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Foro Primigenio de Hislibris Archivo precioso de aventuras hislibreñas de 2006 a 2024
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momper
Registrado: 14 Dic 2008 Mensajes: 4739 Ubicación: el chacuatol
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Publicado: Mar May 18, 2010 2:59 am Título del mensaje: Desde el monte santo |
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Desde el monte santo, de William Dalrymple. El autor recorrió a mediados de los noventa el mismo camino que había seguido el monje Juan Mosco (autor de El prado espiritual) en el siglo VI a través del mundo cristiano oriental. Con excelente estilo nos muestra cómo viven los supervivientes de un mundo en extinción, y cómo se ha llegado a las diversas situaciones en que se encuentran los cristianos de Turquía, Siria, Líbano, Israel, Egipto... No es, empero, un mero ensayo político: Dalrymple aprovechó para visitar muchos lugares del viejo Bizancio y los evoca magistralmente.
Lo he releído en la edición de Península del 2000; me consta que hoy, cuando menos, hay una edición en bolsillo.
Les copio unos fragmentos:
«—Construimos muros entre las casas para que el pueblo pareciera una fortaleza —prosiguió él—. Luego excavamos túneles para poder ir de una casa a otra sin que los musulmanes nos dispararan. El fuerte era la iglesia, y teníamos en el tejado un cañón que habíamos quitado a los turcos en Midyat.
[...]
Aquel invierno fue muy duro. Cada familia recibía una hogaza de pan al día, lo que significaba que sólo había un trozo para cada persona. Y había muchos heridos pero sólo un médico; él hacía lo que podía, pero casi todos los heridos tenían que confiar en los ancianos que sabían de raíces y de plantas medicinales. Pero no cedimos. Nos habían dicho que los británicos habían desembarcado en Irak y estábamos convencidos de que acudirían a rescatarnos. No fue así, por supuesto. Pero la esperanza de la liberación nos ayudó a aguantar.
[...]
Estos días se parecen a aquellos de 1914 —dijo el anciano sacerdote incorporándose despacio de la silla y cruzando la habitación encorvado—. Parece que va a descargar la tormenta. Se ven los nubarrones y ya han empezado a caer las primeras gotas.
—¿Cree que habrá otra matanza? —le pregunté.
—¿Cuánta gente queda por matar? —preguntó a su vez Abouna Shabo.
—No habrá matanzas —dijo Bedros—. Sólo algunos asesinatos todos los años. Secuestrarán a los sacerdotes. A los demás los echarán de su tierra.
—Es todo en vano —dijo Abouna Shabo, despareciendo por la puerta—. ¡Las tropas inglesas no vendrán!».
Págs. 101 y ss.
«De todos modos, aún puede apreciarse por qué atrajo tanto este hotel a una generación anterior de viajeros ingleses. Esta mañana me desperté a las ocho, confuso al principio, sin saber muy bien dónde estaba, y miré la pared al lado de la cama. Colgaba de ella un grabado de un coche inglés y el retrato enmarcado de un perro perdiguero negro con una faisán en la boca saliendo de un arroyo junto a una casita con el tejado de paja... Entonces caí en la cuenta. La comida inexplicablemente horrenda, la arquitectura neogótica decadente, las bañeras hondas y las camas incómodas: no es raro que Lawrence y sus contemporáneos se sintieran aquí como en casa, porque el hotel Baron es la réplica exacta de un colegio privado inglés peculiarmente espartano, extrañamente trasladada a los desiertos de Oriente Próximo.
Y sin embargo tengo la impresión de que el lugar empieza a gustarme. Siempre me ha atraído el hecho de que en Siria se pueda caminar todavía por calles romanas que no se han vuelto a pavimentar desde tiempos de Diocleciano, o subir a las murallas de castillos que no se restauran desde que los asaltó Saladino. Tal vez debiera complacerme de igual modo el hecho de poder dormir en el Baron en sábanas que no se lavan desde que durmió aquí T. E. Lawrence e incluso que te piquen las mismas colonias de chinches que picotearon en tiempos al gran Atatürk».
Págs. 114 y 115
«Le dije a George que quería ir al campamento y hablar con los refugiados nestorianos. Pero empezó a mover la cabeza sin dejarme acabar. Me explicó que ningún extraño podía entrar o salir del campamento. Estaba rodeado de alambre de púas y la única entrada estaba plagada de guardias. Intentarlo sería perder el tiempo. Creía que lo más que podría conseguir era que me detuviera la policía secreta del presidente Assad, algo que no me recomendaba en absoluto.
—Pero puedes entrevistar a algunos nestorianos cuando regreses a Inglaterra —me sugirió.
—¿Qué quieres decir?
—Creo que hay una gran comunidad nestoriana en... ¿hay algún sitio en Londres que se llame Ealing?
—¿Ealing?
—Sí, creo que es así —dijo George—. Fue en Ealing donde coronaron al actual patriarca nestoriano. Debe de haber muchos más nestorianos en Londres que aquí. Y en Ealing vive la mayor comunidad nestoriana de Europa.
Éstas son la humillaciones del escritor de viajes a finales del siglo XX: llegar hasta los confines de la tierra en busca de los herejes más exóticos del mundo y descubrir que han acaparado el negocio del kebab al final de tu calle de Londres».
Pags. 119 y 120
«—En 1953 por fin ganamos el juicio —continuó Elías—. El tribunal dictaminó que los desalojos eran injustos y que tenían que permitirnos volver a nuestras casas y cultivar nuestros campos.
—¿Y entonces por qué no están ustedes allí ahora? —pregunté.
—Porque al día siguiente el ejército israelí declaró aquel sector zona militar y nos prohibió entrar. Por la tarde destruyeron Kafr Birim con un bombardeó aéreo. Habíamos ganado el juicio, pero nos habían estafado de todos modos. No podíamos hacer nada.
[...]
—En 1949 entregaron algunos de nuestros campos a un nuevo kibutz, el kibutz Baram —contestó el maestro, consultando su valiosa lista de datos y cifras—. Lo construyeron en unos 350 dunums de nuestra tierra.
—Lo que era el pueblo ahora es un parque natural —añadió el sacerdote—. Han colocado un cartel a la entrada diciendo que "Las ruinas de Baram datan del periodo del segundo templo". Y es cierto que en medio de nuestro pueblo están las ruinas de una sinagoga del periodo romano, pero el letrero da la impresión de que nuestras casas son ruinas romanas. Los escolares a los que llevan allí creen que nuestros viejos edificios son como los que ves en Pompeya.
—Nos han eliminado de la Historia —dijo el anciano maestro—. No reconocen nuestra existencia. Ni la de nuestros padres y abuelos y bisabuelos.
—Mi padre y yo excavamos un pozo —dijo Wadeer—. Ahora hay un cartel allí que dice que lo hizo un tal Yohanan de Baram en tiempos de los romanos. [...] Han hecho como si mi pozo formase parte de la historia judía antigua. Pero ¡ese pozo lo excavé yo con mi trabajo!
—Otro hombre, un amigo mío llamado Farah Laqzaly, hizo una escultura de la virgen —explicó Elías—. Recuerdo que le vi haciéndola. Y ahora dicen que tiene siglos de antigüedad. Se la llevaron al kibutz Sasa y la colocaron en una vitrina».
Pags. 282 y ss. |
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AlmaLeonor
Registrado: 02 Jul 2007 Mensajes: 1440 Ubicación: Valladolid
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lola2
Registrado: 21 Jul 2007 Mensajes: 138
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Publicado: Dom May 30, 2010 7:22 am Título del mensaje: |
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Qué buena pinta tiene . Gracias |
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Trotamundos
Registrado: 20 Dic 2009 Mensajes: 6
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Publicado: Jue Jun 03, 2010 5:24 pm Título del mensaje: |
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Fantastico libro, el libro al que haces referencia de la india, puede ser El Ultimo Mogol ó La ciudad de los Djins ambos estan inspirados en al India, queria recomendaros otro, uno de los que escribio en sus comienzos "Tras la pista de Marco Polo".
Saludos |
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