FRANCO Y EL III REICH – Luis Suárez Fernández

9788490604632El libro comienza con el levantamiento militar de julio del 36 en España y se cierra con la Conferencia de Yalta de los días 4 y 11 de febrero del 45, en la que los líderes de las tres potencia vencedores establecieron el reparto de las áreas de influencia que se venían manteniendo, más o menos, durante la llamada Guerra Fría.

El autor, Luis Suárez, prestigioso medievalista que desde la muerte del General Franco se ha venido dedicando a estudiar los archivos de la Fundación que lleva el nombre del antiguo Jefe del Estado español, continúa en la línea de trabajos anteriores sobre el tema recogidos en su vasta obra (8 volúmenes) titulada Francisco Franco y su tiempo (1984). En esta ocasión podemos decir que el asunto central de esta nueva entrega es tratar de demostrar que Franco y el Régimen por él acaudillado no fueron satélites del nazismo hitleriano. 

Alrededor de esta premisa, Suárez va desgranando la documentación a que ha tenido acceso para establecer, primero, que Franco se echó en brazos de los países del Eje durante la Guerra Civil porque las democracias europeas le dieron la espalda, cuando no se situaron claramente enfrente, no quedándole otro remedio; y, segundo, que durante la contienda mundial del 39 al 45 trató en todo momento de dejar a España al margen de la misma.

El autor no niega los hechos, hubiera sido demasiado evidente su juego, sino que trata de hacernos comprender que una cosa era lo que Franco deseaba y otra lo que pudo o le fue posible hacer o dejar de hacer. Para ello, en ocasiones, se refugia en decisiones tomadas (siempre según el autor) sin su conocimiento o, cuando eran asumidas por él, porque lo hacía así al no tener alternativa, por mor de evitar males mayores. Esto en cuanto a las actitudes criticables desde nuestro actual punto de vista, que cuando son decisiones que pueden contar en su favor, parece que siempre estaba enterado y daba su beneplácito.

Así por ejemplo afirma que el bombardero de Guernica fue una decisión de la Legión Cóndor, sin consulta previa, lo mismo que los bombardeos italianos de febrero del 38 (Barcelona, Valencia, Burriana y Benicasim), acción por la que se asegura presentó una nota de protesta la embajada española en Roma, ya que Franco no quería víctimas civiles y se oponía al bombardeo de ciudades.

Durante la Guerra Mundial, el argumento empleado para su alineación al lado de Alemania es, por un lado, la deuda de Guerra y, por otro, el anticomunismo del Régimen, como si el pacto germano-soviético careciera de importancia, y se hace mucho hincapié en los esfuerzos de Franco para mantener a España fuera del conflicto.

La verdad es que la documentación manejada es muy extensa, lo que hace que el libro resulte un tanto pesado, cuando tampoco aporta novedad alguna y sí una serie de contradicciones o manejos en pro de la idea que propone.

Por ejemplo, a la hora de narrar las acciones pro-judías del Régimen, se lamenta el autor de que  con el tiempo se hayan individualizado en personas como Ángel Sans Briz, como si fueran héroes individuales, que lo fueron (no les quita el mérito de jugarse incluso la vida), y no se globalice en una forma de obrar del Estado, pues argumenta que en un régimen totalitario hubiera sido muy difícil, cuando no imposible, que se actuara al margen de directrices superiores y sin estar amparado por quienes manejaban los hilos.

Sin embargo, cuando habla de la germanofilia de los medios de comunicación españoles no utiliza el mismo argumento que, a mi modo de ver, sería lo lógico. ¿Qué pasa, que en un país sin libertad de prensa, con una férrea censura, los periodistas escribían lo que querían? Creo que con este ejemplo queda claro el distinto rasero para tratar según qué cuestiones.

Tampoco se logra demostrar de manera inequívoca si el hecho de que España no entrara en guerra fue producto de la habilidad de Franco o de una serie de casualidades (la Providencia, que diría el General) que evitaron que los alemanes entraran por las buenas como habían hecho en Holanda, Bélgica o Dinamarca, por ejemplo. Probablemente haya que estar agradecidos a la desastrosa campaña italiana en Grecia, que obligó a trasladar unas cuantas divisiones hasta los Balcanes. Sea como fuere, el caso es que España jamás rompió relaciones con Alemania, simplemente se fueron diluyendo hasta que cayó el Reich.

Lo dicho, creo que no hay novedades en lo que se nos cuenta en este extenso trabajo. Más allá de la manera de pensar de cada cual, que puede hacer ver a otros lo que yo no he visto, es decir, el fundamento de las tesis del autor, a mí me ha traído una reflexión a medida que iba avanzando en la lectura e interesándome cada vez menos por los argumentos expuestos, y es de lamentar, una vez más, lo expuestos que estamos el común de los ciudadanos a los peligros de visionarios y salvapatrias que se sienten llamados a una misión suprema. Porque leyendo entre líneas, si algo queda demostrado en este libro es lo aleatorio de que algunas decisiones tomadas en las altas instancia, tengan unos resultados o los contrarios. Sin ir más lejos, en el 44 o 45 nadie daba un duro por Franco y mirad si acertaron. Incluso Hitler, en plena Guerra Civil, le consideraba poco apto para el mando e incapaz de ganar la guerra, y más adelante seguía pensando que le faltaba capacidad de liderazgo y que sería sustituido por otro. Pues ganó la guerra y, mientras Hitler se suicidó en su búnker de Berlín, Franco murió en la cama de un hospital por achaques propios de la edad. ¡Unos genios!

 

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9 comentarios en “FRANCO Y EL III REICH – Luis Suárez Fernández

  1. Rosalía de bringas dice:

    ¡Qué buena reseña!
    Muy de agradecer esta lectura crítica sobre un tema de por sí controvertido…

    Un saludo.

  2. Farsalia dice:

    Pues con tu reseña, Trecce, se confirman impresiones previas tras hojear el libro y en aríiculos de prensa, y a tenor del «cariz» de Luis Suárez como historiador «oficial» de la Fundación Francisco Franco. Al respecto de las deficiencias historiográficas de este libro, recomiendo el acerado análisis de Ángel Viñas en su blog, en la entrada titulada «Pensando, amablemente, en la última obra de un académico de la Historia», cuyo enlace no pongo para no ser moderado; poniendo este título en Google la encontráis en seguida.

    Bien por la reseña.

  3. Trecce dice:

    Creo que era de ley exponer las cosas todo lo claras que permite una breve reseña y con la cortapisa de que tampoco he sabido expresarme del todo como quería. Lo cierto (siempre según mi perspectiva, quede claro), es que me daba un poco de coraje leer según qué cosas y, sobre todo, los argumentos con que defiende o trata de justificar determinadas decisiones.
    Pienso que tenemos perspectiva suficiente, por los años transcurridos, para no caer en determinados manejos interesados (y hablo en general, no sólo los favorables al franquismo), quien tenga dos dedos de frente, un mínimo de preparación previa y cierto conocimiento de la Historia, sabe de sobra qué cosas se hicieron correctamente y cuáles no; qué resultados son achacables a las políticas seguidas y cuáles al mero devenir de los tiempos. ¿Que hubo progreso en 40 años de dictadura y cosas que se hicieron (dejemos los matices) bien? Por supuesto, ¡sólo faltaba!, pero de ahí a que todo fuera producto de la obra bien hecha y no de que, en ocasiones, tocaba que así fuera, va un trecho.
    Y lo peor de todo: El tremendo revanchismo de los vencedores, al menos de sus dirigentes, es innegable, hasta el punto de que el autor no sólo no consigue rebatirlo sino que, tratando de hacerlo pasar por inevitable e incluso en determinados casos, reconociéndolo sin ambages, reconoce que así fue.

  4. Vorimir dice:

    La cosa es que no es mal medievalista, pero hace tiempo leí (y reseñé) su «La Europa de las cinco naciones» y daba un poco de vergüenza ajena el enfoque de su historia contemporánea española y su defensa a ultranza del catolicismo y la Iglesia. En fin, que queda claro de que pie cojea el que lleva 30 años de presidente de la Fundación Francisco Franco y donde se conservan documentos familiares que sólo los miembros de esta fundación pueden consultar. Por lo menos, decir que no es Pio Moa.

  5. HECTOR JULIO DIAZ . dice:

    muy buena la reseña, trabajar estos personajes que son los impulsores de los grandes males de la humanidad en el siglo xx, la ultra-derecha, el posicionamiento global, la repartición de la materia prima mundial de propiedad de los países «tercer tercermundista», la guerra fría y la piñatizacion de los continentes y ademas de los pueblos que en ellos habitan y otros males como la descuartizaciòn de África. Asia Oceanía y América Latina.
    la guerra no la hacen para liberar si no para apoderarse de las riquezas totales; gran verdad.

  6. José Sebastián dice:

    ¡Buena reseña Trecce!

    Desde luego un autor con cargos políticos en el régimen franquista, presidente de la Hermandad del Valle de los Caídos y tan ligado a una fundación que en cualquier estado serio estaría prohibida – aquí, recibe incluso fondos públicos – desde mi modesta opinión pierde toda legitimidad para tratar con mínima seriedad académica temas tan cercanos a un personaje que él idolatra.

    Y que conste que en mi biblioteca tengo varias obras del Luis Suarez medievalista (Isabel I y Enrique IV de Castilla. Editorial Ariel) que me gustaron.

    Saludos

  7. Milius dice:

    Me gusta el punto de vista del autor y la reseña que haces del libro, siempre he pensado que Franco no era más que un dictador militar y poco o nada afecto al fascismo o nazismo, que tan hundidas tienen las raices en el socialismo. Debía a Alemania hasta las cejas, todos lo sabemos, no era los nacionales quienes tenían el oro y la deuda era sangrante. Aquellas cosechas enviadas Alemania a cambio de nada, la división Azul y tantas otras cosas, no sé yo que hubiera sido de nosotros de no salir de la tierra aquél maná del wolframio. Y si este esta un poco escorado a un lado, que no lo sé, Viñas está claramente escorado al otro… Es una lástima pero en estos asuntos no queda más remedio que leer y filtrar cada cual según su leal saber y entender.

  8. Trecce dice:

    Esa es una de las claves, leer para tener tu propia opinión, porque efectivamente todos tienen algún tipo de inclinación.

  9. David L dice:

    Franco fue un dictador militar, y cuando resalto lo de militar lo hago porque fue este estamento el que le catapultó a la Jefatura de Gobierno durante cuarenta años tras dar un golpe de Estado contra el Gobierno de la II República. Aquí no existía un partido que aglutinara a las clases medias en torno a un movimiento como el NSDAP alemán o el Partido Fascista de Mussolini, la CEDA prácticamente abarcaba ese espacio que después intentó ser ocupado, dadas las circunstancias, por la Falange. Italia y Alemania, a pesar del personalismo de sus dictadores, la dictadura se expandió hacia la sociedad teniendo como eje vertebrador a dichos movimientos, caso muy diferente al de España. Aquí de todas formas entra la gran discusión existente entre los historiadores de este periodo… ¿Son fascismo todo los movimientos dictatoriales existentes en Europa durante el periodo de entreguerras y la IIGM? Para algunos autores especialista en el fascismo y el nazismo como Ferrán Gallego rotundamente sí. Desarrollan otras características, propias cada una de la idiosincrasia de sus países, pero sin dejar de ser una variante del fascismo. Si nos atenemos a analizar detalladamente la naturaleza del fascismo italiano o del nazismo alemán podríamos encontrar diferencias significativas, la principal, que ya he mencionado anteriormente es la de articularse mediante un gran partido de masas, premisa principal del fascismo. Un debate que daría para mucho….realmente interesante.

    En cuanto a la tan manida discusión sobre si Franco evitó entrar en la guerra por fortuna o por meritos propios creo que hay un poco de todo. Franco era líder absoluto….pero debía compaginar ese poder junto a las distintas camarillas que conformaban el universo franquista, algunas de ellas enfrentadas a muerte, y eso era un hándicap también que afectaba a su política exterior. Sí, Franco deseaba el Marruecos francés, pero no disponía de efectivos logísticos para llevar a cabo esa acción, enfrente tenía a las tropas de Vichy dispuestas a defender ese terreno y a Hitler con la clara intención de utilizar esta espada de Damocles contra los franceses para obtener una máxima colaboración de Petain, para ello el dictador alemán sabía perfectamente que ofrecer a España esos territorios sería enemistarse definitivamente con Vichy…mal negocio…Hasta la Operación Antorcha en noviembre de 1942 que supuso la llegada de tropas norteamericanas al frente norteafricano la ilusión por alcanzar dicha expansión estuvo más que presente, y eso hubiese supuesto la entrada de España en guerra , aunque como he comentado anteriormente la camarilla pro-Aliada no estaba por la labor de facilitar esa entrada. A partir de aquí cualquier atisbo de deseo para entra en la guerra se acabó, la diplomacia sustituyó al coraje guerrero y, cada cual que piense lo que crea correcto, Franco jugó muy bien sus bazas para no entra en la contienda bélica. Circunstancias obligan, es la realidad de los hechos los que se imponen a los deseos y sueños…..y para España y Franco la IIGM estaba acabada…..¡sálvese quién pueda!

    Saludos.

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