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El pequeño Pataxú, Tristan Derème

Crónica de los X del XVII
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Quien es el asesino
El Mayordomo
10%
 10%  [ 1 ]
La señora Hudson
20%
 20%  [ 2 ]
El perro
0%
 0%  [ 0 ]
El médico
10%
 10%  [ 1 ]
Entre todos lo mataron y el solo se murió
20%
 20%  [ 2 ]
Nadie
10%
 10%  [ 1 ]
El aburrimiento
30%
 30%  [ 3 ]
Total de votos : 10

Autor Mensaje
KEMENTERIO



Registrado: 28 Jul 2013
Mensajes: 2705
Ubicación: Desubicado

MensajePublicado: Jue Oct 26, 2017 11:31 am    Tí­tulo del mensaje: Responder citando

Bueno, pues en vista de que no mandáis relatos, no me queda más alternativa que :
A. Leer los largos.
B. Escribir yo algo en lo que aparezcan todos los relatos cortos.

Para desgracia de la literatura elijo la B. Como siempre, he estado media hora y del tirón... Ruego disculpen errores y esas cosas, y si no lo disculpan... Pues me importa un bledo Wink

El descuartizador de Grocer´s street V
Oculto: 
Cita:

En las últimas semanas, mi ajetreada vida me había impedido continuar con la lectura del diario, del que ya, casi me había olvidado.
Mi estancia en Hampshire se estaba alargando más de lo que yo tenía pensado, mi padre, empezaba a ver su vida como un laberinto de conocimiento, no diferenciaba un sello de un papiro. En ocasiones decía escuchar los gritos de madre, y en otras ponía sal en su té, sin hacer aspaviento alguno al llegar la bebida salobre a sus labios. Hace un par de días apareció desnudo en el jardín… Daba tirones a su prepucio pidiendo a gritos una espada, empezó a balbucear algo que parecía alemán. El invierno de su vida se había tornado en el infierno de la mía. Con esfuerzo, conseguí que indultara el pellejo flácido que estiraba con saña, tras lograr ponerle su albornoz, me dejó que lo acomodara bajo la pérgola barnizada en blanco y marfil, quedándose allí absorto observando la silueta recortada contra el sol, de la Venus del estanque.
Desterrado ese ataque de ira, abrí mi diario y reemprendí su lectura.

Viernes 26 de Octubre.

Holmes me enseña cada mañana el diario con las noticias de los nuevos crímenes. Sé que llevo más de tres semanas sin escribir, pero es que Scotland Yard nos ha pedido ayuda en el hospital para identificar a las asesinadas.
Siempre son mujeres, y lo más extraño es que sabemos que son de fuera de la ciudad. Han aparecido restos de más de veinte cadáveres, pero siempre mutilados. Solo dejan los brazos y las piernas. No hemos podido identificar a ninguna. El asesino es un ser despiadado y sin escrúpulos. Sabemos que descuartiza a las víctimas una vez muertas. Holmes sigue con interés mis avances, pero me dice que no llegaré a nada. Insinúa que él sabe quién está detrás de las mutilaciones. Dice que no piensa hacer nada hasta que Scotland Yard no le pida ayuda… y disculpas. Hace tres semanas se personó en la comisaría diciendo que él sabía quién estaba tras los crímenes, pero según Holmes, ese día no se encontró con un inspector, sino con un trabajador de la policía. “Lo peor que puede haber”.
Esta mañana casi no pude entrar al hospital. Una serie de personas cortaban los accesos a la altura de Grocer´s Street. Se manifestaban en contra del gobierno, en contra de una ley que se acababa de aprobar y que condenaba con dureza los actos de indecencia abierta, en contra de las pérdidas de empleo por el auge de la industria, en contra de los bajos sueldos, en contra de la pérdida de colonias… Hasta Don Roberto el independentista y su esposa Joaquina están entre los manifestantes… Se podía decir que cada inglés tenía un motivo para manifestarse… Incluso las empresa funeraria del principio de la calle estaba en huelga en contra de las huelgas, las de los sindicatos de no profesionales. "Los trabajos son nuestros" Decían sus pancartas.
En toda Gran Bretaña han surgido unos nuevos sindicatos que defienden a los trabajadores sin formación, a los trabajadores que siempre fueron mano de obra barata y que ahora se quieren equiparar con los pertenecientes a los gremios. La ciudad cada vez más llena de campesinos en busca de empleo, y los empleos cada vez eran menos. Quién sabe, quizás los cadáveres pertenezcan a campesinas recién llegadas.
Holmes ha venido hoy a verme al hospital. Ha insistido en que va a dejarme sin investigación.
Me ha llevado a la ventana y señalando a los manifestantes me ha dicho que allí está mi asesino.
Un nuevo inspector de Scotland Yard ha acudido a disculparse ante Holmes, el señor Lestrade. Holmes dice que ese sí es un policía. Que mañana tendremos a nuestro asesino.
El tono que usó me sonó irónico... pero Holmes casi siempre lo es.
Cierro el diario y recuerdo palabra a palabra la conversación.
—Watson, al parecer hay cambios en la policía. Han decidido aceptar mi ayuda. Por fin un inspector se ha dignado a pisar las calles para dar con los criminales. Creo que Lestrade no posee habilidad para la investigación, pero es tenaz, y eso, comparado con sus colegas, es mucho. Tiene una mirada furtiva e inteligente, y cuando observa algo parece un hurón husmeando.
—Me alegro Holmes, ahora tengo que trabajar. Sospecho que los cadáveres puedan ser de mujeres venidas del campo en busca de empleo.
—Watson, deje el caso. Ya está resuelto, hace muchos días que lo supe… Y usted debería haberlo visto, sino hace días, quizá podía haberlo descubierto hoy.
—Déjese de adivinanzas. ¿Quién cree usted que es el asesino?
—Pronto, Watson… pronto lo sabrá…
Un grito de mi padre, que se acababa de meter dentro de la fuente intentando atrapar uno de los rayos de sol reflejados me arrancó de mis pensamientos…

_________________
Sin maestros la vida desaparecería en la tierra en tres años... ¿O. Era sin abejas?

http://cordojo.blogspot.com.es/


Ultima edición por KEMENTERIO el Jue Dic 07, 2017 12:54 pm; editado 1 vez
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inigo montoya



Registrado: 13 Sep 2013
Mensajes: 1765
Ubicación: Desubicado

MensajePublicado: Jue Oct 26, 2017 1:57 pm    Tí­tulo del mensaje: Responder citando

Bien, Kementerio. Para salirte así, sin respirar no está mal.


Me quedo con la quinta entrega de ese Holmes tan peculiar. Soy fan.
_________________
"Como desees"
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akane



Registrado: 05 Nov 2013
Mensajes: 5297

MensajePublicado: Jue Oct 26, 2017 3:23 pm    Tí­tulo del mensaje: Responder citando

¿Cómo saben que son mujeres si solo aparecen brazos y piernas? Twisted Evil Twisted Evil Twisted Evil
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"Tudo vale a pena quando a alma não é pequena" (Pessoa).

"Voy a anclar mi alma atormentada a la flota británica y a preparar unas galletas" (Susan Baker).
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kelin



Registrado: 28 Ago 2014
Mensajes: 810

MensajePublicado: Jue Oct 26, 2017 3:59 pm    Tí­tulo del mensaje: Responder citando

Akane, yo veo una cacha y normalmente no me equivoco del sexo del propietario/a. Laughing
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KEMENTERIO



Registrado: 28 Jul 2013
Mensajes: 2705
Ubicación: Desubicado

MensajePublicado: Jue Oct 26, 2017 4:12 pm    Tí­tulo del mensaje: Responder citando

akane escribió:
¿Cómo saben que son mujeres si solo aparecen brazos y piernas? Twisted Evil Twisted Evil Twisted Evil


Por Dios Akane... Mira tu pierna mientras yo miro la mía... Quién cuenta a quién lo que ve...
Oculto: 
La depilación en la Europa del siglo XIX se atendrá solamente al cuidado del rostro, la única porción del cuerpo que queda visible. Las cejas se depilaban, en particular, para subrayar la mirada y el color de los ojos. Además de la cera natural para la depilación propiamente dicha, se observaba a través de los siglos el uso de preparados que parecían destinados a impedir que el vello volviera a nacer.




Además...
1 en 1863 se funda la sociedad antropológica de Londres, que precisamente se dedica a estas cosas
2 hay unas diferencias considerables entre los restos de un hombre y una mujer, que casi siempre se observan a simple vista
3 en referencia al tamaño de fémur, húmero, cúbito, radio, tibia y peroné también hay claras diferencias.
4 la masa osea de un hombre es mayor (ya que los huesos de los hombres se desarrollan hasta los 21/22 años, mientras que los de las mujeres dejan de hacerlo a los 17/1Cool
5 las falanges de la mujer son menos gruesas y más estilizadas
6 el ángulo del fémur es menor en las mujeres (por cosas del parto y la pelvis)
y 7... Tenían las uñas pintadas y los zapatos de tacón puestos...

No sabré escribir... seguro. Pero no imaginas hasta el punto que me documento para hacerlo.

¿Te has mirado ya la pierna?
¿Me lo cuentas?

Wink Wink Wink Wink Wink
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akane



Registrado: 05 Nov 2013
Mensajes: 5297

MensajePublicado: Jue Oct 26, 2017 5:37 pm    Tí­tulo del mensaje: Responder citando

Hasta que no he llegado al punto 7 tenía mis dudas... Laughing Laughing Laughing

Solo te faltaba decir
Oculto: 
Me alegro de que me hagan esta pregunta Wink

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"Tudo vale a pena quando a alma não é pequena" (Pessoa).

"Voy a anclar mi alma atormentada a la flota británica y a preparar unas galletas" (Susan Baker).
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inigo montoya



Registrado: 13 Sep 2013
Mensajes: 1765
Ubicación: Desubicado

MensajePublicado: Jue Oct 26, 2017 6:06 pm    Tí­tulo del mensaje: Responder citando

Laughing Laughing Laughing
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"Como desees"
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Garnata



Registrado: 30 Oct 2017
Mensajes: 1908
Ubicación: En el Sur hay una luz hermosa que detiene el tiempo.

MensajePublicado: Lun Nov 27, 2017 5:36 pm    Tí­tulo del mensaje: Responder citando

Lo siento, no me resisto a participar en la encuesta.

Siempre me han gustado los mayordomos como asesinos... casi no he leído el resto de opciones. Me he ido directamente hacia el mayordomo.

Sigilosos, omnipresentes en todos los espacios de la casa, conocedores de los más intimos detalles de los moradores,
observadores, pasan desapercibidos y no suelen levantar sospechas.

Que seguro que si hay un asesinato en una antigua mansión,
el mayordomo sabe más de lo que parece.... o, es el asesino.
_________________
La montaña es mi poesía- Guido Rey
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KEMENTERIO



Registrado: 28 Jul 2013
Mensajes: 2705
Ubicación: Desubicado

MensajePublicado: Jue Dic 07, 2017 12:50 pm    Tí­tulo del mensaje: Responder citando

Y FINAL...

“El descuartizador de Booker´s Street”

Sirva este pseudo relato como homenaje a todos los que hacéis este concurso grande, a los nuevos, a los viejos, a los que aparecéis en él y a los que no, al jurado, al guardián, al Javi y a todos... y sirva de moraleja para que !NUNCA NADIE REVELE AUTORÍAS!
Acabo de escribirlo, no lo he leído, no lo he repasado ni nada. he hecho este último capítulo de 12:05 a 12:50. No doy para más.
Oculto: 



Repasando mis notas de estos últimos años, descubro entre ellas unos apuntes que ya casi había olvidado. Recuerdo que por aquellos tiempos, mi trabajo en el laboratorio del Saint Bartholomew acaparaba casi todo mi tiempo. Mis recursos para continuar alojándome en el Musgrave Hotel estaban alcanzando su fin, así que no tuve más remedio que escuchar el consejo del doctor Charles Polyte, un viejo amigo de la familia, y que gracias a su buen ojo para unir a desconocidos, tuvo a bien animarme a alquilar una habitación en la casa del hombre más extravagante con el que jamás me he cruzado.

Recuerdo a la perfección aquel día de mediados de septiembre, llegué puntual a mi cita, tal y como tiene que ser. Charles me esperaba a la puerta del 221-B de Baker Street. Junto a él, un hombre que sobrepasaría los seis pies de altura, aunque su delgadez extrema y sus facciones afiladas, le hacían ver incluso más alto. Extrajo el reloj del bolsillo de su chaleco y me dirigió una mirada resolutiva y vivaz.

—Justo las once y cuarenta y cinco; bien. ¿Lleva mucho tiempo esperando? —me preguntó mientras miraba mi maleta.

¿Esperando? Pero si acababa de llegar. En aquel momento desconocía las habilidades innatas que Holmes poseía. Ante mi mirada perdida, Charles carraspeó y nos presentó.

—Señor Holmes, le presento a mi colega el doctor Watson. Watson, este es Holmes, Sherlock Holmes.
—Encantado de conocerle —dijo Holmes estrechando mi mano—, pasemos al salón, estará cansado.

Ahí estaba de nuevo este completo desconocido, dando por hecho cuestiones que en nada tendría que saber, pero que eran ciertas. Mi curiosidad crecía ante semejante personaje, pero algo en mi interior me decía que en lo sucesivo tendría que cuidarme mucho de no darle pistas en exceso.

—¿Quiere que se lo explique mientras la señora Hudson nos sirve un té?
—¿Qué quiere explicarme? —dije a la par que aceptaba el té, Charles se limitaba a mirarnos, entrecerrando los ojos para distinguir con claridad mi rostro, ya que a su avanzada edad, había que añadir un leve tic que le hacía parpadear en exceso, y que solo conseguía controlar forzando sus ojos.
—Deje que el señor Holmes le explique señor Watson, verá que parece magia.
—Bien, espero que me sorprenda señor Holmes.
—Señor Watson, digamos que usted ha llegado mi casa a eso de las… ¿Diez?
—Pero… —balbucee.
—No me interrumpa hasta que no acabe, por favor… Bien, digamos que llegó a las diez, casi dos horas antes de la hora en que quedamos. Puesto que no es caballeroso llegar cuando a uno no se la ha invitado, usted ha decidido dar un paseo por el barrio, pero dos horas dan para mucho; ha hecho unas compras en la farmacia que hay al final de la calle, ha dejado allí su maleta mientras daba una vuelta por los alrededores. Ha tomado un té o un café en Regent Street, en el Royal. Creo que ha sido café. Así que tenemos que aún no eran las once y ya no tenía mucho que hacer, por lo que ha continuado caminando hasta el Regent Park , donde ha estado caminando junto al lago. Al ver que se le hacía tarde ha vuelto algo apresurado ya que eran las... ¿Once y media? Ha pasado por la farmacia a por su maleta y ha doblado la esquina a las doce menos cuarto en punto… ¿Me equivoco en algo?

No pude hablar, pese a algunas inexactitudes… Todo era correcto.

—Tomé té —dije a Holmes intentando dejar en evidencia su deducción.
—Ya le dije que esa era una de mis dudas.
—Pero…
—¿Cómo lo he sabido? Es todo tan evidente. Sus zapatos tienen restos de limo de la zona del estanque, y ese fango negro solo se da en aquel lugar. No es de un caballero traer los zapatos sucios, y si los trajese usted de casa, estaría seco. La mancha marrón de su manga me hizo pensar en café, pero algo me decía que usted es mas de beber infusiones, ya que cuando le dije que pediría a la señora Hudson un té, su rostro mostro un gesto de aprobación; y cuando le saludé, sentí su pulso acelerado y su mano algo sudorosa, lo que me hizo ver que había tenido que aligerar el paso, pero sin llegar a correr; ya que su respiración sí era tranquila.
—¿Y lo de la farmacia?
—Bueno, eso es algo menos complicado. A las once fui a recoger mi pedido, y allí estaba su maleta con ese paquete que trae en el brazo. ¿Medicamentos?
—No, solo son unos reactivos que necesito en el hospital.
Ahora recuerdo la angustia que tenía por aquellos tiempos. El doctor William-Lr Budd, esperaba que acabaran mis pruebas que confirmaran sus teorías. Él, sostenía que tanto el tifus como el cólera, se producían por contagio en la ingestión de agua y leche. La leche de la vaca, animal sagrado en alguna de nuestras colonias y que tanta hambre ha quitado con su néctar divino… también mataba a las personas. De confirmarse, tendríamos que conseguir que no dejara de surgir ese maná. Me había comprometido a terminar mi estudio en el transcurso de la primera semana de septiembre, pero mi situación económica y la necesidad de buscar alojamiento me había hecho atrasarme más de lo deseado.
Recuerdo que ya llevaba más de una semana alojándome en Baker Street, y había visto en más ocasiones a la atenta señora Hudson, que a mi casero. Holmes salía todas las noches, y cuando volvía, un poco antes del amanecer, se encerraba en su estancia y no volvía a asomar la cara. Uno de los días decidí esperar su llegada mientras terminaba mi estudio sobre los contagios. Había entregado un borrador al doctor William-Lr, pero este me lo había devuelto, alegaba que era una vergüenza presentar algo tan importante con un aspecto tan deplorable; y tenía razón; por las prisas, presenté mi estudio sin una mínima revisión, algo imperdonable para alguien tan meticuloso como yo. Por suerte, una de las enfermeras del hospital, compañera de estudios, me ayudó en la revisión definitiva.
Mientras pasaba a limpio las dos últimas páginas y tentado de añadir un par de ellas más, escuché crujir los escalones de caoba de la entrada. Dejé la pluma y me incorporé. Mi presencia no sorprendió a Holmes.
—Buenos días —me dijo, observé que llevaba algo bajo su capa. Era un animal, pero no pude distinguir lo que era—, ¿ha terminado ya su estudio? —Me dijo señalando a la mesa.
De nuevo él sabía lo que yo estaba haciendo, mientras que yo no tenía ni idea de quién era mi anfitrión.
—Solo son unas notas —balbucee.
—Pues espero, mi querido Watson, que en esas notas, haya incluido también la Fiebre Gafe. No solo hay que cuidar los líquidos que bebemos, imagino que su doctor sabrá que el veneno se encuentra en más lugares. ¿Puede hacerme un favor?
—Por supuesto.
—Acompáñeme.
Un gato, al acercarme pude verlo. Bajo su capa llevaba un gato callejero. El animal, al abrigo de Holmes, se veía reconfortado. Llegamos a su habitación.
—Espere un segundo —cerró la puerta tras de sí, y al instante, volvió a abrir, apareciendo con un saco de arpillera—, puede llevar esto al sótano —lo dejó en mis manos. El gato se había colocado entre sus piernas, su hocico parecía presentar una mueca de asco ante el extraño paquete. Se volvió alzando el rabo, haciendo que este se rozase con las piernas de Holmes, él también se giró, cerrando la puerta ante mi cara.
Mi maldita curiosidad. Miré dentro del saco y, sobresaltado, lo dejé caer en la escalera. Creí escuchar una carcajada apagada a mi espalda. Tres gatos muertos. Este tipo recogía gatos en las calles, para matarlos. Lo até con fuerza y lo dejé donde me había pedido. Él sabrá lo que hace.
Aquella misma mañana entregué mi estudio, haciendo una leve alusión a la Fiebre Gafe, lo que me valió una felicitación. Volví un poco antes a casa. Esa noche saldría a tomar una pinta. Tenía que celebrar que ya había acabado mi duro trabajo.
Me resultó extraño encontrar a Holmes sentado frente a la chimenea. El gato estaba vivo y dormitaba sobre su regazo. Lo dejó en el suelo y me saludó.
—¿Le apetece que salgamos a cenar?
El gato, negro como el carbón, pero con una gran mancha blanca en la panza, cruzó la habitación en diagonal, pero de nuevo me dio de lado. Caminó certero hasta la puerta del sótano y empezó a maullar con fuerza.
—Por Dios Watson, ¿cerró usted el saco?
—¿El de los gatos muertos?
Una sonora carcajada de Holmes me hizo girar la cabeza con violencia.
—Vamos hombre, por quién me toma. Soltemos a los pobres animales. Waterloo, aparta de la puerta —dijo al felino mientras lo apartaba con su pie.
Tomó el saco, que se agitaba convulso y nervioso, y junto a la boca de la carbonera lo abrió. Los gatos tomaron las calles de Londres cono si levaran años esperándolas, como si quisieran descubrir todas y cada una de las historias que allí se ocultaban de miradas de curiosas… y curiososCon ansia. Ávidos de volver a vivir. Waterloo miró la trampilla de la carbonera, y volvió a levantar su rabo mientras me mostraba su impudicia al alejarse de mí.
Y llegamos a nuestra tercera semana de convivencia.
Waterloo había empezado a mostrar una aversión extraña a mi persona. Solo dejaba de mirarme con ojos acusadores cuando escribía en el aparato que Holmes me había pedido que usara. Una infernal maquina escribidora que le habían regalado. El repiqueteo de las teclas al que seguía un golpe de la varilla sobre el rodillo se metía en la cabeza, y se quedaba allí incluso horas después de haber dejado de usarla. No obstante, y debido a la insistencia de mi anfitrión, “Watson, úsela, estamos ante la muerte de un siglo rancio que nos llevará a la era de las máquinas; cada vez más perfectas, cada vez más pesadas, cada vez más prodigiosas…”
No me quedó más remedio que empezar a usarla, aunque solo la utilicé para escribir mi diario.
Ahora que tengo ante mí aquellas páginas, recuerdo la maldita “Sholes Glidden”
Su martilleo viene a mi mente a cada palabra que leo, por suerte Holmes dejó de insistir en que la usara unos días después de que partiera aquella visita que estuvo con nosotros toda esa semana.
Recuerdo, que al ruido martirizador se le unía un pequeño problema, cada vez que pulsaba la tecla “a”, un crujido metálico se transmitía desde mi dedo hasta la muñeca. Tanto me molestaba que me obligué a no usar esa letra. Ahora que leo mis notas, descubro que al tener que pensar un poco cada palabra y verme forzado a rebuscar entre mi limitado léxico; escribí una semana de mi vida con un sentido y profundidad, que nunca más he vuelto a presentar ante el papel. Huelo la hoja y leo.
“Jueves veintisiete de Septiembre:
Mis veinte noches en este domicilio me ofrecen un nuevo mundo. Veo un hombre prodigioso que no percibe los hechos como el resto. Holmes ve dentro de nosotros, intuye nuestro discurrir. Su ingenio le socorre. Es experto en componer el devenir de un individuo solo con ver sus botines, oír el terciopelo de su sombrero. Holmes pone sus dedos en un hombro y percibe el pulso, el fervor… Mínimos hechos que sé imperceptibles por el resto de seres.
Uno de sus múltiples conocidos llegó el domingo. Sospecho que esconde cierto secreto, pero no doy con él. Lo estudio con detenimiento pero ignoro qué esconde. Lo veo moverse y noto que sus movimientos me dicen sus hechos, pero soy torpe en conseguir leerlos. Dudo de lo que veo, sé que no es lo existente.
Holmes descubre que busco lo insólito. Sé que ríe por dentro. Sus ojos me lo dicen. Simulo seguir escribiendo en este ingenio del demonio en el que me prohíbo el uso de un símbolo.
Hoy, nuestro huésped tiene decidido irse. Lo dijo en el té. Creo que Miss. Hudson conoce su secreto. Entiendo que soy el único que no lo puede ver.
Holmes lo despide con un sonoro beso, y se encienden sus pómulos.
¡Es mujer! Me dije entre dientes.
Holmes ve en mi rostro que por fin he descubierto el secreto. Y ríe. Siempre ríe en el momento en que descubro lo que él quiere que encuentre. Y lo insulto en mi mente, pero crece mi reconocimiento. Sé que soy su títere, y lo peor es que disfruto viéndolo mover los hilos.
Su conocido, Hinks Monthull es Miss M. Huells Windmills. Lo leí en el bolso que puse en el vehículo. Siento el resuello de uno de los corceles. Puede ser que esté riendo; el felino, que se nos une, ríe del mismo modo, y Holmes… y Miss Hudson.
Creo que en este domicilio solo soy un bufón, y lo peor es que lo disfruto.
Pueden seguir riendo, que en su regocijo veo lo que no supe ver, entiendo lo que no supe entender, y escribo lo que no pude escribir, y todo ello con el supremo esfuerzo de no desproveerme de mi conocimiento previo… Y por fin, me quito el corsé. Y me dejo ir. Y me libero. Y me despido de estos siete soles con siete noches de titubeos, y me eximo del engendro luciferino que me oprime; y con ímpetu. Respiro hondo e izo el índice… Y con un fuego que surge en mi interior presiono… “A”… Y respiro hondo.

Martes 2 de Octubre, cuatro semanas ya… Leo en una pequeña nota al margen de uno de mis trabajos de aquellos tiempos. Caigo en la cuenta de que llevo días sin releer mi diario, dejo los lentes sobre el mármol de mi laboratorio y vuelvo a los escritos en que muestro el alma de Holmes mucho más que la mía. Empiezo a ser consciente de que esto va más de él que de mí, yo solo soy un peón.
Releo por donde hace unos días que lo dejé, y caigo en la redundancia de mi última frase escrita con aquel engendro infernal, al que amortecía aún más, la resistencia de una simple vocal. Todo el último párrafo es un grito desde el desaliento de un corsé opresor, suspiro al ver tan de seguido aquello de “respiro hondo”; pero he de reconocer que fue un alivio dejar de usar el artilugio y empezar a tomarme a Holmes un poco más en serio.
Leo.
Esta tarde acudimos al club, me sorprendió la firmeza con la que pidió un Té Negro Lapsang Souchong, es una variedad que jamás he probado… dejo de leer y recuerdo el momento segundo a segundo.
—¿Le apetece…? Le aseguro que este brebaje puede levantar a un muerto; sobre todo si se adereza con un poco de Jerez seco.
Holmes y su afición a los bebedizos, aún recuerdo aquella vez que resolvió un caso en el que la única pista eran las últimas palabras del pobre Ric Macpherson… “La melena del León”, dijo entre su último gorgojo de vida. Holmes no tardó mucho en dar con la respuesta. Aquel ser con melena venenosa era uno de sus entretenimientos en el tiempo en que escribía estas páginas… No sé por qué, pero leyendo el diario, acaba de venir a mi mente la imagen de un León desmelenado saliendo del mar y dando muerte al pobre Mac.
—Lo probaré —recuerdo que dije temiendo que fuera otra tomadura de pelo. Tomé la tetera y dejé caer un minúsculo chorro en mi taza, pero Holmes me detuvo.
—Hay que esperar siete minutos, mi querido Watson.
Ese primer chorro anaranjado, impregnó el ambiente de un aroma a sándalo y jazmín. Holmes pidió que me cambiaran la taza.
Mientras esperábamos, tomó el diario sin dejar de mirar el reloj dorado con alveoladas hojas de Onopordum, toda la cerámica que descansaba sobre los de los aparadores con grandes espejos del club rebosaba de imágenes florales, siendo el acanto el nexo común en todas las piezas.
—Curioso el caso de Don Roberto —dijo sin bajar el Presss and Journal, un extravagante diario escocés que yo jamás había visto.
—¿Don Roberto? —pregunté extrañado— Ese nombre me suena a trabajador de colonias; o capataz en las minas de Huelva, o un terrateniente en las plantaciones de azúcar, o incluso uno de esos bodegueros de Jerez.
—Está en lo correcto, es un gaditano gracioso que ha venido a las islas a luchar por la independencia de Escocia. Dice que viene a despertarlos. Robert Bontine Cunninghame Graham; y se hace llamar Don Roberto… Graciosito que es el muchacho. Al parecer, eso se da mucho por el sur de España.
—¿Lo del independentismo?
—No, Watson, lo de las risas.
Dejó el diario en el carro de prensa que nos habían acercado a la mesa y tomó el Herald. Sus grandes hojas impedían que Holmes pudiera ver el reloj; así que decidí controlar yo el tiempo que quedaba para poder probar el té. Por la boquilla salía una fina columna de humo que había transmutado su olor como por alquimia, los matices florales y leñosos, ahora solo eran de hojas de pino verde.
—Once —dijo Holmes entre un leve canturreo que acompasaba con su botín derecho sobre la oriental alfombra de hilo que tapizaba la gran sala.
—¿Once qué? —pregunté, temiendo haber dejado que pasaran más de los siete minutos.
—Asesinatos, según el periódico. Dicen que son ya once —Holmes rio con un sonoro carraspeo y me mostró la noticia—. Estos policías no sabrían encontrar ni sus posaderas en un retrete. Manifestaciones, tumultos, huelgas… Y ahora asesinatos. No es de extrañar el revuelo en las calles. Ya han pasado los siete minutos —dijo posando el diario sobre el Press que acababa de leer. Vertió un chorro cobrizo en el interior de mi taza, los matices anaranjados habían desaparecido; en verdad que aquello era un acto de alquimia, los dorados vueltos bronces.
Aquel primer sorbo inundó mi paladar con una serie de matices que recuerdo fielmente, canela, pimienta, chocolate bien amargo, una pizca de jengibre y la acidez de la lima; y todo ello sólo en un pequeño sorbo.
—Watson, ¿recuerda a la loca de esta mañana?
—No vi a ninguna dama extraña.
—Si hombre, la mujer que cantaba canciones gaélicas en la ventana de su casa mientras la criada le apretaba esos engendros del demonio en su cabellera para que su melena luciera más voluminosa.
—Holmes, jamás me atrevería a fisgonear dentro de la casa de una dama… Y menos de esa. Es una dama dulce que solo disfruta leyendo, escribiendo cartas de amor para la prensa dominical… Y al parecer, dando volumen a su cabello.
—Está bien Watson, no es una dama rara, ni hay crímenes en Londres. Lo que usted diga.
En las últimas semanas, mi ajetreada vida me había impedido continuar con la lectura del diario, del que ya, casi me había olvidado.
Mi estancia en Hampshire se estaba alargando más de lo que yo tenía pensado, mi padre, empezaba a ver su vida como un laberinto de conocimiento, no diferenciaba un sello de un papiro. En ocasiones decía escuchar los gritos de madre, y en otras ponía sal en su té, sin hacer aspaviento alguno al llegar la bebida salobre a sus labios. Hace un par de días apareció desnudo en el jardín… Daba tirones a su prepucio pidiendo a gritos una espada, empezó a balbucear algo que parecía alemán. El invierno de su vida se había tornado en el infierno de la mía. Con esfuerzo, conseguí que indultara el pellejo flácido que estiraba con saña, tras lograr ponerle su albornoz, me dejó que lo acomodara bajo la pérgola barnizada en blanco y marfil, quedándose allí absorto observando la silueta recortada contra el sol, de la Venus del estanque.
Desterrado ese ataque de ira, abrí mi diario y reemprendí su lectura.

Viernes 26 de Octubre.

Holmes me enseña cada mañana el diario con las noticias de los nuevos crímenes. Sé que llevo más de tres semanas sin escribir, pero es que Scotland Yard nos ha pedido ayuda en el hospital para identificar a las asesinadas.
Siempre son mujeres, y lo más extraño es que sabemos que son de fuera de la ciudad. Han aparecido restos de más de veinte cadáveres, pero siempre mutilados. Solo dejan los brazos y las piernas. No hemos podido identificar a ninguna. El asesino es un ser despiadado y sin escrúpulos. Sabemos que descuartiza a las víctimas una vez muertas. Holmes sigue con interés mis avances, pero me dice que no llegaré a nada. Insinúa que él sabe quién está detrás de las mutilaciones. Dice que no piensa hacer nada hasta que Scotland Yard no le pida ayuda… y disculpas. Hace tres semanas se personó en la comisaría diciendo que él sabía quién estaba tras los crímenes, pero según Holmes, ese día no se encontró con un inspector, sino con un trabajador de la policía. “Lo peor que puede haber”.
Esta mañana casi no pude entrar al hospital. Una serie de personas cortaban los accesos a la altura de Grocer´s Street. Se manifestaban en contra del gobierno, en contra de una ley que se acababa de aprobar y que condenaba con dureza los actos de indecencia abierta, en contra de las pérdidas de empleo por el auge de la industria, en contra de los bajos sueldos, en contra de la pérdida de colonias… Hasta Don Roberto el independentista y su esposa Joaquina están entre los manifestantes… Se podía decir que cada inglés tenía un motivo para manifestarse… Incluso los trabajadores de la empresa funeraria del principio de la calle estaba en huelga en contra de las huelgas, las de los sindicatos de no profesionales. "Los trabajos son nuestros" Decían sus pancartas.
En toda Gran Bretaña han surgido unos nuevos sindicatos que defienden a los trabajadores sin formación, a los trabajadores que siempre fueron mano de obra barata y que ahora se quieren equiparar con los pertenecientes a los gremios. La ciudad estaba cada vez más llena de campesinos en busca de empleo, y los empleos cada vez eran menos. Quién sabe, quizás los cadáveres pertenezcan a campesinas recién llegadas.
Holmes ha venido hoy a verme al hospital. Ha insistido en que va a dejarme sin investigación.
Me ha llevado a la ventana y señalando a los manifestantes me ha dicho que allí está mi asesino.
Un nuevo inspector de Scotland Yard ha acudido a disculparse ante Holmes, el señor Lestrade. Holmes dice que ese sí es un policía. Que mañana tendremos a nuestro asesino.
El tono que usó me sonó irónico... pero Holmes casi siempre lo es.
Cierro el diario y recuerdo palabra a palabra la conversación.
—Watson, al parecer hay cambios en la policía. Han decidido aceptar mi ayuda. Por fin un inspector se ha dignado a pisar las calles para dar con los criminales. Creo que Lestrade no posee habilidad para la investigación, pero es tenaz, y eso, comparado con sus colegas, es mucho. Tiene una mirada furtiva e inteligente, y cuando observa algo parece un hurón husmeando.
—Me alegro Holmes, ahora tengo que trabajar. Sospecho que los cadáveres puedan ser de mujeres venidas del campo en busca de empleo.
—Watson, deje el caso. Ya está resuelto, hace muchos días que lo supe… Y usted debería haberlo visto, sino hace días, quizá podía haberlo descubierto hoy.
—Déjese de adivinanzas. ¿Quién cree usted que es el asesino?
—Pronto, Watson… pronto lo sabrá…
Un grito de mi padre, que se acababa de meter dentro de la fuente intentando atrapar uno de los rayos de sol reflejados me arrancó de mis pensamientos…

Y último…
En las últimas semanas, habían aparecido los restos mutilados de no menos de siete mujeres más, y siempre eran por la zona del hospital. La policía no dejaba de deambular por la zona noche y día. Por las noches, cada mujer que andaba por las calles era custodiada por un agente, y pese a todo seguían apareciendo restos, seguía el asesino actuando con total impunidad. Esta misma mañana, observé como al salir de mi turno de noche, los trabajadores de la funeraria de Grocer´s Street, increpaban a sus compañeros que no secundaban la huelga mientras recogían una pierna amputada a la altura de la ingle. La policía tuvo que actuar para que en la barricada que cortaba la calle se abriera paso el coche fúnebre.
Cuando llegué a casa, encontré a Toby —aquella criatura horrorosa, de largo pelo marrón, con orejas colgantes, mitad spaniel y sabueso, de colores castaño y blanco y de andares patosos—, muerto en el salón. Waterloo, lo miraba curioso; como si esperase que en cualquier momento echara a andar tambaleante, como siempre lo hacía; pero no. Toby había muerto. Recuerdo que llamé a Holmes para que lo supiera. Enseguida bajó las escaleras y tomó con cuidado a su espantosa mascota. Al levantarlo, la lengua le cayó por el lateral de la boca, dejando un hilillo de baba escaleras arriba.
—Yo me encargo, Watson. El pobre sufre de ataques, no se preocupe… no pasa nada.
¿Ataques? Si algo sé de medicina, aquel animal estaba muerto.
Me dirigí a buscar a la señora Hudson para comentarle que la actitud de Holmes me preocupaba, pero ella quitó importancia al asunto explicándome que él era así.
—Pero, Miss Hudson, esta vez es distinto. Amontona diarios en su habitación, remarca las esquelas y está buscando una funeraria; y ahora que se le muere el perro me dice que es normal, que es un ataque. Temo que pueda hacer algo malo. No muestra sufrimiento, no sale de su cuarto; ni cuando el inspector vino a verlo quiso atenderlo…
—Señor Watson, dejé de preocuparse, o acabará teniendo que escuchar aquello de: elemental querido Watson —hoy recuerdo que nunca me dijo tal frase, pero en mi cabeza resonaba a cada descubrimiento de Holmes… y puede que lo comentara a la señora Hudson.
Entre mis piernas apareció Waterloo huyendo del Toby. El maldito bicho estaba vivo y renqueaba arrastrando sus patas tras el gato.
Subí a que Holmes me diera una explicación, pero lo encontré en el suelo, con una jeringuilla colgando de su brazo y una nota en la mano.

Watson, no nos conocemos demasiado, pero he de pedirle que se encargue de mi entierro. Pida a la señora Hudson que se haga cargo de mis animales. Le dejo en mi escritorio el dinero suficiente para que se realice todo tal y como le pido.
Llame a los Hermanos Lanster, creo que es la empresa funeraria que hay junto a su hospital. Quiero que se me entierre en el cementerio de Abney Park. No quiero que se me vele, tan solo le pido que a primera hora de la mañana, venga Vd. y alguno de mis allegados para que me acompañen en este doloroso viaje. Un saludo, Holmes.
P.D. Mañana le diré quiénes son los asesinos.
La señora Hudson no dejó de llorar en toda la tarde. Tal y como Holmes me pidió, avisé a Greg Lanster. Los empleados de la funeraria recogieron el cadáver de Holmes y lo introdujeron en una especie de bolsa grande de algodón. En la puerta los esperaban dos hombres furiosos que les insultaban por quitarles el trabajo.
—¡El trabajo es nuestro! —gritaban desaforados.
El paro en Londres estaba afectando a todos los empleos, y los que no requerían de una mano de obra especialmente cualificada, estaban siendo copados por campesinos con pocas ambiciones y menos necesidades.
A la mañana siguiente, y tras una larga noche en vela, acudí a la funeraria tal y como Holmes me había pedido. El inspector Lestrade, la única persona a la que yo podía considerar allegada a Holmes, me esperaba a la puerta de la misma. Unos minutos más tarde llegaron los hermanos Lanster, los que nos facilitaron el acceso.
—Pasen, su amigo está ahí atrás.
Pasamos a la trastienda, un par de féretros negros tapizados en terciopelo rojo custodiaban el acceso.
—Por fin han llegado —Holmes esperaba sentado en una de las cajas y fumando en su pipa. Un par de hombres, sentados en el suelo y de espaldas a nosotros se levantaron al escucharnos—, ahí tienen a sus asesinos.
Al girarse pude verlos. Eran los que gritaban ayer en el 221-b de Baker Street.
—Les dije que hoy tendrían a sus asesinos. Lestrade, deténgalos.
—Pero... ¿en base a qué? —Preguntó el inspector desconcertado.
––Ellos son los responsables de las mutilaciones —dijo Holmes.
—¿Los asesinos? —requerí yo.
—No Watson, los mutiladores. Ya le dije que no había asesinos y que se lo demostraría. Estos hombres buscan el descrédito de los hermanos Lanster. Él —dijo señalando al más bajo —aún conserva las llaves de la empresa; sospeché que alguien mutilaba cadáveres y esparcía sus miembros cuando nadie denunciaba las desapariciones…
—Pero podían ser de otras ciudades —alegué.
—Por eso estuve por las noches capturando gatos. Iba a las casas en las que alguna mujer había muerto y me hacía con su gato. Los animales se quedaban recostados plácidamente en los lugares que enterraban los miembros de sus dueñas…
—¿Y por qué los dormía?
—Es el único método que tenía para llevarlos a casa, además estaba probando una droga… La misma que suministré ayer a Toby, y la misma que me inyecté yo. Si lo engañé a usted, los engañaría a todos.
--¿y por qué solo mujeres?
-Por esa costumbre que tienen las mujeres de dar un último beso al cadáver... Los hombres casi nunca lo piden, así que sería más difícil que descubrieran las amputaciones
Ya ve, ellos mismo revelaron su autoría cuando decían que el trabajo era suyo… Y no hay mayor castigo que dejarlos sin él de una vez por todas… Espero que todos los manifestantes aprendan la lección, y que cuando digan que un trabajo es suyo, sea cuando se pueda decir con certeza.

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Garnata



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MensajePublicado: Jue Dic 07, 2017 3:36 pm    Tí­tulo del mensaje: Responder citando

Analizando todo en bloque, nos encontramos claramente ante un autor al que le gustan los relatos largos. Está clarísimo por la dimensión del actual relato.

Yo diría que es afín a la poesía, por la extraña sangría de corte poético con la que nos ha sorprendido.

También sospecho que es habíl con la deducción y con los pequeños detalles, a juzgar por la inventiva con el relato del personaje de Holmes reflejado, ya que hila minuciosamente la historia y va encajando perfectamente las distintas partes de la trama.

Por lo comentado por él a la entrega de este relato no parece que tenga paciencia para repasar. Diriase más bien que parece un autor bastante temperamental.
También yo diría que intutitivo y con suficientes pulsaciones por la rapidez con la que confiesa haber realizado el último fragmento del relato.

También imagino que es un sagaz lector que ha disfrutado durante mucho tiempo con los fantásticos relatos de Sherlock Holmes.

Por la declaración inicial previa a redactar este ingenioso relato también pienso que es más nostálgico de lo que aparenta y que, bajo su implacable forma de analizar los comentarios de los demás, tiene su corazoncito. Puede que analice con tanta claridad los relatos ajenos porque le cuesta "andarse con chiquitas" y tonterías y no admite ni un misero desliz, ya que dificilmente él lo tendría.

También parece un autor agradecido y noble. Lo deduzco por las cálidas palabras que ha mencionado, dedicadas a todos los que conforman esta plataforma.

Ahora paso a comentar la narración:

El estilo narrativo es acertado ya que mantiene perfectamente el estilo desarrollado por Arthur Conan Doyle y es fiel a este tipo de narrativa detectivesca y por supuesto, al protagonista, cosa que dice mucho del autor.

Partes del relato que me han parecido especialmente ingeniosas: la escena del perro e indudablemente la de la máquina de escribir y la letra "a" (lo he leido todo ahora de un tirón). En esta escena aprecio una gran genialidad por parte del autor, expuesta con una asombrosa sencillez. Diríase que la ha escrito "como quién no quiere la cosa" y me pregunto si el autor será de este planeta.

Quizá se haya camuflado algún extraterrestre- de algún extraño planeta aventajado en esto de la escritura- y no es un ser humano el que se presenta como autor
en este terrenal concurso hislibreño.

Parece que aparecen personas conocidas en este foro- por lo declarado por el autor- pero aunque no lo puedo asegurar, si él lo dice es segurísimo, he observado que ha mencionado a la Joaquina, como guiño quizá por la simpatía que le tiene a dicha obra. También hay localizaciones diversas oscilando entre Inglaterra y el sur de España, más concretamente localidades de Andalucía, por lo que pienso que el autor tiene también simpatía hacia esta zona de la península o puede que tal vez sea porque el relato de la Joaquina se desarrolla en una de las localidades mencionadas y hay también piratas ingleses en la última tanda.

En cuanto a la forma, pequeños fallillos que no viene al caso mencionar: comas inapropiadas, y poco más... impensable también para cualquier mortal que hubiese desarrollado este relato en tan poco tiempo, al menos, la última tanda.

Por tanto, mi opinión sobre el relato es que me ha gustado bastante. Volveré a releerlo cuando tenga más tiempo porque sospecho que me he dejado más guiños del autor a este concurso.

¡Enhorabuena autor y muchas gracias por dedicarnos tu tiempo, tu buen hacer, tu genialidad y tus sorpresas en este concurso!
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KEMENTERIO



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MensajePublicado: Jue Dic 07, 2017 4:35 pm    Tí­tulo del mensaje: Responder citando

Garnata, de memoria te digo quienes aparecen en el relato:

Likine, Farsalia, Javi.Lr, Nausicaa, Iñigo Montoya, Oh Capitán, yo, Lucie (que este año está perdida pero que hace unos comentarios geniales), todos los relatos de la tercera tanda, lo de la independencia de cataluña y lo del humor andaluz, y por supuesto, los dos pardillos que este año han revelado su autoría... Espero que no seas tu uno de ellos... Laughing Laughing Laughing Laughing

Lo de las comas es algo que no tiene solución, las pongo como si jugara al buscaminas, busco 5 o 6 palabras y pongo una.
Leer al señor Doyle ese... Nunca, pero en la wiki está todo el saber que necesites... Y he visto la película de Holmes cazavampiros.
Paciencia... Ninguna, odio repasar porque odio leer y para repasar tengo que leer, y si hay algo que odie más que leer... es leerme.
Rapidez para escribir, lo reconozco, me siento ante el teclado y sale solo, tanto que a veces dislexo letras.
El homenaje tan claro a LA Joaquina, ni más ni menos que por ser la tierra de mi Sensey, El Capi, si quieres un buen maestro haz caso a sus comentarios, y no como yo hago, que paso de él.

La parte psicológica de tu analisis, es muy acertada, no me gusta errar en pequeños detalles; hasta el punto que las fechas de la agenda que pone martes no sé qué de octubre de mil ochocientos no sé cuál... Pues miré en que día de la semana caía esa fecha para no errar en ello, hasta ese punto me gustan los detalles.

Así que , gracias por ese comentario, ojalá que en mis relatos hubiera alguno parecido...
Twisted Evil Twisted Evil Twisted Evil
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Garnata



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MensajePublicado: Jue Dic 07, 2017 4:40 pm    Tí­tulo del mensaje: Responder citando

Bueno, Kementerio. Veo entonces que he acertado en algunas consideraciones. Me alegro. He puesto que "no" tienes paciencia...
No conozco personalmente a nadie del concurso, así que he atinado menos. Pero ahora que lo estoy releyendo entiendo todo mucho mejor y estoy viendo los guiños.

Yo he sido una de los dos pardillos en el concurso. Pero no te preocupes en absoluto, me lo he tomado con bastante humor. Ha sido un leve desliz en mi pasado impecable... jajaja, así que no me preocupo mucho. ¿Esto lo quito o lo dejo....? Bueno, lo dejo. Acabo de leer el final de la historia.

Como me lo he leido ahora todo de un tirón por primera vez no he captado otros personajes del relato. Lo volveré a releer. Ya lo he hecho.
Me parece increible que no hayas leido antes las historias de Sherlock. Tiene mucho mérito.

Espero que te haya resultado simpático el análisis. Pásate por la taberna que hoy invito yo.
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Ultima edición por Garnata el Jue Dic 07, 2017 4:57 pm; editado 3 veces
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Garnata



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MensajePublicado: Jue Dic 07, 2017 4:47 pm    Tí­tulo del mensaje: Responder citando

Ja,ja,ja... me acabo de ver en el relato... Estoy en el final.. por no desvelar qué ocurre al resto de lectores. ¡Qué bueno!
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Ricardo Corazón de León



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MensajePublicado: Jue Dic 07, 2017 5:47 pm    Tí­tulo del mensaje: Responder citando

El mayordomo, por supuesto. Da igual que no haya ninguno de momento. Pero siempre es el mayordomo, jajajajaj...
Muy bueno, KEMEN! Esto me gusta más que las poesías. Me parece muy bien escrito y para mí sí es histórico, aunque sea una figura de ficción, porque ocurre como con los mitos y las leyendas, que llega un momento en que son mucho más reales que la propia vida e historia. Por tanto, entra dentro del concepto histórico y con ese estilo bien ambientado, con su gusto a antiguo y su lenguaje de época.
Los diálogos refrescan mucho la temática y la hacen fluida. Los personajes van apareciendo y siendo definidos por su propia aportación en el diálogo. Blablablablabla...
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Ricardo Corazón de León



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MensajePublicado: Jue Dic 07, 2017 5:50 pm    Tí­tulo del mensaje: Responder citando

Anda!!!! Si esto ha seguido y seguido... Cómo se nota quién ha tenido puente, xD!!!
Y uno aquí trabajando como un pringado.
Sois muy malos.
Voy a seguir leyendo porque mi contestación era a la primera parte del relato Sad
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