EL MUNDO DE AYER. MEMORIAS DE UN EUROPEO – Stefan Zweig

El mundo de ayer. Memorias de un europeo«La edad de oro de la seguridad» Así define Stefan Zweig la Europa que precedió a la primera guerra mundial y en la que él creció, una época que pronto echaría de menos y que fue engullida por todo lo que ya sabemos. De cómo desapareció ese “mundo de ayer” es de lo que tratan estas memorias, que en realidad quieren ser el relato de la derrota de la civilización, y de cómo la cultura sucumbió ante los instintos. Zweig las escribió en 1940 y en tierra extraña, desposeído, con sus obras prohibidas en su país, después de haber conocido el éxito y la fama. Poco después se suicidaría.

Sobra decir que la vida de Zweig había sido hasta entonces la de un privilegiado. Nacido en una familia de la alta burguesía vienesa, la narración de sus primeros años no es sólo el aprendizaje de un escritor, o la formación de un intelectual, sino un repaso a la cultura europea de principios de siglo: los nombres de Rilke, Freud, Rodin, Strauss, Hoffmansthal, Schnitzler, junto a otros ya más pasados como Rolland o Verhaeren, atraviesan el libro como tal cosa, y hacen de él mucho más que el mero recuerdo de una vida privada.

Aún así, lo más interesante no es el retrato de estos personajes, sino la nostálgica descripción del Imperio Austrohúngaro, la mítica Kakania que para Zweig condensaba lo mejor del espíritu europeo. Los capítulos iniciales dedicados a la educación, las costumbres y la vida sexual de la época valen la pena por si solos. Pero la intención del libro no es sólo intentar demostrar, ya en 1940, que hubo una vez un periodo de paz en Europa en el que la confianza, la esperanza y la seguridad eran la norma, sino contraponer esos días tranquilos a la tormenta que recorrerá Europa desde 1914. Todavía en el verano de ese año, Zweig pensaba que no había un tiempo que diese más razones para el optimismo y para que se alcanzase la «unidad espiritual» del continente, el fin último al que aspiraba.

Luego llegará la guerra, el regreso de los soldados a páíses recién creados, el intervalo de entreguerras en el que la confianza parece recuperarse y por último el ascenso de los nazis y la nueva guerra que Zweig apenas verá comenzar, ya en una situación penosa. Lo digo de pasada pero son muchas páginas de un total de 500 largas que se leen de un tirón, no ya por los temas tratados sino por el estilo claro de Zweig, que además es testigo de momentos cruciales de la Historia con mayúsculas: el exilio del emperador Carlos I, las primeras acciones fascistas en Italia, las primeras camisas pardas, los aplausos socialdemócratas a los nazis en el Reichstag, el parlamento británico celebrando el inútil papel que trajo Chamberlain y muchas escenas más de la historia de Europa, vistas por alguien para quien esa palabra designa más una manera de ver el mundo que unos límites geográficos. Algunos retratos, como el del ambiente de la Alemania de entreguerras, son realmente vívidos y creo que ayudan entender mucho de lo que vino después. Y algunas anécdotas, como los favores persónales que le prodigó el mismo Mussolini, dan idea del relieve que tenía quien nos habla.

Aparte queda, por supuesto, la tragedia personal del autor, que descubre a palos que una cosa es ser cosmopolita y otra apátrida, despreciado por su condición de judío. Muchas cosas han pasado desde aquel mundo ingenuo que conoció, en el que no existían los pasaportes, a la Europa que le expulsa, pero hay una que él destaca sobre todas ellas: la maldición de los nacionalismos, que han destruido la libertad individual como logro europeo.

En resumen, un libro muy recomendable y en el que desde la primer página reconoces a un buen escritor.

Vale, hasta ahí todo bien, pero a uno le queda la duda de que Zweig no haya visto la Europa de sus días desde una torre de marfil que le acabaron cortando por la base. Me explico: ¿Realmente fue el periodo 1870 1914 la época dorada de la seguridad y la confianza? No cabe duda de que en Europa tuvo lugar un gran progreso material, de que la ciencia avanzó en años más que siglos o de que la juventud se liberó de muchos corsés, pero no encaja que en un mundo libre y abierto aparezcan como de la nada todo tipo de tiranías de izquierda y derecha, como si fuese una catástrofe natural. Me parece significativo que esa época de la seguridad sea para Walter Benjamín, alemán, judío, y que también se suicidaría casi al tiempo que Zweig, un mundo de inseguridad, decadencia y descomposición.

Pues ¿sobre quien se construyó ese progreso? Es evidente que el mundo de Zweig no es el de las fábricas o el de las colonias. En esos años de “seguridad” se forjaron los grandes movimientos de masas que denunciaban la miseria y la explotación del hombre por el hombre, Europa vivió migraciones masivas motivadas por la pobreza, y en general la desconfianza hacia los regímenes parlamentarios y el sistema capitalista creció a pesar de – o a causa de – unos progresos de los que no se beneficiaban todos. Al margen de lo que ocurriese en España de la que poco se habla-, o de “anécdotas” como el inicio del genocidio armenio, en 1900 Italia vio como un anarquista mataba al rey Umberto de Saboya, y un año después otro anarquista acababa de un bombazo con el presidente de los EEUU, McKinley. ¿De verdad eran años tan idílicos? Llevándolo al extremo, los crímenes nazis que sufrió Zweig y que partían de hacer ley de las diferencias raciales ¿eran crímenes por ello o porque Hitler no hablaba de poblaciones indígenas, sino de poblaciones blancas europeas, aplicando a Europa los procedimientos colonialistas sólo permitidos, y desde hacía mucho, contra los pueblos de color? ¿ Quién sino la Europa luminosa y humanista de Zweig llevaba años manchada?

Mi sensación es que la visión de Zweig, atractiva y nostálgica como es, resulta demasiado benévola con su querida Europa. Confió, tuvo esperanza y juzgó a cada cual por lo mejor que podía ofrecer. Pero la realidad le pasó por encima.

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43 comentarios en “EL MUNDO DE AYER. MEMORIAS DE UN EUROPEO – Stefan Zweig

  1. richar dice:

    Muy bueno Javier. Hay que reconocer que cada vez se te da mejor esto de hacer críticas de libros (¿has preguntado si en Babelia tienen vacantes?).

    Respecto a tus últimas dudas, me uno a tu opinión y pienso que la posición desde la que Zweig veía el mundo estaba algo (o muy) distorsionada, ya que Europa no es que estuviera atravesando un momento de paz y tranquilidad. Claro, que desde un confortable salón de Viena, mientras filosofeas con Strauss, seguramente no seas demasiado consciente de la realidad del mundo que te rodea.

    Os dejo este mapa de 1900 que he encontrado por ahí y que me ha parecido bastante curioso: Europa 1900

  2. Ana dice:

    Yo creo que esa visión tan idílica, al menos tan estupenda con la que Stefan Zweig relata sus años de juventud, en Viena primero y luego en París, la ciudad de la eterna juventud,que dice él, no se debe a otra cosa que la distancia en el tiempo motivado por los desastres que le ha tocado vivir y esa brutal nostalgia desde el exilio donde se suicidó junto a su mujer. Libro muy recomendable

  3. richar dice:

    ¡Saludos y bienvenida al blog, Ana!

    Gracias por tu comentario y esperamos leerte a menudo por estos lares.

    Un saludo,
    Richar.

  4. Federico dice:

    También tiene interés su descripción de la inflación en Alemania, que parece ser contribuyó significativamente al crecimiento político de los extremos ideológicos. En esa misma línea pueden leerse las crónicas periodísticas del nacionalista Eugenio Xammar, publicadas por la misma editoral.

  5. javier dice:

    Cierto, los ejemplos que da son muy gráficos. La descripción de ese ambiente y en general de lo que se respiraba en cada una de las épocas es lo mejor del libro, pero tiene muchos otros temas menores muy buenos, como el retrato de Herzl y del judaísmo de principios de siglo, cómo veían los judíos centroeuropeos a los del este y demás.

    El de Xammar lo he hojeado, pero me pareció un poco ladrillo ¿qué tal está?

    Saludos

  6. Germánico dice:

    La biografía de Hitler de Ian Kersaw (muy recomendable) dedica bastantes páginas a hablar de las crisis económicas de la República de Weimar. Pone ejemplos de inflación realmente brutales; creo recordar que llegó a darse una «ratio» de cambio de un BILLÓN de marcos por dólar (ojo, que aquí también podríamos estar ante el típico error de traducción de dar al término inglés «billion» el valor de nuestro billón, cuando en realidad creo que equivale a mil millones). El precio de las cosas era, en consecuencia (y visto ahora, claro), de risa. Las duras cláusulas de Versalles (el famoso «Diktat») junto a esta situación crearon las bases necesarias para el ascenso de la siniestra figura de Hitler.

    Saludos.

  7. Federico dice:

    Las crónicas de Xammar tienen como primera limitación la que es propia de este género (gavillla de artículos por orden cronológico o temático), ahora muy en boga por su rentabilidad editorial, que ofrece un plus de beneficio económico a lo ya editado en el periódico y cobrado por el autor. Esa limitación de origen, esa elaboración fragmentaria, es también su mayor desafío: habiendo nacido para ser efímero y autónomo debe pasar la prueba de la permanencia y de la compañía.
    Yo no soy muy partidario, pero en este caso creo que sí merece la pena, sobre todo, si no me falla la memoria, el segundo de los volúmenes editados. Al margen del sesgo nacionalista -que a veces estorba, al tiempo que ilumina sobre lo añejo de algunos problemas insolubles-, el autor escribe con claridad y con voluntad reflexiva, sobre el terreno y con un más que discreto manejo de la ironía como herramienta intelectual de análisis, incluso en tiempos tan turbios y borrascosos como lo fueron aquellos. Yo creo que como periodista es superior a Pla, por cierto muy amigo suyo.

    Te presto el libro cuando quieras y le das un vistazo, sin mayor compromiso.

  8. javier dice:

    La verdad es que pensé que el de Xammar lo habían querido colar al rebufo de todas esas reediciones y recopilaciones que comentas. Si dices que merece la pena le echaré un vistazo a la segunda parte que parece que tiene más miga, del 30 al 36.

    Gracias por la oferta de préstamo pero soy un desastre con las devoluciones. Habrá que pasar por caja.

    Saludos

  9. nando dice:

    Por lo que veo, Zweig retrata la destrucción de un mundo por la guerra y que jamás volvió a existir. Me imagino que la sensación de pérdida de algo que nunca más volvió a recrearse es el motivo de esa mirada tan nostálgica y creo que fatalista, ¿no?.

    Es un tema univesal a lo largo de toda la Historia de la Litratura: el pasado arcádico y el presente desolador que supone la pérdida definitiva de un mundo que nunca más ( «Never more», como diría Edgar Allan Poe) volverá a existir. Y me resulta muy conmovedor por lo que cuentas la forma en que la trayectoria vital del autor quedó tan ligada a la de la época que vivió y al recuerdo que le quedó.
    ¿La sensación de pérdida fue tan brutal que le llevó al suicidió? ¿ o se suicidó porque los nazis ya estaban con su peculiar «performance»?.

    Desde luego no puede negarse que era un hombre muy de su tiempo.

  10. javier dice:

    Hola Nando, te veo un poco distraído con tus preguntas pero aún así te doy mi opinión, que es lo único que puedo decirte: más que la nostalgia – y desde luego no el fatalismo, porque este hombre si peca de algo es de optimista, frente a toda evidencia-, creo que es la oportunidad perdida por Europa la que desquicia a Zweig. Cuando él pensaba que estaba en su mejor momento, resultó ser todo lo contrario. Y en la fecha en la que decidió suicidarse la cosa no parecía que fuera a remontar, precisamente.

    En cuanto a las performances que comentas, apenas habla de su abuela, a la que han prohibido sentarse en los bancos públicos de Viena, como al resto de los judíos. Más que truculencias, aparecen ese tipo de mezquindades, como el amigo que se hace el loco en público y te da palmaditas en privado, y miserias por el estilo.

    Saludos

  11. Epaminondas dice:

    Acabé el libro hace poco, ciertamente un libro notable, pretendí que fuera mi primera reseña sin embargo mi escasa prudencia impidió que me diera cuenta de que la obra ya había sido reseñada.

    Incluiré mi reseña como un comentario pues en cualquier caso aborda el libro desde una óptica algo distinta a la reseña original (muy buena), aunque solo sea por exponer una diversidad de opiniones sobre la misma.

    saludos.

    “El mundo de ayer” fue el mundo que Stefan Zweig conoció en su juventud, antes de la primera guerra mundial, un mundo que él sentía había desaparecido por completo a su muerte en 1942. Zweig se suicidó en Brasil al conocer la noticia de la conquista de Singapur por los japoneses; judío cosmopolita, brillante intelectual, exiliado de su amada Austria desde antes del Anschluss, pensó que no quedaría un solo rincón de la tierra donde la opresión no le alcanzara. Su caída simboliza la caída de su época desde los libres tiempos de su juventud al horror en que el autoritarismo de uno u otro signo acabó sumiendo al siglo XX.

    En 1914 Europa había vivido más de 40 años de paz (si exceptuamos un número de guerras menores), las élites burguesas que dominaban las democracias o monarquías parlamentarias implantadas en la mayoría de países se habían convertido en una nueva y culta aristocracia que se hermanaba internacionalmente a través del amor por la cultura y la fe en el progreso. Poco conscientes eran estas élites europeas de la multitud de nuevas erupciones que palpitaban bajo la aparentemente tersa piel de sus armónicos estados.

    Stefan Zweig nació en el seno de una próspera familia judía vienesa. Ya desde su temprana juventud quedó cautivado por aquella capital de la cultura mundial que fue la Viena de los Habsburgo. Triunfó pronto y a partir de ese nacimiento como creador, su fama fue extendiéndose por la vieja Europa y más allá, viajó incesantemente conociendo a los más famosos intelectuales y artistas de su tiempo: por sus páginas desfilan Rodin, Rilke, Hertzl, Richard Strauss, Verhaeren, Freud, Gorki, Dalí,…

    La horrorosa guerra de 1914 acabó con aquella intangible libertad física y mental de la que disfrutó la intelectualidad burguesa anterior a la guerra, pero lo peor estaba aún por venir, tras el periodo de entreguerras, llega como colofón prácticamente inevitable una nueva guerra: la peor de las que ha conocido la humanidad, la Segunda Guerra Mundial, una guerra a muerte en la que serán exterminadas millones de personas, donde la libertad individual estuvo en grave trance de desaparecer. Sus causas se desgranan en las páginas de este libro según las va viviendo trágicamente Zweig: la paz sentida como injusta por los vencidos, una de las peores crisis económicas de la historia que se cebó en Alemania y Austria, luego aún vendrá la gran depresión; en Rusia nace el primer estado socialista, con el tiempo el sueño de los trabajadores se convierte en pesadilla liberticida para muchos; el nacimiento del fascismo en Italia, y lo peor de todo: Hitler y el nazismo.

    Año a año Zweig ve como su mundo deja de existir, al final incluso él, judío por nacimiento, y a pesar de ser famoso y admirado en su tierra, se ve proscrito, sus obras prohibidas e incluso quemadas, exiliado postreramente en una tierra extraña (pues cualquier judío alemán se sentía profundamente vinculado a su patria y a su lengua). Perdida toda esperanza renuncia al mundo en febrero de 1942. El presente libro fue terminado unos meses antes.

    El final es triste, él no conoció el fin del horror, pero no todo es decepción, aunque la obra describe magistralmente la trágica caída de Europa desde la luz a la más negra oscuridad conocida, por el camino podemos saborear como fue aquel mundo poblado por excelsos talentos irrepetibles, y pasear nuestra imaginación desde las gráciles cinturas de las encorsetadas viandantes de la Viena victoriana al electrizante Paris ,espíritu verdadero del genio del siglo; de fondo en un «crecendo» terrible se oye el estruendo de las botas claveteadas de las SA desfilando por la Ringstrasse mientras alimentan las horrendas piras funerarias donde más que arder libros ardía la vieja Europa.

  12. Arauxo dice:

    Es un lujo esto de contar con dos (buenas) reseñas por el precio de una. Talvez Richar debiera plantearse la opción de ofrecer en la cabecera el acceso a reseñas múltiples de un mismo libro. Supondría un notable enriquecimiento y ofreceríamos una imagen de imparcialidad, pluralidad y profundidad que no sería sino reflejo de la verdadera esencia de Hislibris…

  13. Epaminondas dice:

    Muchas gracias por el comentario piroposo, ahora a ver si escribo una reseña de algún libro que no esté reseñado ¡que a veces…hay que ser zoquete!

    saludos

  14. richar dice:

    jajaja… Epaminondas, como te comentaba por email, no es la primera vez que pasa, y me temo que no será la última. Eso sí, usar el buscador antes de hacer una reseña, suele funcionar :-)

    Aunque recogiendo el punto que menciona Arauxo, desde luego todo el mundo está invitado a postear su reseña en los comentarios de otra reseña anterior. Sin duda eso enriquece la lectura de un hilo y eso que ganamos todos.

    Y por cierto, y si dos que yo me sé se espabilan, en breve tendremos la primera reseña bífida de Hislibris.

    Un saludo,
    Richar.

  15. Arauxo dice:

    ¿Y por qué no experimentar ya, Richar? Tal vez podría introducirse algo así como:

    * Reseña 1. Publicada por Javier
    * Reseña 2. Publicada por Epaminondas

    Etcétera.

  16. javier dice:

    Hola a todos,

    Epaminondas, ya veo que disfrutaste también con el libro. Hace poco me hice también con el de “Momentos estelares de la Humanidad” ¿lo has leído? Por no pisarnos la reseña, jo, jo.

    Richar, ya en serio y sin ánimo de tocar las napias, que encima llego tarde, creo que Arauxo tiene razón. Me parece una pena tener una buena reseña como la del colega Epaminondas encajonada un comentario ¿es muy complicado tener dos reseñas a la vista, no sé si en pantalla partida o una tras la otra, simplemente por orden de aparición? Estaría bien, e incluso daría pie a tener dos puntos de vista enfrentados acerca de ciertos libros – pongamos, por ejemplo, Reverte por ti mismo y Nando- ¿estaría bien, no?

    Claro que también me puedes mandar a freir espárragos.

    Saludos

  17. Epaminondas dice:

    Hola javi, la reseña es tuya compañero. ¿por cierto, que tal?, si me apetece comprarlo. Es genial el viejo Stefan, ¿verdad?

  18. javier dice:

    Pues sí, todo un personaje. Claro que también tiene novelillas por ahí que no sé qué tal estarán. Leí “Carta de una desconocida” y me pareció más cursi que un repollo. Lo que habría que investigar es su parecido con Azkargorta, es impresionante.

    Saludos

  19. Epaminondas dice:

    ¿no nació Azkargorta en Brasil?

  20. pp dice:

    soi todos unos pipazas i unos frikis
    especialmnte tu javier XD

  21. Arauxo dice:

    ¿Será esto lo que llaman escritura cuneiforme? ¿O será egipcio en caracteres hieráticos?

  22. Ascanio dice:

    No, es escritura pampliniforme y con caracteres patéticos.

  23. Aretes dice:

    En cualquier caso, Javier, tú más.

  24. javier dice:

    Soy el padre de todos los pipazas que en el mundo han sido, son y serán. Ahora lo sabéis.

  25. Derfel, el blanco dice:

    Este libro -que me encantó- es uno de los muchos que presté en su día y si te he visto no me acuerdo…

    Lo peor de todo es que ni siqiuera recuerdo al prestatario.

    En fin, a pasar otra vez por caja…

  26. Chuikov dice:

    Este libro, en mi humilde opinión, es una maravilla. Este verano he tenido la suerte de poder leerlo y la verdad es que es magnífico. Tengo algunos apuntillos que hice en su momento, y que creo que pueden ser interesantes para los aquí «lectores»:

    Si hablamos de personajes, diría, así a bote pronto: Rodin, Rolland, Sigmund Freud, Walther Rathenau, Salvadr Dalí, Thomas Mann, Richard Strauss, Paul Valery, Theordor Herlz, Rainer Maria Rilke y otros muchos que mi oceánica ignorancia me impide conocer.

    Diría que no smpatizaba excesivamente con Thomas Mann, no obstante sin dejar de apreciar su trabajo: Un par de indirectas sí que suelta a lo largo del libro sobre todo en contra del parafraseo, de rellenar páginas, de «lo superfluo», de lo que se encuentra en «La Montaña Mágica». Pero sin embargo, también he llegado a pensar que la influencia de Mann y su Montaña Mágica haya sido la responsable del final de las memorias de Zweig.

    Habla Zweig en las últimas páginas del libro sobre el fusilamiento de un colega suyo español en la guerra civil. He pensado que podría ser Lorca porque: a) Lorca había viajado y b) Zweig era amigo de Dalí. He buscado en el índice de nombres de la biografía de Lorca, escrita por Ian Gibson, y nada. No aparece Zweig

    Su faceta de coleccionista, sobre todo para las personas que tenemos algo de vena de coleccionista, es de lo más interesante. Él mismo habla de papeles, opúsculos y borradores que consiguió, como por ejemplo de Mozart, Goethe, mobiliario del despacho de Beethoven, impresionante. Y todo perdido por la locura destructiva de «La Civilización», de Europa.

    Creo que dos son las puntas de lanza del pensamiento y las inquietudes expuestas deliciosa, clara y diafanamente por Zweig: La primera, y más interesante para mí ha sido el problema judío. Analizado por un judío con mente clara. Y la segunda idea, la más bella, la del amor por Europa y por todo lo europeo.

    Quizás veo a Zweig un poco ombliguista, egoísta. Casado dos veces, hay exactamente dos menciones a ello en todo el libro: una hablando de un paseo que una vez daba con su mujer, y otra para explicar la angustia de sentirse apátrida, al final del libro, en donde intenta arreglar unos trámites burocráticos para casarse por segunda vez. Deja meridianamente claro el insignificante papel que cualquier mujer jugase en su vida. Ni siquiera parece que le alterara demasiado la separación de su primera mujer, ya que ni hace referencia a ello.

    Es muy importante tener en cuenta cuándo se escribieron estas memorias, alrededor de 1940-1941. De esta forma se aprecian sus explicaciones de los avatares políticos y diplomáticos que se producen en el corazón de Europa: la transición de Austria a la dictadura en 1934, el angustioso Anschluss, o los prolegómenos y consecuencias de Munich, donde da una descripción de los sentimientos que se vivían en el parlamento británico cuando se dirimía entre la Paz y la Guerra.

  27. carlosase dice:

    «El mundo de ayer» me ha enganchado, como anteriormente la biografía de María Antonieta. Creo que Zweig trata con nostalgia el tiempo de sus padres o abuelos en un imperio el austro-ungaro seguro, ordenado y sin incertidumbles, pero no todo es halago, también hay crítica al indicar que se ha sacrificado la pasión por el bienestar y la seguridad.
    Quisiera plantear una cuestión. Es posible que Zweig fuera un poco homofobo y machista. Bueno esta cuestión la planteo desde la época actual, habría que ponerse en la mentalidad de un hombre de la primera mitad del siglo XX

  28. Derfel dice:

    Bueno, si explicas un poco tu planteamiento, a lo mejor podemos debatir.

  29. Ascanio dice:

    Pues sí, estoy de acuerdo contigo, Derfel, lo cual no deja de ser preocupante.

  30. carlosase dice:

    en el capitulo regreso al mundo pag. 341 dice: las sociedades secretas -saturadas de homosexuales- ya eran más poderosas de lo que sospechaban los dirigentes de la República de entonces, los cuales, consecuentes con su idea de libertad, dejaban las manos libres a todos aquellos que querían suprimir para siempre la libertad en Alemania.
    En este capítulo trata de la época de inflacción y decadencia en Alemania tras la primera gran guerra y no entiendo muy bien a que se refiere.
    En cuanto a lo de si es o nó machista lo pregunto porque habiendo conocido a los mas grandes (escritores, músicos, artistas, actores) cómo es que no menciona a ninguna mujer, porque en esa época tambien hubo mujeres que destacaron en la literatura, el arte …

  31. juanrio dice:

    carlosabe, Zweig, es un hombre de su tiempo, avanzado para su tiempo, pero es evidente que no le podemos juzgar con los ojos del siglo XXI. Si hoy hay homófobos, imagina lo que sería en aquellos años, aparte del hecho de que parece que la jefatura de las SA de la época era lo más parecido a una hermandad homosexual, pero eso es lo de menos. En cuanto a las mujeres….había muy pocas intelectuales, en cualquier campo, no había, prácticamente, escritoras, pintoras, escultoras, filósofas…era una sociedad eminentemente masculina, lo que no me sorprende, hoy hay una gran mayoría de hombres conocidos en esos campos, y pongo conocidos, que no quiere decir que haya menos mujeres que se dediquen a cualquiera de esos campos.

    Es posible que si Zweig empezara su vida hoy, como intelectual, se relacionara tanto con hombres como con mujeres, me parece que era un hombre despierto y abierto a todo lo que de interes le pudiera llegar, dispuesto a compartir su conocimiento con el resto del mundo y a defender su posición sin imponer sus ideas. Es unalástima que en esos tiempos de barbarie no hubiera habido sobre la tierra más Zweig y menos Hitler, más sensibilidad y menos totalitarismo.

    Zweig, para mí, es el ejemplo de lo que debe ser la implicación de un intelectual con el tiempo que le toca vivir, haciendo cosas a la medida de su capacidad. Sus memorias me han procurado una lección de dignidad e integridad.

  32. carlosase dice:

    Juanrio, estoy de acuerdo con tu planteamiento, Zweig es un hombre muy avanzado para su época, con una sensibilidad especial ante la condición humana. Yo planteaba la cuestión sobre la homofobia y el machismo, para saber si algún lector hubiera tenido esa impresión. En el fondo creo que no es machista, en el libro explica el papel de la mujer antes de su liberalización y se solidariza con éllas, sobre todo con la figura de la solterona en la Viena de finales del XIX. No he visto en una biografía tanto respeto e interés en comprender la psicología de una mujer como Zweig en Maria Antonieta.
    Haciendo futurología creo que Zweig si viviera ahora sería un referente para mucha gente, mayores y jovenes. A mí por ejemplo la figura del Che Guevara no me dice nada, García Marquez se equivoca apoyando al Regimen Castrista y a Vargas LLosa lo veo elitista y neoliberal, aunque sean unos grandes escritores.

  33. Neus dice:

    Buenas!
    Sólo quería comentar mi postura, y puede que sirva de aclaración, respecto a la opinión de algunas personas en cuanto a que el mundo que S.Zweig describe, esa maravillosa Europa de ppios del XX, según él, con un armonioso ambiente de tranquilidad y seguridad, es una versión un tanto distorsionada de lo que en realidad ocurría a su alrededor.
    Comparto que hace esta decripción de manera que exagera esa situación de tranquilidad, pintando esa Europa como si viviera una época idílica de veraneo, balnearios, etc, pero esta visión «poco realista» o exagerada de la época no está hecha inconscientemente por el autor, dejándose llevar por los sentimientos. El situarnos ante este mundo armonioso, es un recurso literario que Zweig utiliza, muy a conciencia, para que los lectores comprendamos perfectamente el carácter inesperado de esa guerra que llega y destruirá la cultura a través de los impulsos. Época que no recuerda conflictos anteriores y no imagina lo que se le avecina. Precisamente ese mundo envuelto por la «música» sosegadora, lo crea para que los lectores sintamos el contraste, el factor SORPRESA de una guerra cuyas dimensiones no había conocido todavía la humanidad, y que serán sólo el aperitivo de la Segunda Guerra Mundial.

  34. Endeavour dice:

    Hola, amigos. Entré en hislibris para encontrar algo que me obligara a seguir leyendo. Me aburre todo. Y gracias a ustedes leí esta obra de Zweig. Ya había leído su biografía de Magallanes y Novela de ajedrez. Recomendables.

    No puedo comentar mucho más a lo ya dicho, no sabría expresarme como ustedes porque, aunque nací con el don de la risa como Scaramouche, no nací con el don de la palabra, como alguno de ustedes, jeje. Pero he de decir que el libro es una delicia y que lo guardaré para releerlo en el futuro.

    Algo pesimista al final, el inicio es una maravilla para conocer el contexto de su época. Y no creo que intentara ensalzar esa época si no que ¿quién no idealiza su propia juventud? Lo único que no le perdono al señor Zweig es que arrastrara al suicidio, voluntariamente o no, a su segunda mujer. Una persona tan joven.

    Así que gracias por los comentarios. Les sigo.
    un saludo.

  35. cavilius dice:

    Habiendo escogido hace un mes un par de libros para pasearlos durante las vacaciones a sabiendas de que no iba a poderlos leer, tengo que decir que estoy gratamente sorprendido porque sí he conseguido leerlos. Y uno de ellos ha sido este de Zweig. Y me ha gustado. Mucho. La facilidad con la que escribe este hombre es asombrosa: la fluidez de sus largas frases, de sus párrafos sin apenas puntos y aparte, la riqueza de matices que ofrece al lector en todo aquello que relata, todo eso hace que parezca fácil escribir, que uno se diga: hay quien simplemente escribe y hay quien es escritor, y Zweig es un ejemplo de lo segundo. Hacía tiempo que no leía algo tan llevadero que parece que uno beba las páginas, y a la vez tan cargado de contenido. Todo el libro me ha parecido interesantísimo pero en especial su último tercio, las ciento y pico últimas páginas en las que describe, con la visión que un ciudadano de a pie podía tener en aquel momento, el crecimiento de la figura de Hitler, el inicio del conflicto mundial y la sensación de apátrida que nace en Zweig. En fin, de lo mejor que he leído últimamente.

    Y no sé si seré o no objetivo al decir que se nota que este señor ha escrito biografías, porque la cantidad y calidad de las páginas (y son muchas) dedicadas a hablar de los personajes de la época con los que ha entablado amistad o conocimiento es alta, cargadas todas ellas de adjetivos y descripciones del carácter de cada uno de esos individuos. Y sin redundancias ni repeticiones: cada uno aparece pintado con una personalidad y temperamento propios y con rasgos que les hacen destacar por encima del resto de la humanidad. Si Hoffmanstahl es mostrado a las primeras de cambio como un genio sin parangón, al poco aparecen descripciones de Rilke, Verhaeren, Rolland, Rodin, Bazalgette, Strauss, Pirandello, Freud, Bernard Shaw, H.G. Wells… que superan cada una a la del anterior, y tiene así uno la sensación de que Zweig ha vivido rodeado de y codeándose con auténticos genios universales, cuyos nombres un servidor desconocía en un buen número (siendo entonces la lectura del libro causa de un creciente complejo de ignorancia supina, de cómo he podido vivir hasta ahora sin saber quién era Hoffmanstahl o Bazalgette). El caso es que describe Zweig de modo tan superlativo a casi todos los personajes de su época, que cuando dice que el más valioso, el que más le impactó por encima de cualquier otro, fue una sencilla viejecita que había conocido personalmente a Goethe, cuyos ojos se habían posado sobre los de Goethe y los de Goethe sobre los de ella, uno no sabe hasta qué punto creerlo. No porque no pueda ser cierto, sino por la tendencia de Zweig a subir a los altares a las personas que describe.

    A raíz de los comentarios anteriores se me ocurren un par de apuntes que se resumen en uno: Zweig, como cualquiera de nosotros, es hijo de su mundo y de su tiempo, y como tal debe ser valorado. Ciertamente, el libro me ha parecido algo elitista pero eso no es un achaque ni un lastre sino simplemente una característica, fruto de haberlo escrito quien lo ha escrito: un hijo de familia acomodada que ha dispuesto de fortuna toda su vida, ha aprendido idiomas, ha viajado en abundancia y a su gusto, ha tenido criados en todas sus viviendas y ha ido a la ópera siempre que ha querido. Status alto, gustos refinados y sensibilidad refinada; de modo que no es justo pedirle a su libro autobiográfico otra cosa que las que se deriven de esa educación y ese nivel de vida. De otro modo resultará chocante que en los tiempos de crisis, escasez y miserias que describe Zweig siga viviendo sin estrecheces; que cuando baja de un tren en la estación de una ciudad convulsionada por la guerra su principal preocupación (hasta el punto de mencionar eso y no otra cosa) es no poder encontrar un mozo de cuerda que le lleve el equipaje; o que en esos tiempos de angustia y desesperación Zweig siga acudiendo a la ópera. No es despreocupación ni indiferencia ni incomprensión de lo que realmente sucedía en Europa (precisamente a Zweig no se le puede acusar de eso); creo que el lector ha de ser capaz de no juzgar al autor con un rasero equivocado. Zweig habla de lo mal que lo pasó durante la Primera Guerra Mundial o a los inicios de la Segunda, y quizá eso rechine a quien lo lee porque es obvio que la inmensa mayoría de la población europea lo pasó mucho peor que él; pero de eso no tiene la culpa Zweig, obviamente, quien se limita a describir su vivencia y su perspectiva del mundo.

    Y en segundo lugar, también he notado eso que alguien menciona más arriba: lo poco que Zweig habla no ya de su vida afectiva sino ni tan solo de los miembros de su familia. Tanto es así que el libro no parece (y no es) una autobiografía sino una descripción de Europa a través de los ojos del autor. Sus dos mujeres apenas son citadas tangencialmente un par de veces y en un tono aséptico, un tono alejadísimo del rico desbordamiento que emplea cuando menciona a cualquiera de sus amigos artistas o escritores. Y aunque a su madre le dedica unas páginas, estas no son para hablar de sus virtudes sino para describir algo que le sucede a ella y ponerlo como ejemplo de la dramática situación en que vivían los judíos en tiempos de Hitler. El libro no es, pues un relato de la vida de Zweig sino de su percepción de Europa, de la Europa que a Zweig le ha tocado vivir.

    En fin, el libro me ha gustado mucho en la forma y en el contenido, y quizá lo que más me ha llamado la atención es esa visión paneuropea que Zweig tiene del viejo continente, la concepción de un territorio sin fronteras (un mundo sin pasaportes ni procedimientos administrativos y burocráticos para entrar o salir de los países) y cómo ese mundo “de la seguridad”, como él dice, desaparece.

    1. Javi_LR dice:

      Es curioso, Cavi, lo que cuentas al respecto de «ese mundo ‘de la seguridad». En casi todos los autores que estamos revisando para El Periscopio (ya sabes, de finales de siglo XIX, primer tercio del siglo XX) ese sentimiento es tal cual lo describes.

  36. Rodrigo dice:

    Para comentarios sobre un escritor, qué mejor que otro escritor. Grande, Cavilius.

    Suscribo letra por letra tu magnífica intervención. En lo personal, más que su perspectiva elitista de la época en cuestión, lo que me ha llamado la atención es aquello que has descrito como su “tendencia a subir a los altares a las personas que describe”. Pero se trata en realidad de una característica muy propia de Zweig, familiar para los lectores de sus biografías y sus ensayos sobre escritores, y que se comprende mejor cuando revisa uno el listado de personas descritas: Hoffmanstahl, Rilke y demás. Es que Zweig da la impresión de haber sido hombre de una disposición y sensibilidad tal que la maravilla parecía ser su estado natural, muy especialmente cuando su mirada recaía sobre las creaciones del genio humano; consecuentemente, las encarnaciones del genio –por así decirlo- venían a ser depositarias de su veneración. Lo propio de Zweig era la disposición a rendir homenaje a cierta faceta luminosa y perdurable de la humanidad, la que consta en las grandes obras del saber y del arte… más dignas de admiración, en el fondo, cuanto mejor se conoce la impureza de su origen. Zweig no era tan ingenuo que se rindiese incondicionalmente a la condición humana, o que sus fallos lo pillasen desprevenido. Tampoco es que su entusiasmo –el hombre era el observador más entusiasta de la psique y de las artes- lo obnubilase al extremo de claudicar del sentido de discriminación. A Fouché, por ejemplo, lo pinta como el príncipe supremo de la política, y al mismo tiempo nos recuerda que era un maestro del disimulo y la traición. No duda en calificar a Dickens como un maestro de la literatura, pero también lo puntúa bastante por debajo de colegas como Balzac y Dostoievski (apreciación que comparto), y califica a Historia de dos ciudades como obra fallida y sobrevalorada (en lo también que estoy de acuerdo).

    En fin. Destaco por último tu acertada caracterización de El mundo de ayer. No es, en efecto, una autobiografía.

  37. Hola es usted e señor Javier muy perpicaz , sus explicaciones, no hay que olvidar que muchos de estos libros, han sido leídos por intermedio de editorial ,Claridad, son bastantes serios. Sol puedo agregar a su reseña,pues explicación de su suicidio de este superhombre , fue de tener en valor de suicidarse , fue por motivos de una alta neurosis . Muy agradecido por recordarlo a su medio cultural, excelentísimo , Hislibris.

  38. Miguel Ángel Pezzotti dice:

    No sólo se lee, se disfruta y recuerda

  39. Alejandro dice:

    excelentes opiniones y comentarios de todos!!

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