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El pequeño Pataxú, Tristan Derème

Crónica del XI
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KEMENTERIO



Registrado: 28 Jul 2013
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MensajePublicado: Vie Sep 14, 2018 12:30 pm    Tí­tulo del mensaje: Crónica del XI Responder citando

Bueno, pues aquí va mi resumen de los relatos del presente certámen, en algunos casos he robado personajes, en otros ideas, en otros frases y en otros solo pinceladas, pero creo que todos los cortos de esta tanda se verán en ella:

Llorando por Granada.

Oculto: 
El señor Obi Wahid Khenobý, que vivía en una de las calles del arrabal de al-bayyāzīn, estaba orgulloso de decir que en medio de aquella época convulsa era una de las personas más normales que habitaban en Garnāṭah, afortunadamente para él y su familia. Tan normales e insulsos que nadie esperaría encontrar en aquel hogar a alguien relacionado con algo extraño.
Ismail Obi Wahid era uno de los alarifes del Rey Abû ʿAbd Al·lâh «az-Zughbî» Mohammed ben Abî al-Hasan ʿAlî “el Chico”. Obi Wahid era un hombre esquelético y ágil, con un cuello que brotaba entre sus hombros y que espigaba en proporciones desmedidas hasta el nacimiento de una cabeza que casi parecía mecerse sobre este, dejando caer a modo de péndulo una poblada y perfilada barba azabache. Su mujer, una anciana que hace años realizó la promesa de no callar nunca, era su peor pesadilla. Tan insoportable le parecía que con uno de sus martillos de cantero, una noche mientras esta dormía, apunto estuvo de destrozarle el cráneo de un golpe seco. Luego se decidió por algo menos evidente y tomó uno de los utensilios que se usaban en el Mulhacen para desmenuzar los pequeños témpanos de hielo que se cuajaban en las cerraduras de las puertas, picahielo lo llamaban, aunque en un alarde de visionismo pensó que «si rompía ese cerebro en tantas partes como fuere posible y en cuantas se requiriese para su mejor solución», quizá ello le acarrearía problemas legales. De este modo, aplicando el método de la razón, pensó que quizá matándola se le presentara en sueños y la cosa fuese a peor; por ello decidió destrozarle los huesos de los pies, los cuales al primer golpe emitieron un efluvio que hacía recordar al de las cebollas amontonadas en los campos de cultivo los días soleados de agosto.
Desde ese día, su mujer además de no parar de hablar, siempre lo hacía a gritos y desde la planta alta de la casa, ya que Obi Wahid destruyó las escaleras que conectaban ambos niveles de la vivienda para no tener que cruzarse con esa charlatana.
A cada conversación que vomitaba su mujer desde la planta alta, Obi Wahid se imbuía más en uno de los panfletos que distribuían los influencers del reino de Garnāṭah.
En el último que estaba leyendo, uno muy actual y que no llegaba ni a quinientos años, Abū Bakr Muḥammad ibn ˁAmmār, hablaba de las bondades de la vida al aire libre “Cuántas noches pasamos en el Azud, entre los meandros del río, que se deslizaba con la sinuosidad de una serpiente”, continuó leyendo hasta llegar al último verso “la brisa, en su ir y venir, parecía una chismosa”, lo que le volvió a llevar como si de un temblor de tierra se tratara, a pensar en su esposa. Odiaba a aquel Abenamar por haber escrito semejante provocación, y si el rey de Ishbiliya Abu l-Qasim al-Mu'tamid 'alà Allah Muhammad ibn 'Abbad no lo hubiese matado por ese escrito, ni la probable muerte que le habría llegado al poeta por esos quinientos años que les separaban, y si Oby Wahid tuviera valor, él mismo lo habría asesinado. Pero el siempre supo que el método de “pienso luego”, no era un método de tomar decisiones, en su vida había descubierto que lo de “pienso luego, existo” era una vulgar mentira, para que sus acciones llegaran a buen término funcionaba mejor lo de “pienso ahora, existo”.
Sus pensamientos fueron arrancados por el zumbido de la cuerna que el almuhédano mudo y negro, sobrino del Rey, hacía sonar desde al alminar de la gran mezquita, odiaba aquel sonido, pero también lo amaba, eran los únicos momentos a lo largo del día en los que estaba en casa y no escuchaba de fondo las voces de su mujer.

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Sin maestros la vida desaparecería en la tierra en tres años... ¿O. Era sin abejas?

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KEMENTERIO



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MensajePublicado: Dom Sep 16, 2018 11:47 am    Tí­tulo del mensaje: Responder citando

Bueno, ronda 2, capítulo 2.

Y cada vez me lo ponéis más difícil. En la primera ronda era fácil aunar todos los relatos, pero en esta...
Neardenthales y trenes, Romanos y Visigodos, Gays y Damas ligeras de vergüenzas.

En fin, que está chupado.

Ahí va.
Oculto: 
Tanto le relajaba el sonido monótono y cansino de la cuerna que casi todas las mañanas aprovechaba el Salatu-l- ayát, una sexta oración que hacía unos días se realizaba un poco antes de la hora de la comida, que el Imán había decidido realizar que tras unos pequeños temblores que hicieron caer algunas casas de adobe, aunque también las hubieran podido tirar un estornudo. Pero aquel era un tiempo de miedos, de fe y de guerras. Y lo que parecía inevitable, no se pudo evitar.
Soñó con el mejor de los tiempos viviendo el peor de los tiempos, soñó con la edad de la sabiduría, desde la única edad de la sabiduría que conocería su religión; soñó también con la edad de la locura; con la época de las creencias y de la incredulidad; soñó ver la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación. Soñó con una época en que dos hombres se pudieran amar sin tener que recurrir a los sueños para plasmar sus sentimientos. Soñó con salvajes que no conocían las palabras, soñó con sonidos, rugidos... corridas. Y soñó con caballeros metálicos que a lomos de corceles pugnaban en la antigüedad por el dominio de su propio territorio. Y el sueño del caballero metálico se transformó en caballos de hierro como los narrados por Homero, caballos en los que los jinetes cabalgaban desde el interior, caballos metálicos que galopaban por férreos caminos. Y dentro de esos caballos montaban jinetes, pero también valkirias desvergonzadas que asaltaban a hombres en busca de simientes para sus nuevas generaciones. Metálicos caballos que se tornaban en minúsculas figuras de bronce fundidas por el método de cera perdida, algo que ni él mismo sabía lo que significaba, pero que le sonaba llamativo como nombre...
Las voces de su mujer lo volvieron a despertar, decía algo de que ella era libre se opinar sobre lo que le placiera, ya que ella no era parte del mundo en el que vivían, por lo que en nada pervertirían los hechos las opiniones que pudiera verter.
Tomó un trago de agua de la vasija que tenía junto al catre murmurando en voz baja y entre dientes unas últimas ideas que aun viajaban por sus pensamientos, reminiscencias del sueño que acababa de tener.
—Salvajes, caballeros, amantes, caminos de hierro... y sueños. Solo sueños.

Pero a veces la vida es sueño... y los sueños...

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inigo montoya



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MensajePublicado: Mar Sep 18, 2018 12:39 pm    Tí­tulo del mensaje: Responder citando

Sueños son.

Esta vez estaba difícil.

Gracias, Kemen, por este ejercicio tan complicado. Te advierto que me ha gustado más que algunos relatos.
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"Como desees"
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KEMENTERIO



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MensajePublicado: Mar Sep 18, 2018 1:07 pm    Tí­tulo del mensaje: Responder citando

iñigo montoya escribió:


Gracias, Kemen, por este ejercicio tan complicado. Te advierto que me ha gustado más que algunos relatos.


Evidente, no ves que es mío.

Aunque hay que reconocer que me lo Dan hecho. Es facilísimo, no ves que todos los relatos son de la misma época y con los mismos argumentos... Lo mejor será el final. Si supiera los relatos de la tanda final, evidentemente.
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MensajePublicado: Vie Oct 19, 2018 11:49 am    Tí­tulo del mensaje: Responder citando

En vista de la sequía que nos afecta, pertinaz y que agosta vuestras ansias de leer, me pngo con las crónicas, a ver si en de mientras mato el tiempo.
A ver, recopilo, tengo pendientes dos tandas, que me llevan de romanos a reinas inglesas, pasando por gente de esas de las poesías escalfadas, más romanos y el señor dickens...

Chicas y chicos, podéis centrar un poco la época. Así no hay quien sostenga un hilo narrativo decente sin hacer un "Serrano"

En fin, me pongo a ello. Hsta dentro de un rato.
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KEMENTERIO



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MensajePublicado: Vie Oct 19, 2018 1:18 pm    Tí­tulo del mensaje: Responder citando

Bueno, pues en una hora y veinte minutos tampoco soy capaz de mucho.

No lo he revisado, no lo he releído... no he mirado faltas comas y esas zarandajas. Así salen mis relatos.

Oculto: 

...Se hacen realidad.
Nuestras oraciones de Salatu-l- ayát surtieron poco efecto, y esta misma mañana la tierra tembló cómo si mil corceles cabalgaran, cómo si un harén de suegras trotara buscando conversación, cómo si un millón curas fueran a elegir monaguillo.
Aquel temblor vino acompañado de malas nuevas, el emir de Qurtuba había decidido movilizar a las tropas que tenía destinadas en esta ciudad. El sur del califato se veía amenazado, y decidió emprender una campaña defensiva. En ese mismo correo se solicitaba a mi señor que pusiera a su disposición tantos alarifes cómo le fueran posibles. De todo ello me fui enterando mientras el ejército viajaba hacia Isbiliya, y los maestros constructores bordeamos la costa atravesando la Axarquía, y toda la costa de Malaqa, los hombres del califa nos dijeron que el ataque a nuestro territorio fue brutal, que estudiásemos cada una de las fortalezas y que fuésemos preparando una propuesta para cada una de ellas. Abd Al-Rhaman había tomado la determinación de acabar con los invasores sin dar cuartel. Quería que ninguno quedara vivo, y una vez expulsados, tenía previsto que los alarifes emprendiéramos la construcción de más de mil fortalezas a lo largo de toda la costa. Mil fortalezas, eso nos llevaría mucho tiempo, pero las voces de mi ausente esposa seguían sonando en mi cabeza. A veces pensaba que quizá lo mejor fuera cortarla, cercenarla sobre los hombros y que rodara por el suelo… Y que durante los últimos instantes en que aún le quedaran consistencia a mis pensamientos, se fueran apagando las voces de mi mujer… De la mía y de todas las que algún día tuvieran una cabeza que acabara rodando por el suelo. Seguro que en países más salvajes que en el mío, ese era el método para acabar con esposas molestas. Cosas de infieles.

Bordeando la costa, y a la llegada a Gib-Al-Tariq, paramos para hacer noche y conmemorar la llegada de Tarik. Hacía años que no dependíamos de Ifriqiya, y nuestros gobernantes siempre mantenían toda esta zona en estado de alerta en prevención de algún ataque proveniente de la Dama de Adriático, Damasco añoraba recuperar Al Andalus.
Dos días más tarde, y llegados a las marismas de Welba, pudimos ver en estado semi salvaje a los al-Mada’in, caballos con cascos anchos para caminar por el fango, alzada media y gran fuerza. La mayoría blancos, ni el mismo Profeta hubiera soñado con otro ejemplar. Pero llegados a la desembocadura de Wadi al-Kabir, el paisaje cambió. Contemplábamos desolados la extraña imagen que se desplegaba impactante, cruel, despiadada, sobre la orilla. Las voces se alzaban a trompicones, los corros de mujeres no paraban de gritar, de moverse nerviosamente y de invocar a Allah, los hombres discutían con ardor intentando poner orden en aquel triste acontecimiento, algunas pandillas de niños recorrían nerviosos el lugar, saltando sobre las piedras y jugando a rebuscar entre la basura de restos de los naufragios de las pocas embarcaciones de los salvajes algún hallazgo para lucirlo ante los adultos. ¿Quién encontraría las piezas más exóticas? ¿Quién hallaría algún animal aún agonizante? Aquella mañana de otoñoo el pueblo entero presenciaba el dantesco espectáculo.
“Es digno de ver. No es sino el fin del mundo” sonaba la voz de mi mujer en mí cabeza.
“No te lo pierdas, Al_Kirollo. Lo podrás incluir en tus relatos”. Uno de los soldados que rebuscaban entre los cadáveres gritó al cronista del Emir.
La corriente se había encargado de arrastrarlos hacia la playa y ya era tarde para hacer nada. Simplemente había ocurrido. Todos aquellos seres sin vida se desplegaban con obscenidad sobre un mar de arena y la muerte se alzaba ante las miradas atónitas de todos los allí presentes.
Algunos niños lloraban abrazados, al preguntar por el motivo, dijo el mayor de ellos.
“Hoy mamá ha muerto”
Observé el perfil de su sombra redondeada y me presenté.
―Desde hoy, soy el encargado de tu custodia ―le dije.
―Eres un asesino ―recusó sin pestañear.
Quise devolverle el daño, como si el dolor pudiera trasvasarse al contestar.
Yo no había matado a su madre, pero en verdad él tampoco sabía que yo no fui.
Escuché su llanto mientras lo abandoné en la oscuridad, en la penumbra a la que pertenezco. Mi vida es cada vez más negra, en mi cabeza retumba ese niño que me acusa, esa esposa que me grita, ese odio que está empezando a germinar dentro de mí.
Me llamo Obi Wahid Khenobý, y he de contaros una vieja historia. Vivo en una humilde ciudad que fue levantada por romanos en Hispania, Illiberri, a medio camino entre las localidades de Isbiliya y Qartayannat al-Halfa. Duermo en el solitario catre de una habitación sin ventanas, y durante años, todas las mañanas, de forma rutinaria me lavo manos y piernas, y al reguardo de los muros del pórtico que se abre al valle, mientras tomo el desayuno tras la primera oración, recreo mí vista por el perfil de la espléndida sierra, si nieve aún, que forma parte de mi vida y motivo de las desgracias que me recome el alma. Cada noche sueño matar a mi mujer, y cada mañana me arrepiento por haberlo soñado. Ella no lo sabe, pero hace años, cuando me pidió que sacrificara a la camada de perros que dio a luz nuestra Sempron, no fui capaz de acabar con sus vidas, y los regalé a un cabrero de la Alpujarra, hay días en que subo al Albaicín solo para verlos correr.
Desde aquel día sigo con la rutina de siempre, mientras giran los astros y aguardan que los mortales, ¡que saben cómo aplicar justicia!, deparen en la mía para cerrar el círculo.
Algo me saca de mis pensamientos y me hace poner en guardia. La cuerna de ataque suena, y aunque Alarife, también soy soldado. Las órdenes son claras y concisas. Esta noche hay que atacar el asentamiento de los bárbaros, formo parte de una avanzadilla de diez hombres.
Una fina tormenta arrecia poco a poco. Ni por la época ni por el lugar es habitual, pero empieza a nevar, este año se adelanta el invierno, la nieve, llevada por el viento, golpea sin cesar.
Cruzamos un claro de la marisma y vemos a un rebaño de cabras rumiar protegiéndose del viento junto a unos pinos. Cuando nos dispongo a atacar, el jefe de nuestra expedición ordena que nos detengamos. Un corpulento hombre se acerca a las cabras, robadas, seguro, y empieza a contarlas. Én, to, tre, fire… Uno de mis compañeros se le acerca en silencio y lo lanza al suelo.
Reducido el bárbaro, empieza a pedir clemencia en nuestra lengua.
Tras un breve interrogatorio, mi compañero nos da unas indicaciones de lo que vamos a encontrar.
—Dice que hay una mujer que está sola en una habitación, que no debemos tocarla. Ni a ella ni al niño, me ha pedido que Ása, su esposa, debe vivir. A cambio, él será nuestro intérprete. En la gran sala duermen, su hijo Einar con la esposa de este Borghidur, le da igual lo que pase con ellos, ya que cree que ella lo engaña, y que él lo consiente. Duermen con el pequeño Eiríkir, su hijo, también estarán Sigurn, Elva y Finnur, sus otros tres hijos. Al fondo de la sala hay cuatro soldados, y en el suelo estarán Bensi, Geir, Atli y Svana… Sus criados.
Sabíamos lo que había que hacer, entrar y matarlos a todos, así que nos dispusimos a hacerlo.
Estudié la cabaña y propuse entrar derribando un endeble muro que daba al sur. Con un ariete nos resultó lo más sencillo, Al grito de a por ellos, y con los alfanjes en ristre nos dispusimos a atacar… Pero el espectáculo dantesco nos hizo parar la carga.
Sigrún y Elva, las dos hijas de Gunnar estaban haciendo la tijera sobre un catre de paja, Bensi azotaba a Geir, su esposo mientras lo cabalgaba, los cuatro soldados se revolcaban en una orgía en la que difícilmente se distinguía que cuerpo pertenecía a quién, ni qué culo era el que estaba vacío. Atlí y Svana sujetaban a una cabra mientras Bjarni, uno de los cuatro soldados se afanaba en hacer algo que me hizo vomitar…
A mi espalda, Gunnar dijo algo en mí lengua.
—Esto es lo que tengo que aguantar cada noche, ves cómo hay que matarlos…
Y eso hicimos, no sin antes participar en la fiesta hasta el amanecer. Desde ese día, hay cabras a las que miro de otro modo… Y hombres que me miran a mí.

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Aquitannia



Registrado: 26 Nov 2017
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MensajePublicado: Vie Oct 19, 2018 3:36 pm    Tí­tulo del mensaje: Responder citando

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"Confía en tu intuición, unos ojos vendados ven mucho más claro que una mente ciega".
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KEMENTERIO



Registrado: 28 Jul 2013
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Ubicación: Desubicado

MensajePublicado: Vie Oct 19, 2018 3:52 pm    Tí­tulo del mensaje: Responder citando

Aquitannia escribió:
Crtl alt supr Laughing



Así me gusta, que aprendas de los mejores. Twisted Evil
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Aquitannia



Registrado: 26 Nov 2017
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MensajePublicado: Vie Oct 19, 2018 3:55 pm    Tí­tulo del mensaje: Responder citando

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Garnata



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Ubicación: En el Sur hay una luz hermosa que detiene el tiempo.

MensajePublicado: Vie Oct 19, 2018 4:27 pm    Tí­tulo del mensaje: Responder citando

Reconozco que me he perdido un poco....

¿El señor Obi Wahid Khenoby está en la historia o en hoy? ¿Lo del se ese no tendría que ir antes del debería?....Demasiada luz.

El texto en modo negativo me desagrada y la historia no me llama, pero no encuentro el piloto automático… ni la despensa. ¡Te has dejado la despensa que da mucho juego!

No sé, Kemen… algo confuso y truculento pero… divertido.
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La montaña es mi poesía- Guido Rey
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ave



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MensajePublicado: Vie Oct 19, 2018 4:33 pm    Tí­tulo del mensaje: Responder citando

jejeje Yo también: Ctrl+alt+supr

Y eso que ni lo he leído. Twisted Evil Laughing Twisted Evil

No leo largos... fuera de concurso.
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Pero, por favor, opinen lo que quieran sobre nuestros relatos.
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Garnata



Registrado: 30 Oct 2017
Mensajes: 1908
Ubicación: En el Sur hay una luz hermosa que detiene el tiempo.

MensajePublicado: Vie Oct 19, 2018 4:37 pm    Tí­tulo del mensaje: Responder citando

Perdón... quito lo de divertido, que entonces esto va a parecer una casa de comadres, o peor aún, lo de la vaselina Wink
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KEMENTERIO



Registrado: 28 Jul 2013
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Ubicación: Desubicado

MensajePublicado: Vie Oct 19, 2018 4:53 pm    Tí­tulo del mensaje: Responder citando

Que bien hubiera venido esa vaselina al final del relato. Garnata, el señor Oby Wahid está donde tiene que estar, en la historia, lo que pasa es que su historia se escribe día a día... Hoy por hoy.
Ave, si quieres ser bueno en esto de escribir debes leer mucho, y no siempre a los mejores. A veces viene bien leer algo que te enseñe qué no hacer.
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ave



Registrado: 22 Oct 2016
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MensajePublicado: Vie Oct 19, 2018 5:03 pm    Tí­tulo del mensaje: Responder citando

Como siempre, querido Kemen, tomo nota de tus acertados consejos. Estoy seguro de que sabes que lo de antes era solo una broma a la que no me he podido resistir.
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Pero, por favor, opinen lo que quieran sobre nuestros relatos.
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KEMENTERIO



Registrado: 28 Jul 2013
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Ubicación: Desubicado

MensajePublicado: Vie Oct 19, 2018 5:33 pm    Tí­tulo del mensaje: Responder citando

Ave, veo que no sé expresar, es evidente que lo que decías es u a broma, al igual que es vidente que lo que yo digo no lo es, a ver si cambiando la persona lo sé expresar mejor. Para escribir bien tienes que leernos a los mejores, y luego tendrás que leer a alguno de los peores para saber qué no hacer... Aun recuerdo cuando se supo cuál era uno de mis relatos un año y tu...
Cita:
nunca hubiera pensado que este relato pudiera ser tuyo. Nunca lo hubiera asociado contigo


Si es que Hlbr, nos ofrece momentos memorables.
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