Foro de Hislibris

[Hagakure]

Terminado Que viene Valdéz, de Elmore Leonard. Magnífico. Buena historia, personajes interesantes, gran ambientación, excelentes diálogos. Todo el encanto del "Far West" plasmado con maestría.
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Tierra, agua, fuego, aire, vacío.

La Balada del Café Triste
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[Rodrigo]

¡Qué a gusto he quedado tras leer los artículos y conferencias de Gide sobre Dostoievski! El autor de Paludes consideraba al ruso “el más grande de todos los novelistas”, e hizo mucho por promoverlo en una sociedad que tardó algo más que la alemana o aun la británica en justipreciar al genio capaz de gestar obras como Los demonios y Los hermanos Karamázov. De hecho, en los años veinte del siglo pasado todavía no se conocía en Francia una traducción completa de esta última, que a los editores asustaba por su extensión –¡en el país que había dado a luz Los miserables y Jean-Christophe!- y, sobre todo, por su aparente falta de sintonía con una cultura que se jactaba de profesar horror a lo informe y desmesurado –la misma que, gran paradoja de paradojas, veneraba la desmesura en la forma de los “poetas malditos”, celebrando a energúmenos y atormentados como Rimbaud, Nerval y Lautréamont…

El volumen atestigua la fina percepción que cabe suponer en un escritor de talento como era Gide. Respecto de uno de las primeros reproches que se formularon a Dostoievski, el de concebir personajes que parecen ideas ambulantes en vez de seres de carne y hueso, afirma el francés:
«El prodigio realizado por Dostoievski es que cada uno de sus personajes, y él ha creado todo un pueblo, existe primero en función de sí mismo, y que cada uno de estos seres íntimos, con su secreto particular, se presenta a nosotros con toda su complejidad problemática; el prodigio es que en ellos están precisamente esos problemas que viven cada uno de sus personajes, y debería decir: que aquéllos viven a expensas de cada uno de sus personajes —esos problemas que se hieren, se combaten y se humanizan para morir o triunfar ante nosotros.
No hay cuestión por elevada que sea que la novela de Dostoievski no aborde. Pero, inmediatamente después de haber dicho esto, me es preciso agregar: no la trata nunca de una manera abstracta, las ideas no existen nunca en él más que en función del individuo; y es ésto lo que les da una perpetua relatividad; y por eso mismo adquieren toda su potencia. (…) Las novelas de Dostoievski, aún siendo las novelas -e iba a decir los libros- más cargadas de pensamientos, no son nunca abstractas, sino que continúan siendo las novelas, los libros más palpitantes de vida que he conocido.
Y es por esto que, por representativos que sean los personajes de Dostoievski, nunca se les ve abandonar su humanidad, por decirlo así, y transformarse en símbolos. No son nunca tipos, como en nuestra comedia clásica; permanecen siendo individuos».

Más adelante se lee esto:
«Dostoievski compone un cuadro donde lo que importa sobre todo y ante todo, es la distribución de la luz. Esta emana de un solo foco... En una novela de Stendhal o de Tolstoi, la luz es constante, igual, difusa; todos los objetos están iluminados de una manera igual, se les ve igualmente de todos lados, no hay sombra... Ahora bien, lo que importa sobre todo en un libro de Dostoievski, como en un cuadro de Rembrandt, es la sombra. Dostoievski agrupa sus personajes y sucesos y proyecta sobre ellos una intensa luz, de manera que no los hiera más que de un solo lado. Cada uno de sus personajes se hunde en la sombra, se apoya sobre su propia sombra. (…) Notamos también en Dostoievski una singular necesidad de agrupar, de concentrar, de centralizar, de crear entre todos los elementos de la novela, la mayor cantidad de relaciones y de reciprocidades posibles. Los acontecimientos en su obra, en lugar de seguir un curso lento e igual como en Stendhal o en Tolstoi, llegan siempre en un determinado momento a mezclarse y anudarse como en una especie de vórtice; son torbellinos donde los elementos del relato — morales, psicológicos y exteriores — se pierden y se vuelven a encontrar. No vemos en él ninguna simplificación, ninguna depuración de líneas. Se place en la complejidad; la proteje. Nunca los sentimientos, los pensamientos, las pasiones se encuentran en estado puro. No hace el vacío a su alrededor». Destaco estas últimas frases, en el afán de enfatizar la excelente plasmación de la complejidad humana por el escritor ruso: una virtud que en el arte de la novela discurre de manera diametralmente opuesta a como lo hace en las ciencias humanas, cuyo objetivo es el de reducir la complejidad por medio de fórmulas y esquemas, que por definición abominan de la ambigüedad; en la novela, en cambio, la exposición formularia y esquemática es indicio de pobreza. Por esto es que nunca se debe por principio renegar de la ambigüedad –como si en sí misma fuera un defecto- cuando nos plantamos ante una obra literaria. ¿Acaso no nos resultan olvidables las novelas que nos plantean respuestas simples e inequívocas, en contraste con aquellas otras que, en lugar de agotar las preguntas, las multiplican, rondando por buen tiempo en nuestra mente e incitando nuestro raciocinio y nuestra imaginación?

A propósito del pasaje de Los demonios en que aparece súbitamente la esposa de Shatov, justo cuando está por consumarse su asesinato (de acuerdo al plan a lo Necháiev urdido por Verjovenski):
«Ocurre, a esta altura del libro, algo prodigioso, algo que plantea un problema particular de arte. Se repite que, a partir de cierto momento de la acción, nada debe distraerla; la acción se precipita y debe ir derechamente a su fin. Y bien, es precisamente en este momento, en que la acción se coloca en su pendiente más rápida, cuando Dostoievski imagina las interrupciones más desconcertantes. Comprende que la atención del lector ha alcanzado en este punto su máxima tensión y que todo, en este momento, adquiere una importancia excesiva. No temerá, pues, distraer la acción principal con súbitas digresiones, en las que sus pensamientos más secretos destacan su valor. La noche misma en que Shatov va a hacer su denuncia o ser asesinado, su mujer, a la que no ha visto desde hace años, llega bruscamente a su casa. Próxima al alumbramiento, Kirilov empero no se da cuenta al principio de su estado.
Imperfectamente tratada, esta escena podría parecer grotesca. Y es en cambio una de las más bellas del libro. Constituye lo que se llamaría, en lenguaje teatral, una "utilidad", y en literatura, "palabras de relleno"; es precisamente aquí donde el arte de Dostoievski se muestra más admirable. Él podría decir con Poussin: "Nada he descuidado jamás". Es en eso que se reconoce al gran artista; saca partido de todo y transforma cada inconveniente en una ventaja. La acción debía en este momento retardarse. Todo lo que se opone a su precipitación llega a ser de la más grande importancia».

En fin. Un librito muy recomendable, que no pierde nada por mucho que después de Gide se vertieran litros de tinta en torno a Dostoievski.

[Sangón]

Terminado Diario de un cazador de Ivan Turgueniev. Colección de cuentos en la que, con el pretexto de la caza, Turgueniev hace una completa descripción de la vida rural rusa, la pobreza y la sumisión de los campesinos y la prepotencia de los terratenientes. No es extraño que en la Rusia de la época el libro causara un gran impacto. Y además buena literatura.
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En general, el arte de gobernar consiste en quitar la mayor cantidad posible de dinero a una parte de los ciudadanos para dársela a otros. Voltaire.

[Rodrigo]

En Rusia fue el equivalente de La cabaña del tío Tom. Hasta se afirma que habría influido en Alejandro II, predisponiéndolo a la emancipación de los siervos. Aunque no fuere más que leyenda, esto dice bastante del impacto del libro.

Tiene la ventaja de estar mucho mejor escrito que la novela de Harriet Beecher Stowe: buena literatura, tal cual apuntas.

[Rodrigo]

Me he pasado a otro de Gide, Regreso de la URSS: el famoso texto por el que de "compañero de ruta" pasó a ser enemigo de los comunistas del mundo.

[Hagakure]

Hmmm, habrá que leer ese libro de Gide.
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La Balada del Café Triste
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[David L]

Speer. El arquitecto de Hitler., de Martín Kitchen, La Esfera de los Libros.

Saludos.
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En España la mejor manera de guardar un secreto es escribir un libro.”
―Manuel Azaña

[farsalia]

Leyendo Creer y destruir. Los intelectuales en la máquina de guerra de las SS, de Christian Ingrao (Acantilado, 2017):

[toni]

Los peces de la amargura; Fernando Aramburu.. Relatos con el tema del terrorismo etarra de fondo. De momento engancha. Recuerda a su novela Patria.
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Así se las ponían a Fernando VII

[Rodrigo]

Salón Deutschland: Intelectuales, poder y nazismo en Alemania (1900-1945), de Wolfgang Martynkewicz (Edhasa, 2013).



Estudio centrado en el salón muniqués de Hugo y Elsa Bruckmann, que en torno a 1900 congregaba a lo más granado de la modernidad artística e intelectual alemana y que, en los años 20, se convirtió en punto de reunión de reaccionarios y antisemitas (Hitler fue introducido en él, y devino uno de los concurrentes habituales).

[sciurus]

Acabada la novela Senyoria de Jaume Cabré. De nuevo me ha encandilado este autor. La verdad que empecé con Las Voces del Pamano y me pareció una más con la Guerra Civil de fondo. Luego lo redescubrí con La Telaraña y me convenció. Con Yo Confieso, me convirtió y ahora con esta última sigo siendo fiel. Una novela en torno al ser humano y a sus ansias de poder y reputación, pero también ello se puede volver en tu contra, o no? Si alguien se anima ya lo descubrirá. Ahora por wallapop, me haré con otra de sus novelas, Fra Junoy. Alguna quedará como La Sombra del Eunuco pero no me llama la trama.
Y ahora retornamos al ensayo con Felipe III de Alfredo Alvar Ezquerra
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Pensad como hombres de acción, actuad como hombres pensantes.

Thomas Mann

[Hagakure]

El mundo de Odiseo, de M.I. Finley.


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[farsalia]

Qué delicioso librito de Finley. De tanto en tanto lo releo...
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Web personal

¡¡El Mesías!! ¡¡El Mesías!! ¡¡Muéstranos al Mesías!!

[asiriaazul]

Leído Escuela y prisiones de Vicentito González de Juan Eslava Galán, obra menor de este autor. También he finalizado la lectura de La fábrica de las fronteras . Las guerras de secesión yugoslavas de Francisco Veiga. Ahora disfruto con la lectura de El nacimiento del Mundo Moderno de Paul Johnson.

[cavilius]