AÑOS DE GUERRA – Vasili Grossman

9788481098242Los años 40 fueron los del romance soviético de Vasili Grossman, la época en que el escritor hacía suyas la mitología revolucionaria y la utopía comunista al calor de la guerra contra la Alemania nazi; al calor también del Holocausto, entre cuyas víctimas se contó la madre del literato. Muchas cosas debían suceder aún para que el cronista de guerra y corresponsal de Estrella Roja, el órgano oficial del Ejército Rojo,  se convirtiera en el autor de Vida y destino y Todo fluye, cumbres de la literatura antitotalitaria (y de la narrativa universal, en el caso de la primera). Antes de esto, Grossman fue un activo portavoz de la causa soviética en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, convencido como estaba del valor no sólo patriótico sino humanitario de esta causa: lo decisivo, desde su punto de vista, era que la URSS luchaba contra el fascismo y contra el antisemitismo encarnados en el Tercer Reich. Impedido de enrolarse en las filas del Ejército Rojo por motivos de salud, una vez desatada la agresión alemana, Grossman fue reclutado por Estrella Roja en calidad de corresponsal de guerra, y como tal se granjeó enorme reputación y gran popularidad merced a sus escritos de batalla. De su pluma brotó una serie de relatos, crónicas y artículos relativos a lo que en la Unión Soviética se dio en llamar Gran Guerra Patriótica; el éxito de estos escritos contribuyó a que Grossman se pusiera al frente del proyecto “Libro Negro”, junto a Ilyá Ehrenburg. Años de guerra es una recopilación de los mismos, presentados en el orden cronológico de su publicación original. 

Naturalmente, se trata de textos animados por un afán propagandístico, precisamente del género que requerían las circunstancias: sobrios en la forma, ardientes y combativos en su fondo. El que abre el libro, y el más extenso, lleva el título de El pueblo era inmortal; es una muy efectiva novela coral ambientada en la etapa inicial de la guerra, cuando los soviéticos llevaban todas las de perder frente a los alemanes. La novela, que recrea las vicisitudes sufridas por militares a los que el autor conoció en persona, fue candidata al Premio Stalin hasta que el propio dictador la suprimió del listado; es razonable atribuir semejante arbitrio al hecho de que la novela se abstiene por completo de entonar las obligadas loas al Vozhd (Líder). A propósito de esto, cabe destacar que quizá lo único de bueno que puede decirse del Grossman de entonces -de sus convicciones ideológicas, se entiende- es que no llegaba a tanto su compromiso con la ortodoxia como para convertirse en un estalinista irrestricto. (La renuencia de Grossman a plegarse al culto de Stalin le acarreará dificultades más tarde, cuando publique su novela Por una causa justa.) En las más de 600 páginas que componen el volumen en cuestión, sólo en una oportunidad se detecta el desliz de la devoción personalista; también es cierto que, fugaz y todo -explicable tal vez como una concesión-, este traspié es suficiente como para que el lector arrisque la nariz.

El volumen incluye dos relatos de mediana extensión. El viejo profesor es una narración estremecedora que tiene por tema el exterminio de los judíos en Ucrania, patria natal del autor. La vida, por su parte, es la historia de un puñado de soldados rojos cercados por los alemanes en una mina situada en la cuenca del Donetsk, Ucrania; es una historia de arrojo y disposición al sacrificio, convencional si se quiere pero de veras emocionante. En otro registro, El infierno de Treblinka es el pormenorizado y espeluznante testimonio del autor sobre uno de los más terribles campos de exterminio nazis, descubierto por el Ejército Rojo en 1944; el artículo fue parte del material de acusación esgrimido por la fiscalía soviética en los juicios de Nuremberg. Los otros textos que integran el libro son del género cronístico, e informan de la evolución de la guerra desde una perspectiva inmediatista, propia del periodismo testimonial. De modo nada sorprendente, el énfasis de estas crónicas está invariablemente puesto en el heroísmo del soldado soviético y en el poderío creciente del Ejército Rojo, enfrascados todos en una lucha sin tregua con el invasor alemán y con el fascismo. Oficiales y soldados, hombres y mujeres, rusos y gentes de otras etnias, combatientes anónimos y personajes connotados (el general Chuikov y el francotirador Vasili Záitsev, por ejemplo) se alternan en el protagonismo de estas páginas. Es notorio que Grossman procura por medio de ellas inflamar el denuedo combativo de sus lectores primigenios, los hombres y mujeres del Ejército soviético.

Acaso el interés mayor del volumen resida en su carácter de precedente formativo. Grossman se había estrenado como escritor antes de 1940, pero es lógico pensar que fueron los años de guerra y el oficio periodístico los que  moldearon definitivamente sus destrezas estilísticas, además de proporcionarle los temas fundamentales de su obra. Por una causa justa, primera parte de su gran ciclo novelístico en torno a la batalla de Stalingrado, se nutre directamente de estos materiales y de esta práctica.

Justo es decir que Vasili Grossman no era ciego a los vicios y flaquezas del Ejército Rojo; de ellos dejó constancia en sus notas privadas, en las que se aprecia la desazón del autor ante los desmanes cometidos por sus compatriotas uniformados. Material impublicable en su día, Antony Beevor y Luba Vinogradova han editado estas notas en el libro Un escritor en guerra: Vasili Grossman en el Ejército Rojo, 1941-1945 (Crítica, 2006). Es lectura obligada para todo interesado en la trayectoria del escritor.

– Vasili Grossman, Años de guerra. Círculo de Lectores/Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2009. 630 pp.

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10 comentarios en “AÑOS DE GUERRA – Vasili Grossman

  1. Urogallo dice:

    Otra vez la guerra de los ivanes Misha…

    Leía hace poco que la mochila de los soldados alemanes incluía 22 variedades de objetos diferentes, y su equipo, 4 tipos de uniformes.

    Ivan usaba trapos como ropa interior y calcetines, y sus botas siempre eran un número más grande, para poder rellenarlas con periódicos y paja en invierno.

  2. Chuikov dice:

    Ya que se menciona a Zaitsev, cabe señalar que este soldado nunca habló con el escritor de duelo alguno con el inventado mayor König. Fue todo un invento de la propaganda soviética. Lo más parecido fue un duelo de 10 minutos con un francotirador alemán, hecho que luego se iria transformando en un colosal relato épico a mayor gloria de una clase baja soviética que vence a un «nazi aristócrata» de la clase alta que tanto repudiaba la revolución soviética

  3. Rodrigo dice:

    Ah, Kolia, los famosos “portianki”. ¿Sabías que hasta hace muy poco el ejército ruso seguía usando esos trapos? Bueno, capaz que todavía lo haga. Leí hace un tiempo que querían reemplazarlos por calcetines…

  4. Rodrigo dice:

    Sí, la historia del mayor alemán hiede a propaganda.

  5. Urogallo dice:

    Pardiez, que se pierden las hermosas costumbres de la Santa Rusia.

  6. Sebastián dice:

    Soy nuevo por acá – casualmente encontré esta página – pero no puedo sino felicitarte por tu reseña, aunque la iniciativa en su conjunto es loable. Solo recalcar el tremendo escritor y observador agudo que fue Grossman, lo cual queda demostrado en sus anotaciones periodísticas, que son parte del libro «Un escritor en guerra», prologado por Beevor (el cual mencionas). Notable fue su agudeza y valentía que le llevaron a oponerse a los abusos del estanilismo, y una suerte que, pese a la censura y persecución de su labor intelectual, su obra llegase hasta nosotros.

    Saludos a todos

  7. Rodrigo dice:

    Saludos y bienvenido a Hislibris, Sebastián.

    Cabe enfatizar que Grossman fue un disidente tardío. Pero, como suele decirse, más vale tarde que nunca.

  8. Maquillando dice:

    Todo lo que tenga que ver con la historia de la Alemania Nazi me interesa, voy a darle una leida a las primeras hojas de este libro a ver si me interesa.

  9. Eduardo dice:

    Cabe destacar, como dice el amable lector Rodrigo, la tardanza en adoptar posiciones «disidentes», aunque en este caso, para mi punto de vista, carece de disculpa. El autor conocía perfectamente los desmanes del régimen soviético, su totalitarismo atroz desde sus primeras horas y posteriormente el comportamiento espeluznante, salvaje, monstruoso, del ejercito rojo en su ofensiva contra Alemania. Los asesinatos, vejaciones, violaciones de mujeres rusas, polacas, húngaras, etc. (violaron hasta mujeres del campo de concentración de Auchwitz) eran perfectamente conocido por el escritor. Un ejército que solo la victoria logró colocarle en el lugar de honor en el que todavía se encuentra aunque tambaleándose, que se caracterizó por una profunda ausencia de disciplina, hasta el punto de estar a punto de la sublevación en este caso por hambruna. Y además desconfió de su «cruzada» literaria contra el antisemitismo en un periodo histórico, en la Unión Soviética, de un radicalismo antisemita muy próximo al de la Alemania de Hitler. Stalin era un furibundo antijudio. Ni tampoco ignorar que hasta la Operación Barbarroja, la Unión soviética se convirtió en un sostén importantísimo del esfuerzo de guerra alemán hasta el punto de que Winston Churchill llegó a considerar que la Rusia de Stalin era en realidad un aliado estratégico del III Reich.

  10. Rodrigo dice:

    En fin…

    Acabo de releer Memoria del mal, tentación del bien, de Tzvetan Todorov. El capítulo titulado “El siglo de Vasili Grossman” ofrece una reflexión lucidísima acerca de nuestro autor, o, más específicamente, acerca de la dimensión moral de su obra, ejemplar en cuanto involucra lo que el propio Todorov califica como el “paso de la ceguera a la lucidez”. Un texto fundamental, característico de un pensador renuente a los simplismos y taras afines.

    Saaalud.

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