EL GIRO – Stephen Greenblatt

El mismo día en que finalicé la lectura del el libro en cuestión, El Giro, leí una entrevista a un autor italiano, curiosamente, llamado Alessandro Baricco y que decía que era obligado leer una obra de Shakespeare y un ensayo de filosofía al año. Explicaba este autor que además había de hacerse de igual modo que uno se enfrenta a la Navidad o la Semana Santa, que son cosas que se presentan cada año y uno no las planea, quiera o no, allí están. En torno al tema del ensayo filosófico comentaba que no era necesario comenzar por algo como Crítica de la razón pura, de Kant, sino que era suficiente ir abriendo boca con algo más ligero.

En mi caso personal, que me encuentro a medio camino en la lectura de un volumen que recopila varias obras de teatro de Shakespeare y que acabo de finalizar la obra de Stephen Greenblatt, puede decir que para este año 2013 ya he cumplido el propósito que marca como ineludible en la agenda anual de cualquiera el autor Alessandro Baricco. Y es que El Giro (cuyo subtítulo es «de cómo un manuscrito olvidado contribuyó a crear el mundo moderno»), el libro sobre el que orbita esta reseña, es un ensayo a caballo entre la historia, la biografía y la filosofía.

Con varios premios avalando sus páginas y decorando su portada (National Book Award 2011 y Pulitzer 2012), al menos en la edición española de Crítica, El Giro es una trenza de temas que, si bien todas giran en torno al poema De rerum natura, escrito por Lucrecio en el siglo I a.C., van de la historia antigua al Renacimiento y de Epicuro a Poggio Bracciolini. Partiendo del Renacimiento y de la afición, casi patológica, de muchos hombres por recuperar textos antiguos, Greenblatt nos narra cómo era esa labor de búsqueda y recuperación de obras. Con esa excusa el autor nos lleva a la antigüedad, de manera somera, y también nos presenta algunos de los descubrimientos hechos, con el objetivo de ilustrar la importancia de los textos en y de la Grecia y Roma clásicas y por qué los poemas y autores de entonces serían venerados siglos después, en los albores del Renacimiento.Pero ¿acaso no se siguen venerando en nuestro días?

En concreto, Poggio Bracciolini, hombre muy importante en la curia papal de su tiempo, vivió obsesionado por los textos clásicos y por la belleza de aquellas obras perdidas, lo que le llevó a un toparse con una copia del De rerum natura que hizo a su vez copiar y que gracias a él tomó vida, con gran influencia, en base a lo que se expone, en el Renacimiento. Este personaje es el corazón de El Giro y en gran medida es una biografía suya, por ser el hombre que, tal un Indiana Jones de escritos clásicos, buscó y rescató para la posteridad una obra que junto a su gran belleza, un latín sublime según parece, contiene toda una visión del mundo y del hombre, la de Epicuro, con el atomismo como eje central.

Y es aquí cuando en el Renacimiento el poema de Lucrecio comienza a extenderse como una mancha de aceite, cuando el libro comienza a tratar de filosofía, de manera superficial y quizás sin mucho empeño, pero sin duda es la filosofía el punto clave. Y es que la última parte de El Giro, una vez que sabemos por qué eran importantes las obras antiguas y cómo se llegó a revivir el De rerum natura, comienza a explicar cómo de influyente fue en su tiempo y en épocas posteriores, y cómo la Iglesia combatió hasta donde pudo una obra que chocaba directamente con algunos de sus creencias de Fe más elementales. En este tramo final tenemos filosofía e historia en el texto a partes casi iguales.

Un libro tan heterogéneo en sus temas y, por fuerza, tan somero en muchos aspectos, puede parecer a algunos una lectura poco aconsejable, pero sin entrar en valoraciones sobre el propio contenido, que no soy yo docto para rebatir, he de decir que el texto se deja leer con gusto, que están bien hiladas las temáticas y que, teniendo como tema central a Poggio Bracciolini y la importancia de De rerum natura, es un buen ensayo. No se trata de historia de la filosofía, sino de historia, y en ese ámbito es una gran lectura. Además, recibiremos de regalo un barniz sobre el atomismo, los epicúreos, cómo influyeron estos en Montaigne… que, al menos en mi caso, da por bien invertidos los ratos que he dedicado a la lectura de este El Giro, de Stephen Greenblatt.

[tags]Stephen Greenblatt, El giro, historia, biografía, filosofía, Epicuro, Renacimiento[/tags]

 

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12 comentarios en “EL GIRO – Stephen Greenblatt

  1. Urogallo dice:

    ¿Cuenta si siempre lees la misma obra de Shakespeare?

    Estos anglofilos pedantes…

    Pero lo de leer filosofia es curioso. Si este cuenta, me lo apunto (Que ya lo tengo en la pila)

  2. Curistoria dice:

    Uro, seguro que sí, si es Shakespeare cuenta para el objetivo. El Giro no es un libro de filosofía, pero tiene algunas páginas que llevan un barniz de filosofía interesante. Ya me contarás qué te parece el libro. Heterogéneo en los temas, pero interesante.

    Saludos.

  3. cavilius dice:

    Pues mira que me llama a mí la atención este libro. Tengo el De rerum natura de Lucrecio por casa leído hace más de 20 años, y la verdad es que poco recuerdo de él salvo la singularidad de tratarse de una exposición de un sistema filosófico cerrado usando versos en lugar de prosa.

    Shakespeare no, pero algo filosófico sí procuro ir leyendo de cuando en cuando…

  4. Curistoria dice:

    Dale una oportunidad Cavilius, si has leído el poema de Lucrecio seguro que le sacas aún más sustancia al libro.

    Un saludo.

  5. ARIODANTE dice:

    Mmm….suena bien, Curist, suena bien. Veremos si le puedo echar un ojito.

  6. Vorimir dice:

    La verdad es que sí que suena bien, apuntado está en la lista de futuras compras. Muy buena reseña Curistoria, parece un libro de sobra interesante aunque trate algunos temas superficialmente.

  7. Farsalia dice:

    Mmm, el pollo ese, perdón, Poggio, también jugó un papel importante en la búsqueda de manuscritos de la Germania de Tácito…

  8. Curistoria dice:

    Ario, Voromir, dadle una oportunidad al libro, merece la pena. Farsalia, el tipo tiene su aquel, sin duda.

  9. Jose24 dice:

    Con el debido respeto, pero si Alessandro Baricco ha afirmado exactamente lo que se dice en esta reseña, es un gran ignorante. La cultura tiene dos patas: las ciencias y las humanidades. Creer, más aún a estas alturas, cuando la ciencia ha dado forma anuestro mundo y anuestra percepción de él y a la orientación misma de las humanidades –la metafísica ya no lo hace la filosofía, sino la cosmología y la astrofísica– que basta con literatura y con filosofía, es retroceder 600 años en el tiempo. Lástima.

  10. Anraman dice:

    Muy buena reseña, Curistoria. El libro está muy bien y se lee con verdadero gusto.

    Viendo la reseña de Farsalia, no sé lo que hubiera pensado el pollo, quiero decir, Poggio, si hubiera sospechado todo el lío que iba a desencadenar «cazando» manuscritos, tanto con «De Rerum Natura» como la Germania de Tácito.

    No dejan de llamarme la atención lo que cambiaron nuestro mundo estos humanistas de segunda hornada, que a pesar de no ser tan conocidos, ahondaron en los caminos que trazaron Petrarca y compañía. En el libro también se cuenta como Poggio llevó a cabo una revolución en la caligrafía inventando lo que él llamaba «lettera antica», basada en la minúscula carolingia, y que fue, a pesar de su nombre, la base de las letras modernas, enterrando la caligrafía gótica (hoy conocemos a esa letra como «humanista»). Por su parte, su amigo Niccolo Niccoli (curioso nombre) fue el inventor de la cursiva.

    Si os interesan todos estos temas, este libro vale mucho la pena.

  11. Anraman dice:

    Es curioso, justo a continuación de este libro he leído «Gente peligrosa», de Philip Blomm (reseñado aquí de forma brillante y fidedigna por Rodrigo: https://www.hislibris.com/gente-peligrosa-philipp-blom/), y de repente un capítulo se pone a hablar de la importancia de “De Rerum Natura” entre los ilustrados radicales.

    Copio un fragmento:

    «Con su mezcla de máxima claridad intelectual y pathos moral, Lucrecio fue tal vez el antepasado más directo de la ilustración radical. Si hubiera podido sentarse a la mesa de D’Holbach, podría haber tomado parte casi inmediatamente en las conversaciones, pues todas las principales ideas de los ilustrados le hubiesen resultado familiares y su origen hubiera podido remontarse a su gran poema».

    Me lo he pasado muy bien leyendo ambos libros uno detrás del otro.

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