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El pequeño Pataxú, Tristan Derème

Una Segunda Guerra Púnica/Romana alternativa

 
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farsalia



Registrado: 07 Nov 2007
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MensajePublicado: Sab Jul 26, 2008 6:09 pm    Tí­tulo del mensaje: Una Segunda Guerra Púnica/Romana alternativa Responder citando

Ya que estamos especulando con historia ficción/historia alternativa, posteo un texto que escribí hace unos años para una lista de correo extinta. Tiene mucha fantasía en la segunda parte, desde luego.
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La II Guerra Púnica o Romana

¿Habrían cambiado las cosas en la historia si realmente los hechos hubieran sido diferentes? El tema de la especulación es amplio y da mucho de sí, aunque no soy excesivamente partidario de ello. Un ejemplo: aquí os propongo una historia alternativa o historia ficción de lo que hubiera podido ser el Mediterráneo occidental si Aníbal hubiera ganado la II Guerra Púnica o Romana.


1. Los objetivos de ambos rivales en liza.

Creo que Aníbal hubiera podido ganar la guerra si las circunstancias, los apoyos desde Cartago y un mejor (auto)análisis de sus propias decisiones se lo hubieran permitido. Desde luego, si en el 218 a.C. hubiera tomado otras decisiones que las que tomó y hubiera contado siempre con el apoyo de Cartago (en lo que se refiere a refuerzos militares), la guerra hubiera podido dar un giro desde el principio, o al menos desde poco antes de Cannae, cuando Roma reaccionó débilmente a los primeros desastres. Una estrategia global debió ser puesta en práctica, y de hecho Aníbal lo hizo: cuando marchó de Hispania, dejó allí un ejército fuerte al mando de su capaz hermano Asdrúbal, con órdenes claras. Envió fuerzas para defender África de un probable contraataque romanos desde Sicilia. Se llevó consigo la parte del león de su ejército, en su marcha a través de los Alpes. Su estrategia global, que incluía una guerra de desgaste en Italia, tratando de destruir el entramado de alianzas de Roma con los pueblos itálicos, era magistral. Nunca un general planeó una guerra global de tal manera, y menos aún en una época en que la tecnología militar era escasa.

En el momento de partir Aníbal de Hispania, Roma estaba en una situación de tranquilidad. Tras la caída de Sagunto y la declaración de guerra, Roma preveía una guerra en el mar, con un desembarco en África desde Sicilia, una destrucción del ejército anibálico en la Galia (no más allá del Ródano) y una fácil derrota de los cartagineses en el norte de Hispania, neutralizando el ejército de Asdrúbal Barca. Esta es la estrategia que los cónsules del 218 a.C. tenían que realizar por mandato del Senado romano. Nadie se imaginaba en Roma que Aníbal pudiera marchar a través de los Alpes, sobreviviendo a un crudo otoño y a las nieves de las montañas alpinas; he ahí el gol que Aníbal les coló a los romanos por la escuadra derecha. Una jugada magistral llena de imponderables que bien pudo salir mal. Sin embargo, una vez rehechos de la sorpresa inicial, la estrategia romana fue brillante. Cambiaron el desembarco en África por un desembarco en Hispania y una serie de campañas para neutralizar a Asdrúbal. El bloqueo naval en el Tirreno fue contundente, imposibilitando a los cartagineses enviar refuerzos a Aníbal. Con Sicilia entre Italia y África como atalaya de defensa, Roma pudo neutralizar las esperanzas cartaginesas de ayudar a Aníbal. Y en Italia, la táctica fabiana de desgastar poco a poco a Aníbal sin presentarle batalla abierta, después de Cannae, acorralándolo en el sur, fue soberbia (si bien Aníbal, en los diez años posteriores a Cannae, pudo aún realizar hazañas magistrales y derrotar, incluso aniquilando, a más de un cónsul). Los buenos resultados en el mar, el feliz desenlace en Sicilia (tras la muerte de Hierón y la defeccción de Jerónimo), que pudo traer problemas si Cartago lo hubiera aprovechado bien, el éxito en Hispania (a pesar del desastre de los Escipiones en el 212 a.C.) y el desembarco en África del 204 a.C., aseguraron el triunfo final de Roma. Pero las cosas pudieron haber sido diferentes si Aníbal, Cartago e incluso la propia Roma hubieran actuado de otra manera. Véamoslo.


2. Historia alternativa de la II Guerra Púnica sive Romana (hasta el 216 a.C.).

Empecemos por el principio. La salida de Aníbal de Hispania, la llegada al Ródano, el encuentro con los romanos y su desvío, el paso de los Alpes, la llegada a Italia, las primeras victorias en el Tessino y el Trebia, la campaña anibálica por Umbría y Etruria, el triunfo cartaginés en el lago Trasimeno,....he aquí las pautas iniciales de la Blitzkrieg cartaginesa. Los primeros dos años del conflicto (218-217 a.C.) son de rotundo triunfo de los cartagineses en Italia. Imaginemos (o especulemos) que en Hispania el joven Asdrúbal consigue defenderse bien de los dos Escipiones, cuyos intentos de resquebrajar la aliaza púnica en el territorio con los indígenas fracasan.

Roma, tras los reveses iniciales en Italia, se ve obligada a abandonar la posibilidad de un desembarco en África. Volvamos a imaginar: Cartago aprovecha rápidamente esta decisión romana y (seguramente por decisión de Aníbal, que asumiría un mando global) envía la flota cartaginesa a aguas del Tirreno. Podría haber sucedido una guerra en alta mar, en la que Cartago, jugando bien sus cartas, hubiera podido llevar la iniciativa, pero sin efectuar ningún golpe final. No olvidemos que en Sicilia hay legiones acantonadas. Un bloqueo sobre la isla, neutralizando también a Hierón de Siracusa, hubiera sido efectivo, y fácilmente realizable desde África (si la metrópoli púnica hubiera jugado bien sus cartas, insisto). Y un cierto movimiento púnico en Córcega y Cerdeña (atacando desde esta zona la costa etrusca), provincias romanas, destruyendo las bases romanas, o al menos neutralizándolos, hubiera ayudado a la estrategia global cartaginesa. De hecho,con todo, considero secundarias estas operaciones, aunque importantes: la guerra se libra en Italia.

La guerra en estos primeros años, en el mejor de los casos para Cartago, se hubiera desarrollado potenciando la fuerza marítima de los púnicos, manteniendo segura la base de Hispania, neutralizando las flotas romanas en el Tirreno y bloqueando Sicilia, principalmente, y Córcega y Cerdeña (desde donde se hubiera podido enviar naves a saquear la costa etrusca, y estableciendo cabezas de puente o puertos para futuros desembarcos de refuerzos púnicos). En el escenario principal, Italia, no establezco diferencias respecto a lo que realmente sucedió. Aníbal, tras Trasimeno, con una Roma en estado de shock, hubiera empezado ya a seducir a los itálicos, en especial samnitas, campanos y lucanos. Etruria y Umbría, con una presencia de tropas enemigas en su territorio, tal vez no titubearían en su alianza con Roma, aún hacía falta mucho. Los refuerzos celtas del norte de Italia, belicosos y difíciles de controlar (y a los que había que alimentar y armar) podrían ser integrados en el ejército púnico; pero Aníbal habría sabido hacerlo. Mantener contactos con las potencias del otro lado del Jónico es también uno de las medidas tomadas por Aníbal: en Dalmacia, donde Roma mantiene una cabeza de puente tras las guerras ilirias; en Macedonia, con un Filipo V inmerso en las guerras fratricidas griegas pero atento a lo que sucede en Occidente; incluso con el Imperio Seléucida, donde Antíoco III el Grande mantiene una guerra con sus súbditos del extremo oriental, y a punto de enfrentarse de nuevo con Egipto. Estar al tanto de la situación internacional es otra de las cosas que Aníbal hubiera podido hacer, a la búsqueda de futuros aliados; pues la guerra con Roma será larga (tal vez no de 18 años), estoy convencido, y a la larga se necesitan aliados.

Las cosas cambian tras Cannae y sus (imaginarias o probables) consecuencias. La táctica fabiana inicialmente falló y el belicoso e imprudente cónsul Varrón busca una batalla con Aníbal. ¿Es Cannae una batalla final para Roma en estos momentos, una ofensiva de "aquí destruimos a los púnicos"? No creo. Si Roma hubiera vencido, ¿Aníbal habría sido aniquilado? ¿O tal vez se hubiera retirado a restañar las heridas? Todo depende de las circunstancias a su favor. Si mantuviera sus opciones íntegras en Hispania y el Tirreno, tal vez se hubiera retirado, esperar que llegaran refuerzas e intentar recuperar la iniciativa. Si los cartagineses no hubieran reaccionado en el mar (como aquí hemos imaginado), tal vez se hubiera acabado allí la aventura púnica. Quién sabe.


Las consecuencias de Cannae (216-214 a.C.).

El caso es que en el 216 a.C. Roma sufre en Cannae un desastre descomunal: 80.000 muertos entre romanos y aliados. Aníbal, pasados unos días, y calibrando als consecuencias de la victoria, da el siguiente golpe. ¿Asediar Roma? No. No tiene los medios para hacerlo, al menos ahora. Puede recibir refuerzos. Imaginemos las consecuencias de la derrota romana:

· Roma no queda indefensa, sin ejércitos. Cuenta aún con tropas en Hispania y Sicilia. Imaginemos que un efectivo bloqueo en el Tirreno impide a estas fuerzas desplazarse por mar desde la isla; les queda realizar un recorrido a través de la bota italiana. Imaginemos que en estos momentos (y no en el 215 a.C.) Hierón de Siracusa muere; su nieto Jerónimo, seducido por las victorias cartaginesas, rompe con Roma. Envía emisarios a Cartago y a Aníbal para ofrecer su alianza (esperando recibir contrapartidas en la isla a cambio de su apoyo). Imaginemos que, bloqueados por mar y atrapados en Sicilia tras la defección siracusana (que tratarían de solventar), los ejércitos romanos en la isla no pueden desplazarse a la península a defender Roma. Un ejército con el que no podría contar Roma.

Pasemos al caso de Hispania. Sin sobrestimar la capacidad y la eficacia de Asdrúbal Barca, imaginemos que las cosas se les tuercen a los romanos aquí. No consiguen deshacer las alianzas púnicas con los indígenas, fracasan en algunos de sus ataques por la costa levantina. Desgastados por una campaña infructuosa, tienen dos opciones: permanecer a la expectativa, intentando contener a Asdrúbal (no sea que repita la hazaña de su hermano e intente partir a ayudar a Aníbal en Italia); o abandonar este territorio, a una orden del Senado, en caso de que hiciera falta que defendiese el suelo itálico. Ambas opciones pueden ser válidas, aunque creo que la segunda sería más improbable a corto plazo: mientras Roma cuente con Etruria y Umbría, las colonias del norte de Italia (Placentia, Cremona, etc.) y pueda reconstruir el ejército perdido en Cannae, tal vez no evacue Hispania. Además, les interesaría mantener un ejército en Hispania que impida un avance de Asdrúbal hacia Italia. Quien sabe, todo puede pasar.

· Tras el triunfo en Cannae, Aníbal, en Italia, habría potenciado sus esfuerzos por destruir la alianza romana con los itálicos. Seguramente, como así sucedió, samnitas, campanos, lucanos, tarentinos y los pueblos del sur, se pasarían a su lado. Capua abre sus puertas, un lugar para el descanso de los vencedores. pero imaginemos que Aníbal no da tiempo a sus soldados a habituarse a las delicias de Capua. Rápidamente acude al norte, a Etruria y Umbría, a desgastar la alianza con Roma. Una táctica de saqueos, de tierra quemada, de aterrorizar a las ciudades y campesinos de esas zonas, a la par que una política de seducción a algunos pueblos (picenos, umbros, etc.) para que se pasen a su lado (el palo y la zanahoria al mismo tiempo, no es demasiado irreal, sucede en todas las épocas de la historia). la ruina de Italia, que se sucedió tras el conflicto, provocada ya y a conciencia. Y al mismo tiempo, en la Galia Cisalpina, los celtas se habrían dedicado a debilitar a las colonias romanas de la zona, tomando alguna, saqueándola, quien sabe. La política tras Cannae, pues, es aislar a Roma de sus aliados. He ahí el objetivo de Aníbal en estos momentos.

Estos acontecimientos no habrían sucedido de un día para otro. El invierno del 215 a.C. sería decisivo para Aníbal. Aprovechando el momento de shock de Roma, acude a Cartago en una visita relámpago, sabiéndose seguro en el mar (aunque sin descartarse los infortunios de las tempestades) con los anillos de 80.000 muertos (como así relata Tito Livio), y pide refuerzos (aprovechando la situación para potenciar sub posición en la capital y apartar del poder a Hannón y sus partidarios). Imaginemos que en el estado de las cosas tal como las hemos planteado hasta ahora, así sucede. Cartago entrega los efectivos pedidos: con uno Mediterráneo occidental bajo su control, con Sicilia bloqueada y manteniendo sus opciones en Hispania, se podría haber hecho. Un contingente llega a las costas etruscas, donde se habría conseguido algún puerto en el que desembarcar. En la primavera del 215 a.C., Aníbal recibe 20.000 soldados de infantería y 5.000 jinetes: todo un ejército.

Roma no se queda quieta, sabe lo que le espera. Después de Cannae y el invierno, le ha costado reunir tropas, y tiene. Pero ya no controla Italia: el sur se ha pasado a Aníbal, que tiene en Capua una buena base (pero tal vez no la única); en Etruria y Umbría, todo son dificultades, hastiadas sus tropas por la táctica de Aníbal de desgastar a sus aliados; y en el norte, los celtas están destruyendo su efímero poderío. Como sucede en la realidad, Roma nombra a Fabio Máximo dictador y le encarga la defensa de Roma. Y este considera las opciones. Les queda Sicilia y el Lacio, y los Escipiones en Hispania. Aníbal prevé sus movimientos: envía parte de sus recientes refuerzos a Sicilia, bajo el mando de su hermano Magón, que a lo largo del 215 a.C. derrota a unas legiones romanas bajas de moral y bloquedas por tierra y mar. Solventado este escenario, momentáneamente, e impidiendo a Roma recibir auxilio de Sicilia, Aníbal prosigue en su labor de desgastar a Roma.

No le resulta fácil. Debe contener a los más belicosos de Cartago que le exigen que tome Roma y acabe la guerra. El conflicto es arduo también para la ciudad púnica. Hacer frente a una guerra en varios escenarios a la vez es muy costoso en recursos y hombres. Pero imaginemos que nos encontramos en esos momentos extraños de la Historia en que una serie de hombres, en este caso los Barca, los hijos de Amílcar, del que lo han aprendido todo, pueden hacer frente a una guerra de este calibre. Construir flotas, reunir ejércitos, llevarlos de un sitio a otro, mantener territorios, sofocar alguna que otra rebelión, más de un motín (no olvidemos que las tropas cartaginesas son mercenarias),....es muy difícil que todo o casi todo salga bien. Y seguramente las cosas no saldrán del todo rodadas para Aníbal y los suyos. En Sicilia las legiones romanas se lo pondrán difícil a Magón, que tal vez no acabará de reducirlas en todo el año 215a.C.; en Italia misma la táctica de desgaste de Aníbal no dará todos sus frutos y algún contratiempo o incluso alguna pequeña derrota sufrirá; en Hispania, el joven Asdrúbal tal vez tenga problemas para mantener unidos a sus aliados indígenas, o en algún momento sufrirá algún revés frente los Escipiones, etc. El año 215 a.C. será difícil para ambas partes. Es un año en el que Roma intenta recuperarse y Aníbal lucha por su táctica de desgaste (a la par que mantener su ejército unido y procurar que todos los escenarios de guerra se mantengan a su favor).

En la primavera del 214 a.C., Fabio decide realizar una campaña en el sur que aparte momentáneamente a Aníbal de Etruria. Aníbal no muerde del todo el anzuelo. Envía tropas a la Campania, donde Fabio ronda por los alrededores de Capua. Se producen enfrentamientos, los cartagineses (siguiendo órdenes de Aníbal) no se lanzan galope tendido contra los romanos, que sufren bajas, pero se retiran. Fabio ataca a los samnitas y consigue algunos éxitos parciales. Pero aparece Aníbal y Fabio, prudente, se retira. A lo largo del verano del 214 a.C., Fabio intenta pinchar a Aníbal pero este procura no caer en la trampa. Las tornas se han cambiado: Aníbal pasa a ser el Cunctator. Las tropas romanas no consiguen desgastar al ejército de Aníbal, ni impedir que este afloje su política en Etruria y Umbría. Sicilia poco a poco es controlada por Magón. En Hispania los Escipiones se desgastan. Y las flotas púnicas siguen controlando el Mediterráneo occidental. Todas las opciones de Aníbal están abiertas.


El final de la guerra (213-212 a.C.)

En el invierno del 213 a.C. Aníbal recibe se traslada a Paestum para recibir una embajada de Cartago. La encabezan Hannón, del partido aristocrático y comerciante, y Asdrúbal, del partido bárcida. Ambos traen un pliego del Senado cartaginés en el que se remarca al estratega cartaginés de la necesidad de entablar una batalla con Roma que ponga fin a la guerra. La guerra en diversos frentes resulta extremadamente costosa para el Estado cartaginés. Mantener tres ejércitos en pie de guerra (Italia, Hispania y Sicilia) y una flota en el Tirreno empieza a mermar la bolsa cartaginesa. Los senadores cartagineses urgen a Aníbal a entablar una batalla final contra Roma y luego firmar una paz ventajosa para Cartago. Aníbal les recuerda los logros de su estrategia de los dos últimos años, convencido de sus frutos a medio plazo; les recuerda la imposibilidad de sitiar Roma sin un tren de artillería y asedio, y pide calma. Se muestra dispuesto a ayudar a los gastos de la guerra con sus propiedades en África e Hispania, y pide paciencia. Hannón, del que se sospecha su deslealtad para con el gobierno belicista en Cartago, exige un final de la guerra. Asdrúbal, pariente de Aníbal, le concede tiempo, pero rogándole que piense en la situación económica de Cartago. Se firma un acuerdo secreto entre Aníbal y Asdrúbal por el cual éste último le da el plazo de un año para acabar tenaza estranguladora sobre Roma en Italia.

Mientras tanto, Fabio sigue con su táctica de pinchar el ejército cartaginés. Al comenzar la primavera, el Senado romano recibe noticias de la rendición de sus legiones en Sicilia. La ignominia de la derrota provoca un estado de alarma nacional en la capital. Tiberio Sempronio Graco, cónsul del 218 a.C., pide el retorno de las tropas de los Escisiones de Hispania. Fabio, reclamado por el Senado, pide tiempo. El clan de los Cornelios (a los que pertenecen los Escipiones), enfrentado a los Fabios, piden que Fabio Máximo deje el mando. Un joven Publio Escipión, enviado junto a su padre y su tio en el 215 a.C., y elegido extraordinariamente cuestor en el 214 a.C., pide que el mando de Fabio sea entregado a su padre. El Senado, ante la gravedad de la situación tras la pérdida de Sicilia, nombra a Marco Junio Pera dictador, con Marco Claudio Marcelo como magister equitum, y le encomienda el mando de la guerra en Italia. Se prorroga el mando a los Escipiones y se encomienda a Tito Otacilio el mando de una nueva flota (la última), encomendándosele la protección de las costas italianas del Tirreno. Se decide la evacuación del territorio en Dalmacia, y el traslado de las fuerzas (escasas) allí acantonadas a Italia.

El dictador Junio Pera marcha con 8 legiones contra Aníbal en Etruria. En Volterrae se junta con 2 legiones procedentes de Dalmacia y del norte de Italia, que ha quedado en manos de los celtas (destrucción de Placentia y evacuación de Cremona). En las proximidades de Arretium, el ejército de Aníbal entra en contacto con las fuerzas romanas. Se producen escaramuzas, y alentado Junio por la retirada cartaginesa, envía a su ejército. Aníbal, repitiendo la hazaña de Cannae, saca a su caballería, que rodea a los romanos, y los cirvunvala. Junio, que sabe reaccionar a tiempo, ordena la retirada, pero pierde 3 legiones. Se retira a Roma, perseguido por la caballería de Maharbal, que llega incluso hasta las puertas de la ciudad. Junio renuncia a la dictadura; el Senado decide traer a las legiones de Hispania, usando la flota de Otacilio. El joven Escipión muestra su desacuerdo, pero no es escuchado.

En el Tirreno, sin embargo, la flota de Otacilio, nueva pero poco experimentada, sufre un serio revés en las costas de Córcega: se pierden 76 naves, mientras sólo han podido hundir 6 naves cartaginesas. La flota de Bomílcar desembarca en Populonia y establece un puerto de desembarco: trae refuerzos, en especial un contingente de 3.000 jinetes númidas. Con ellos, hostiga los alrededores de Roma. Desde Hispania, las noticias son favorables para los cartagineses: los Escipiones, intentando rechazar a las tropas de Asdrúbal Barca, sufren un serio revés en las cercanías de la actual Tarragona. Los ilergetes, aliados de los cartagineses, persiguen a los romanos en la retirada a Emporion y en una emboscada aniquilan a una legión al mando de Cneo Escipión, que muere en la acción. Los romanos se retiran de Hispania y se repliegan a la desembocadura del Ródano, desde donde inician una marcha hacia Italia, bordeando la costa. Asdrúbal Barca (dejando el mando de Hispania a su hermano Magón), enterado de la derrota de los Escipiones, les persigue, enviando un mensajero a Aníbal para que envíe una parte de su ejército y, en una acción de tenaza, destruir a las tropas romanas. En el otoño del 213 a.C., en las cercanías de Pisa, Escipión es atacado por Asdrúbal, y aunque consigue retirarse con éxito, al llegar a Populonia, es derrotado por Aníbal, cayendo prisionero.

Las noticias de este desastre llegan a Roma, además de sus consecuencias. Junto con Asdrúbal Barca han llegado a Italia 20.000 soldados de infantería (la mayoría reclutados en Hispania), que se unen a las fuerzas de Aníbal (que a lo largo de la guerra ha reducido sus tropas a la mitad, si bien ha conseguido recibir refuerzos en dos ocasiones). Los cartagineses suman 48.000 soldados de infantería y 6.000 jinetes. Roma vacía el Lacio de hombres en edad de luchar y reúne un ejército de 10 legiones, más de 60.000 hombres, apenas sin aliados (sólo algunas ciudades etruscas aportan soldados, las más cercanas a la capital; Umbría se ha pasado al bando cartaginés). En noviembre del 213 a.C. ambos ejércitos se encuentran en las afueras de la ciudad de Tarquinia. El mando romano lo ostenta Marco Marcelo. La batalla se desarrolla desde un principio a favor de los cartagineses, gracias al genio militar de Aníbal, que coloca a Asdrúbal al mando de la caballería. Los romanos, luchando con ferocidad, sabiendo que se juegan el futuro de Roma, atacan desde el principio. Pero Aníbal desbarata su ataque, contraataca con la infantería celta y la caballería, y remata la jugada con el ataque de lo más granado de su ejército. Los romanos sufren su última derrota: 18.000 muertos, 15.000 prisioneros, el resto huye a Roma. El Senado, al recibir la noticia, envía mensajeros a Aníbal solicitando un armisticio. Aníbal envía al prisionero Publio Escipión, junto a su hermano Asdrúbal, para negociar la paz.


El tratado de paz: Cartago potencia del Mediterráneo occidental, pero...

El tratado de enero del 212 a.C. supone el final del dominio romano en Italia. Roma y Cartago vuelven a ser ciudades amigas bajo unos nuevos términos. Roma acepta la disolución de su alianza con los pueblos itálicos, que se emancipan: samnitas, marsos, lucanos, picentinos,...hasta ocho pueblos itálicos rompen definitivamente sus lazos con Roma. Las ciudades de la Magna Grecia recobran su libertad. El norte de Italia es evacuado definitivamente por los romanos, y las colonias allí fundadas abandonadas. Etruria y Umbría también rompen con Roma; las ciudades etruscas recuperan su antigua libertad, y Umbría pasa a depender, a partes iguales, de picentinos y celtas del norte. Se le permite a Roma conservar su territorio en el Lacio, pero las ciudades de la Liga Latina son liberadas de su autoridad a Roma, que permanece como una ciudad más de la zona.

Cartago impone a Roma una indemnización de 10.000 talentos a pagar en 50 años; desmantela la mayor parte de su flota y debe permitir que Cartago pueda comerciar libremente con las ciudades de la Campania. El ejército romano se reduce a 2 legiones, únicamente con motivos defensivos. Los prisioneros cartagineses son liberados, y los 15.000 cautivos romanos serán liberados tras el pago de un rescate.

Respecto a las provincias romanas, Sicilia es entregada a Cartago, exceptuando la parte de Jerónimo de Siracusa, que es reconocido como aliado de Cartago y recibe un tercio de la antigua provincia romana. Córcega, Cerdeña y todas las islas que hay entre Italia y África pasan a depender de Cartago, que las administrará tal y como se estableció hasta el final de la primera guerra romana. Se permite a Roma comerciar con estas islas, siempre y cuando los intereses cartagineses no sean puestos en entredicho. Finalmente, Roma acepta el dominio de Cartago, rompiéndose los acuerdos de alianza que los romanos hubieran entablado con los pueblos indígenas de Iberia.

Bajo estas condiciones, Roma pasaba a ser una potencia de segundo orden en Italia y todo el Mediterráneo occidental. Cartago fortalecía su creciente dominio en Hispania (ahora enteramente libre de iniciar una plena conquista). Recuperaba el dominio en el Mediterráneo occidental, tras la pérdida de Sicilia, Córcega y Cerdeña, y se erigía en potencia dominante de esta amplia zona. En el verano del 212 a.C., tras licenciar a sus soldados celtas, estabilizar Etruria (en donde las ciudades etruscas formaban una liga de carácter defensivo frente a ulteriores aspiraciones expansivas romanas) y recompensar a sus soldados (bastantes de los cuales permanecieron en la Umbría como colonos), regresó a Cartago, donde fue recibido triunfalmente por el Senado y la aristocracia. Hannón se retiró a sus propiedades en África (por recomendación de Aníbal) y el partido bárcida prácticamente asumía todo el poder en la ciudad. Al año siguiente, Aníbal era elegido sufete; su hermano Asdrúbal era enviado a Hispania, para preparar junto con Magón (gobernador desde la capital púnica en la península, Qart Hadashat), la conquista de la meseta. El territorio púnico en Iberia (la Hispania cartaginesa) llegaba hasta el Guadiana en el interior, dominando la costa levantina y la desembocadura del Ebro. Aníbal, en el 211 a.C., se hace elegir estratega de Iberia, con plenos poderes, coloca a hombres de su confianza para el sufetado de ese año y el siguiente, y con un ejército de 15.000 hombres, nutridos de antiguos veteranos de la Segunda Guerra Romana y de reclutas africanos, al mismo tiempo que 4.000 jinetes númidas entregados por Masinissa (que hereda el reino númida a la muerte de Sífax, en el 212 a.C.). El propio Masinissa se une a Aníbal en su expedición a Iberia. En abril del 211 a.C., Aníbal desembarca en Gadir, y desde allí...

Aquí finalizo esta historia alternativa de la II Guerra Púnica o Romana. No deja de ser una fabulación. ¿Qué podría decir más? Si Cartago hubiera ganado la guerra, seguramente hubiera emprendido la conquista de Hispania, aunque a saber de qué modo, durante cuánto tiempo y con qué acuerdos con los pueblos indígenas. Roma, convertida en una ciudad-Estado más de Italia, ¿habría sobrevivido? ¿Habría sufrido a la larga el destino de Cartago, ser destruida? Sinceramente, no lo sé. ¿Qué nuevas relaciones se habrían establecido con los estados del Mediterráneo oriental? ¿Se hubiera iniciado una escalada imperialista cartaginesa contra Macedonia, las ciudades griegas y el Imperio Seléucida? Es difícil decirlo. ¿Quién nos asegura que Cartago hubiera llevado a cabo una política imperialista y expansiva como hizo Roma en el siglo II a.C.? Creo que Cartago se hubiera centrado fundamentalmente en el Mediterráneo occidental, en la conquista de Hispania y el dominio de las islas. En generaciones siguientes, tal vez en el siglo I a.C., sus intereses comerciales con las islas británicas (el estaño, por ejemplo), le hubieran llevado a una expansión en Britania, la Armórica gala y la Aquitania. ¿Una conquista de la Galia? ¿Un César cartaginés? Eso ya es aventurar demasiado. Respecto Macedonia y Siria, estos reinos es probable que se hubieran dedicado en el siglo II a.C. a expandirse por sus áreas de influencia: Macedonia en la península balcánica, Siria en Asia Menor y tal vez en una perpetua lucha con el Egipto lágida. Los demás estados...¿a remolque de las grandes potencias? Narrar una historia alternativa a partir de una hipotética victoria cartaginesa... ya es fabular, que en realidad es lo que he estado haciendo, si bien bajo una cierta base histórica. Más allá de la II Guerra Púnica o Romana, no me atrevo a aventurar demasiado.


¿Preguntas sin respuesta?

Creo que Anibal, tras la victoria, habría tratado de hacerse con el control del senado cartaginés como si de un pequeño César o Augusto se tratase usando esos ejércitos mercenarios que, con total seguridad, le eran mil veces más leales a el que a Cartago.

Se podría suponer que tras una victoria de Aníbal en la II Guerra Púnica, Cartago habría tomado el relevo de Roma en la hegemonía del Mediterráneo occidental. Disiento: no son modelos de ciudad-Estado semejantes. Roma ejerció ya en el siglo III a.C. un imperialismo de tipo ofensivo al salir de su ámbito italiano (el Norte, contra los celtas; el este, en la costa de Dalmacia; en el Tirreno, anexionándose Córcega y Cerdeña, habiéndose apropiado antes de la Sicilia púnica). Cartago no ejercía un imperialismo territorial más que en contadas ocasiones (el norte de África, la costa sur de la Península Ibérica).

Yo he propuesto de forma algo novelesca que al acabar la guerra, Cartago habría iniciado una conquista de Hispania: de hecho, los años de Amílcar Barca y sus hijos en hispania no dejan de ser un período de conquista (el motivo era otro, preparar una nueva guerra contra Roma). La conquista romana de la Península Ibérica se alargó durante 200 años, al estar liada Roma en varios sitios a la vez. Ahora imaginemos una Cartago triunfante y con las manos libres libres en la zona: ¿habría tardado tanto? Con un Aníbal al frente de la empresa, tal vez en el plazo de una generación o menos se habría realizado tal conquista, que no era empezando desde cero: Amílcar, hasta su muerte en el 229 a.C., había llegado al Tajo; Asdrúbal el Bello intensificó las relaciones con los indígenas de las Meseta y la zona celtibérica. No es descabellado asumir una conquista cartaginesa de la zona: conocían bien el terreno, sabían cómo y contra quien luchar.

Otro tema sería: si los romanos no hubiesen conquistado la Península Ibérica...¿ahora hablaríamos púnico? Es difícil decirlo. La rápida romanización de Hispania desde un principio permitió la extensión del latín como lengua común, mucho más extendido que el griego. ¿Cartago habría ejercido una punicización? Siempre tenemos en mente el modelo de la romanización, que nos puede llevar (tal vez erróneamente) a una extrapolación de este modelo al modelo cartaginés. Recordemos una cuestión: los púnicos no imponían su lengua, sus costumbres, su modelo cultural.... en el sentido imperialista del término. Aníbal hablaba púnico, griego, diferentes variantes de ibero y hasta latín (en latín habló con Escipión en Zama). No soy experto en lingüística, pero tal vez en Hispania hubiera existido una lengua administrativa, el único, mientras que la lengua de uso corriente habría sido una koiné que usara púnico, lenguas íberas y hasta griego.


Tal vez podríamos haber tenido ahí el primer princeps cartaginés (Aníbal).

No es desacertado este comentario, aunque con matices (tal vez, con una nueva historia, tendríamos que hablar de un Aníbal romano o griego, en vez de un César púnico, habría que cambiar el chip con una Cartago predominante). Un Aníbal triunfante, al regresar a casa, habría establecido un nuevo esquema de poder en la ciudad. La tradicional dicotomía entre comerciantes y belicistas en la asamblea cartaginesa (me resisto a llamarlo Senado) se habría roto en favor de estos últimos; en el relato anterior he mencionado que Aníbal habría apartado del poder a Hannón y los suyos. ¿Habría asumido el poder como si fuera un monarca? ¿Qué le unía a las tradiciones cartaginesas, habiendo vivido desde los 10 años fuera de Cartago? Rodeado de mercenarios, ¿habría dado un golpe de fuerza? Es difícil saberlo o imaginarlo. En teoría, no, pero en la práctica, quién sabe.

Conquistada Hispania, pongamos en unos 15 o 20 años, ¿qué panorama se le presenta a Cartago? Potencia del Mediterráneo occidental, dueña de los mares,....¿una guerra en Oriente? ¿Por qué motivo? ¿Con Egipto? Quién sabe, aunque tal vez después de la experiencia en el Mediterráneo occidental Cartago se volviera imperialista...¿Es posible? Me resisto a extrapolar el modelo de imperialismo romano al caso cartaginés. Más bien creo que Cartago, en su tradición comercial, habría acudido a las fuentes del comercio; desde la Península Ibérica se abren dos vías: las islas británicas, productoras de estaño, y la zona escandinava, productora del ámbar. La Galia, estación de paso, ¿habría sido asimilada o conquistada? Quién sabe. Y respecto a Oriente, ¿guerras con las potencias de la zona, Macedonia, el Imperio Seléucida y Egipto? Quién sabe...
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MensajePublicado: Jue Feb 23, 2017 5:34 pm    Tí­tulo del mensaje: Responder citando

Tras habernos dirigido a este hilo, si se me permite comentar un detalle creo, como ya señalé otras veces, que el punto clave era Ostia en el otoño del 216 a.C.

Una ciudad más pequeña, con menos defensas, y cuya guarnición había sido en parte enviada a reforzar a Roma. Pero que era esencial para el suministro de grano, por ser el arsenal naval romano y por estar allí la flota de reserva de Furio Filo (si esa flota no parte a Sicilia, Otacilio estará perdido y si parte sin embarcar a las tropas de infantería de marina sería como las Islas Egadas al revés). Y desde ella Anibal podría asediar con calma durante ese invierno a Roma.

Cita:
hubieran dedicado en el siglo II a.C. a expandirse por sus áreas de influencia: Macedonia en la península balcánica, Siria en Asia Menor y tal vez en una perpetua lucha con el Egipto lágida.

Olvidas que Antioco III y Filipo V iban a intentar repartirse el Imperio Lagida a la muerte de Ptolomeo IV. Según Polibio Macedonia se quedaría Cirenaica y la costa del Egeo mientras Seleucia se haría con Egipto y Chipre.

Sin Roma para frenarles sería posible.
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farsalia



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Mensajes: 39612

MensajePublicado: Jue Feb 23, 2017 6:56 pm    Tí­tulo del mensaje: Responder citando

Quizá, pero "cambiando" una cosa... podría "cambiar" lo demás. Quizá Filipo se hubiera dirigido al Adriático, por ejemplo; quizá Antíoco hacia Asia Menor.

Quizá...
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Arturus



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MensajePublicado: Vie Feb 24, 2017 5:37 pm    Tí­tulo del mensaje: Responder citando

Muy interesante, Farsalia. En cuanto tenga tiempo me pongo con ello. Aunque me encanta la historia de Roma, en el caso de la II Guerra Púnica siempre he sido pro-cartaginés Cool
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