo accesible al público (por aquí somos así) . Dover, además de un investigador minucioso, es un pionero y cuando uno discrepa de un pionero no puede evitar sentirse algo incómodo. Por eso, yo, que he trabajado sobre este tema, lo hago siempre con sumo cuidado, porque admiro, además de su trabajo, su valor para golpear el avispero que hay en el mundo académico respecto a la sexualidad antigua y moderna.

    Sin embargo, hay una cuestión que, cuando se lee a Dover, no puede dejar de suscitarse. La cuestión tiene que ver con la pertinencia de englobar bajo el epígrafe «homosexualidad» los comportamientos, discursos y subjetividades homoeróticas del la Grecia antigua.

    El debate tiene un nombre académico -esencialistas vs. constructivistas – y puede formularse más o menos de la siguiente manera:

    ¿ El deseo homoerótico trasciende los condicionamientos históricos, sociales y culturales y, por lo tanto, puede observarse una similar identidad homosexual natural y perdurable, con muy pequeñas diferencias, desde los griegos hasta el momento presente?.

    O, por el contrario, y partiendo de que el término homosexual tiene una trayectoria relativamente corta, desde el siglo XIX, ¿la homosexualidad no nacería hasta que una serie de circunstancias económicas, sociales y políticas propiciaron la génesis de esa autoconciencia erótica, que en absoluto puede asimilarse a las prácticas homoeróticas de la antigüedad griega?

    Dicho de otro modo y arrojo el guante a quien quiera recogerlo,

    ¿Es el sexo una identidad en construcción? ¿O estamos ante una dimensión innata, biológica e independiente de la cultura y de la sociedad?
    ¿Se puede hablar de una identidad homosexual antes del siglo XIX?
    ¿Acierta Dover al calificar como homosexual el homoerotismo en el mundo antiguo?

  21. JJSala dice:

    ¿Es la homosexualidad genética, como parece desprenderse de algún estudio?.

    De ser así, y yo personalmente me inclino por ello, estaríamos hablando de una inclinación natural que afecta a un número determinado de personas, como puede ser cualquier otra derivada genética.

    Para mí resulta evidente que las relaciones pederastas, que van más allá de lo pura y estrictamente sexual, tiene en muchas culturas, y no sólo en la griega, un sentido y finalidad cultural, es decir práctico, como es el de la formación cívica y militar del joven.

    Insisto en lo de militar, porque creo (estoy poco informado del tema) que ello se produce esencialmente en sociedades muy militarizadas, no en el sentido que entendemos hoy por militarizado (esto sería aplicable a Esparta), pero sí en el sentido de sociedades en constante alerta militar.

    Que ello, con el tiempo (tanto a nivel individual como colectivo), derivase en relaciones basadas en la atracción mutua y/o unilateral de uno de los partícipes, no me resulta nada extraño.

    Tener en cuenta también, que si nos atenemos a la premisa que apunto al comienzo de estas líneas, no debe descartarse que un determinado porcentaje de estas relaciones debían serlo entre homosexuales reales (genéticos).

    Salud

  22. Josep dice:

    Estimada María: tienes razón en que llamar «homosexualidad» a todas las práctizas entre personas del mismo sexo es quizás semánticamente inapropiado. De todos modos, ¿tenía Dover otro lenguaje disponible en el ’78?
    Del mismo modo, nunca puede compararse entre sí realidades separadas por 2500 años, por lo que indudablemente la homosexualidad del siglo XIX dC no es comparable a la del V aC. ¿Ello quiere decir que antes del XIX no había conciencia homosexual? Tal vez deberíamos decir que no había una «conciencia del XIX». Si valoramos los epigramas anónimos y las comedias, las actas de juicios medievales, etc, vemos que hay una homosexualidad innegable que atraviesa longitudinalmente todas las épocas.
    De todos modos, esta es una opinión personal y de valor limitado; yo no voy a mostrale la lechuza a los atenienses. Sólo soy un aficcionado al tema, como a tantos otros («aprendiz de todo, maestro de nada»), y agradezco las aportaciones de quienes, como es su caso, saben más sobre el tema.
    Espero anhelante su próxima intervención.

  23. Josep dice:

    Para JJSala: lo de la genética homosexual… Bueno, tengo mis dudas. Los estudios dan resultados contradictorios. Además, la naturaleza no suele perpetuar los comportamientos que se traducen en una reducción de la fertilidad (la biología es egoísta). Ello no quiere decir que la homosexualidad no sea algo natural, pero probablemente sea multifactorial.

  24. JJSala dice:

    Estoy de acuerdo.

    Sólo me refería a algún informe que además lo atribuía a una malformación en el cromosoma X, heredado de la madre.

    Añadía este informe que en la línea de las madres de homosexuales, solían encontrarse una cantidad significativa de homosexuales, en comparación con la línea paterna.

  25. María Mezog dice:

    Si te das cuenta, el debate no es nuevo. Ya en los siglos XII y XIII tenían mucho que decir al respecto, …con la polémica de los universales. «Traducido» a nuestro tema, la cosa sería, más o menos, así:

    ¿Existen los homosexuales porque los hombres reconocen en el mundo real esa preferencia sexual como distinta? ¿O es la homosexualidad una convención arbitraria, simplemente el nombre para una «cosa» que una época histórica se ha puesto de acuerdo para usar de una determinada manera?

    Dicho de otro modo:¿ hablamos de homosexualidad porque percibimos un orden real, sustantivo y constante a través de la historia y de las diferentes culturas, en los comportamientos, pensamientos, subjetividades y erotismo de un grupo de personas? ¿ O bien, la homosexualidad, como cualquier otra categoría, es sólo un nombre, un nombre cuya historia comienza en el siglo XIX, y, por lo tanto, el comportamiento, pensamiento, subjetividad y erotismo que lleva aparejado, tal y como lo reconocemos, es una construcción de nuestra modernidad, y no algo sustantivo y esencialmente constante en el tiempo?.

    En mi opinión, ninguna de estas dos posiciones se sostiene de manera absoluta. La mayoría de los «nominalistas» admitirían gustosos que algunos aspectos de la sexualidad son invariables y están presentes a lo largo de la historia, permaneciendo impermeables a las influencias de la sociedad. Y en el otro bando, muchos «realistas» reconocerían con alivio que el mismo fenómeno real pudiera ser descrito de diferente manera por diferentes culturas y diferentes épocas históricas.

    Yo confieso mi mayor proximidad a los teóricos del constructivismo (los nominalistas), con los que estoy bastante de acuerdo -sobre todo, si no se muestran fundamentalistas- y que vienen a decir que la categoría «homosexualidad» no describe tanto un modelo de conducta inherente un grupo de personas, sino que, a partir del siglo XIX, lo crea y lo establece, por lo que tal modelo de conducta no es intercambiable por lo que sucedía en otras épocas histórica y en otras culturas. No puedo dejar de pensar que las categorías de preferencia sexual son creadas por las sociedades. Su análisis debería revelar, a mi modo de ver, las consecuencias del uso de estas categorías -por ejemplo, la homosexualidad-, el poder que tienen en las sociedades que las crean y que les hacen parecer reales ante nosotros (reales en el sentido de invariables, sustantivas y constantes a través de los ríos de la historia). De cualquier modo, el debate está servido

  26. ulysses dice:

    hola como te va? te comento que estuve en grecia hace unos dias y nos quedamos con las ganas de comprar un libro sobre eros y la sexualidad griega pero lo he buscado en internet y no he tenido suerte , pero justo encontre esta pagina y por supuesto voy a comprar el libro porque me interesa el tema, pero quisiera saber si alguien sabe sobre el libro que he estado buscando, el titulo «eros» tapa azul y trata sobre la sexualidad en los heterosexuales, lesbianismo y homosexual, les agradeceria alguien estuvo en grecia y ha comprado el libro o si alguien conoce este libro. un abrazo

  27. Fernando dice:

    En la mayoría de las vasijas que presenta Dover,la penetración anal se produce entre un hombre y una mujer.Me resulta extraño que entre hombres tengamos tan pocas.No
    Veo claro que no hubiera interdictos sobre este tema en la antigua Atenas

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