UN IMPERIO FALLIDO: LA UNIÓN SOVIÉTICA DURANTE LA GUERRA FRÍA – Vladislav M. Zubok

UN IMPERIO FALLIDO. LA UNIÓN SOVIÉTICA DURANTE LA GUERRA FRÍA, Vladislav M. Zubok«Hay guerras calientes que terminan con la paz, y guerras frías que no terminan nunca».

Don Juan Manuel.

Algunos autores afirman que, en un momento de extraña lucidez , Kruschev describió a su nación, la patria del socialismo, con una sorprendente sinceridad: «Somos el Alto Volta con Cohetes Espaciales».

Sea cierto o no, habría que esperar hasta la era de Gorbachov para encontrar otra frase tan sincera como demoledora en labios de un líder soviético. En una charla amigable con Mitterrand este le preguntó desde cuándo estaba en crisis la agricultura soviética. Gorbachov respondió: «Desde 1918 más o menos».

¿Era esta la Unión Soviética que lideró la carrera espacial, la cabeza del Pacto de Varsovia, cuyas divisiones acorazadas ocupaban Alemania Oriental y aseguraban poder ocupar Europa Occidental en tres días?.

Sí. Y ese era el problema. Tratar de ser una superpotencia planetaria y construir una economía planificada que sostuviese ese intento.

Este libro se dedica a contar la historia de ese sueño. ¿Cómo fue posible que un país pudiese poner un hombre en el espacio y no pudiese proporcionar una calidad de vida mediana a sus ciudadanos? Esa fue la contradicción que destruyó la URSS.

Es una historia de la URSS durante la Guerra Fría, cuando se fue perfilando frente al mundo, expandiendo sus fronteras mediante satélites y aliados, y lanzando un desafío reclamando un poder mundial intercontinental y transoceánico.

Sobre las ruinas de la derrotada Alemania Nacionalsocialista, Stalin soñó con un Imperio que cumpliese los sueños de los zares: soldados rusos mojando sus botas en mares de aguas cálidas. Hizo todo lo posible por lograrlo, y justo cuando creía que el sueño era posible, que podía convertir a Turquia e Irán en satélites propios, los EEUU reaccionaron con firmeza obligándole a renunciar a sus propósitos. Toda su política posterior no pudo ocultar las dimensiones de ese fracaso, que sus sucesores trataron de superar. Occidente respondía al desafío, y empezaba una guerra sin batallas, pero no sin ejércitos.

Kruschev no fue más que una figura hueca comparado con su antecesor. Amenazas, bravuconadas, riesgos mal calculados… No era más que un nekulturny, el bufón de Stalin, y el más inútil de sus legados. Puso en cuestión el poder militar de la Unión Soviética, amenazando su prestigio internacional. Su caída era inevitable, como inevitable fue el ascenso de Brezhnev.

Si con Stalin hubo culto a la personalidad, con Brezhnev hubo culto sin personalidad. La Unión Soviética se había asentado definitivamente, y eso se reflejaba en sus líderes. La casta dirigente no estaba ya formada por revolucionarios sino por funcionarios, por los aparatchnik. Eran jóvenes educados en el socialismo, y que habían ascendido dentro del aparato estatal en base a su lealtad y a su compromiso con el Partido y su estructura burocrática. Habían sido recompensados con privilegios y poder, y se habían convertido en la Nomenklatura, la casta dirigente. No tenían un compromiso ideológico con la revolución, pero sí con el poder y el Partido. La Unión Soviética había llegado para quedarse, y ellos también. Así se explican los decididos esfuerzos de Brezhnev por lograr acuerdos de control de armamentos con Occidente que permitiesen reducir el gasto militar y asegurar el futuro de la URSS mediante un reconocimiento expreso y un clima de coexistencia pacífica. La URSS y su nueva élite debían preservarse. Pero por otro lado, no eran hombres eficaces. Entendían mucho de socialismo, pero no tenían ni idea de lo que podía significar control de calidad. En un momento determinado, el 2% de la tierra cultivable en la URSS producía el 40% de las patatas. La explicación era sencilla. Ese 2% eran «jardines», la única tierra de uso privado cuyo rendimiento administraban sus propietarios individuales. Naturalmente nada resulta tan sencillo. Esos propietarios privados robaban fertilizantes y herramientas de sus granjas colectivas sin ningún pudor, y faltaban reiteradamente a su trabajo para cuidar sus huertos.

La corrupción y el absentismo laboral, otra lacra de la economía soviética.

Andropov trató de poner coto a todo aquello. De luchar contra el alcoholismo, la apatía, la corrupción y la ineficacia. Pero no pudo luchar contra el atraso de la medicina soviética. Una enfermedad renal acabó con él, dejando en el pueblo soviético la sensación de que su mundo caminaba hacia su destrucción.

Gorbachov era un enterrador. Un procrastinante. Tenía capacidad para hablar en público, para construir discursos vibrantes, pero no había nacido para gobernar. Le gustaba dar giras, discursos, asistir a conferencias… Todo lo que le alejase de la ingrata y aburrida tarea de aumentar la producción del campo o acumular reservas de divisas.

Y cuando el propio capitán se niega a gobernar su barco, a este sólo le queda hundirse.

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67 comentarios en “UN IMPERIO FALLIDO: LA UNIÓN SOVIÉTICA DURANTE LA GUERRA FRÍA – Vladislav M. Zubok

  1. Chuikov dice:

    Urogallo, impresionante reseña; como para comprar el libro. Enhorabuena por hacerla tan bien.

  2. Vorimir dice:

    Interesantísima reseña Urogallo; además precisamente tengo a mis alumnos provisionales haciendo un trabajo sobre la Guerra Fría y en breve el menda empieza un curso de historia sobre Conflictos Internacionales y empiezo con ella. Dan ganas de comprarse el libro si no estuviera bajo mínimos.

    Le aplaudo.

  3. Richar dice:

    Pues es un tema que no me atrae especialmente, pero la portada es de las más bonitas que he visto en mucho tiempo. Preciosa.

    Un saludo,
    Richar.

  4. Incitatus dice:

    Tengo el libro a la espera de que me vuelva a revisar la Revolución Rusa de Figes, por eso de no salir de Rusia.

    Buena reseña que hará que lea más rápido, gracias Uro

    abrazos

  5. Germánico dice:

    Es un libro muy, muy interesante, pero que en ocasiones resulta en exceso prolijo en cuestiones que a uno, particularmente, pueden llegar a aburrirle. Por ejemplo, las negociaciones SALT se me hicieron pesadísimas, al igual que la carrera espacial. Pero vale la pena. Curiosamente, el mismo ejemplar fue leído de forma consecutiva por el Uro y el menda. Ah, y aprendimos una palabreja nueva con el texto: «procrastinar». ¿Alguien la conoce? Yo no la había escuchado en mi vida.

  6. Rodrigo dice:

    Excelente, Urogallo.

    Un libro que tendré muy en cuenta.

    (Creo yo tampoco, Germánico. Ahí el traductor quiso anotarse un puntito, seguramente.)

  7. Urogallo dice:

    Procrastinante.

    Yo ya la he introducido en mi vocabulario actual…y es difícil encontrar la ocasión.

    Gracias Chuikov. Este es sin duda uno de esos libros que se reseñan solo. Ofrece exactamente lo que dice el título: Una historia de la Unión soviética desde 1945 hasta su final.

    Vorimir, tus alumnos necesitan este libro. Tanto la efectividad de una política de firmeza con Stalin en 1945, como los obstáculos a una verdadera distensión en 1945 por el antagonismo extremo de los regimenes políticos.

    Deberías usarla de fondo de pantalla Richar.

    Incitatus, este libro, a mi entender tiene una virtud fundamental: Deja aparte las épocas de Lenin y de Stalin antes y durante la SGM, que tienen virtualidad sobrada para merecer estudios propios, y se concentra en la URSS de la guerra fría: El Imperio Soviético.

    Agradecerle una vez más a Germánico que me permitiese leerlo.

  8. Derfel dice:

    «Procrastinar»: diferir, aplazar. Lo que voy a hacer yo con la lectura de este libro, ni más ni menos…

  9. farsalia dice:

    Tengo este libro desde hace unas semanas, a ver cuándo lo leo. Interesante y sobre todo reflexiva reseña, Urogallo. Muy sugestiva…

  10. Urogallo dice:

    Y proletaria, espero.

    Por cierto, que un dato que me llamó la atención fue la relación directa que establece el autor entre los esfuerzos de Breznhev por ratificar los SALT con Nixon, Ford y Carter y su deterioro físico.

    Sinceramente, más se habría deteriorado trabajando en una acería del volga.

    También insto a todos los camaradas en el ideal soviético a no escuchar las provocaciones del bandido contrarevolucionario y cosmopolitista Derfel.

  11. Germánico dice:

    Derfel, yo encontré otra definición que cuadra más con el contexto en el que aparece el palabro: ocuparse de un problema nimio por no afrontar otro más grave. Úsease: que la URSS no era capaz de alimentar a toda su población, y los dirigentes liados con la carrera espacial.

  12. Richar dice:

    En la web de la RAE da la definición que menciona Derfel, gracias a la cual he descubierto la cantidad de veces que he procrastinado los estudios cuando estaba en la Universidad…

    Saludos,
    Richar.

  13. Akawi dice:

    Tiene pinta de ser muy interesante tal cual lo cuentas Urogallo, y te agradezco la buena reseña realizada, pero a mí no me llama la atención en estos momentos el tema de la Guerra fría, yo ando por otros derroteros como la Edad Media con libros ya reseñados.

    Un abrazo.

  14. Urogallo dice:

    Akawi, ¿Qué puede aportarte la Edad Media que no te aporte el recuerdo del terror diario a los misiles soviéticos desplegados en Checoslovaquia que apuntaban hacia Calasparra?.

  15. Germánico dice:

    Si es que esta es una floja… Le tiene más miedo al vecino de enfrente que el debido respeto a la URSS… Es… malvada, sin más…

  16. Akawi dice:

    No he dicho que no me gustaría leerlo, sólo que no es el momento, pero lo anoté con su cita: «Reseñado por Urogallo»

    Calasparra queda a 70 Klm. de Murcia, lo que me fastidiaría es que destruyeran los arrozales de esa ciudad. El arroz de Calasparra es de los mejores.

    Germánico, miedo lo que se dice miedo, ya se lo tengo a muy pocas cosas, ¡qué quieres que diga! será por mi maldad. jejejeje…….

  17. Urogallo dice:

    Imaginate el arroz después de ser irradiado con estroncio 90.

  18. pepe dice:

    El tema me importa un carajo pero la reseña es cojonuda, a pesar de que el autor no nos informa de si consiguió el libro una mañanita de abril en la feria del libro de su pueblo, ni de si lo leyó en la playa o en el retrete, ni de si se ve a sí mismo como un bicho raro, circustancias todas ellas esenciales para la cabal comprensión de la reseña. Felicidades.

  19. Urogallo dice:

    Hombre, lo del retrete no procedía, que el libro no era mío.

    Y además pesa bastante.

  20. Germanico dice:

    Jurame que no te lo llevaste al bagno, Uro. Pepe, ultimamente te veo beligerante… Haremos un estudio historico, militar por supuesto, sobre el asunto.

    Ah, escribo desde un artilugio do demo que carece de tildes y egnes

  21. Urogallo dice:

    La modernidad no siempre es, necesariamente, buena.

    Que se lo digan a la URSS.

    ¡ Te lo juro por mis hijos !.

    Ya sabes que para leer en el baño tengo las memorias de Nixon. ( Verídico).

  22. Germanico dice:

    Yo prefiero las de Bush padre e hijo. Vaya, poco les falta para ser deificados. Lo juro por la Santisima CIA

  23. Akawi dice:

    En el baño, siempre y cuando, no se use el libro para otra cosa que para leerlo, tampoco está tan mal. Tiquismiquis.

  24. pepe dice:

    ¿Que últimamente estoy beligerante? Pero si mi pretensión al escribir el comentario era únicamente la de felicitar al reseñador… Me atribuyes intenciones que están lejos de mi ánimo, Germánico. Además, ahora me estoy empezando a interesar por la literatura militar, que resulta la mar de divertida. No recuerdo haberme reído tanto últimamente como leyendo las admoniciones de Jordimon a nuestro amigo Koenig y a los seguidores de hazañas bélicas en general.

  25. Urogallo dice:

    No te rebajes a contestarle Pepe. Está celoso de tus alabanzas.

  26. Javi_LR dice:

    A mí lo que me desconcierta de Pepe es que le gusten el baloncesto y las reseñas claras (¿el chocolate espeso, quizá?), que hablen tan sólo del libro (algo así como, trasladado a una novela, el consabido «planteamiento-nudo-desenlace»), y que, a la vez, haga loas a la imaginación sometiendo el academicismo y que aprecie a Baricco.

  27. Koenig dice:

    Pepe es una incógnita que a ver quién es el guapo que despeja.

  28. Urogallo dice:

    Propone un planteamiento formal dentro de un marco imaginativo.

  29. Javi_LR dice:

    ¡Anda! Como Capello.

  30. Isa aco dice:

    wow!! tengo muchas ganas de llerlo!! cual es la editorial … y el autor es Vladilav M. Zubak?? o cual es

  31. juanrio dice:

    Lo de Capello se supone que era lo contrario, un marco formal para un planteamiento imaginativo que se traducía en el famoso estilo patapum p’arriba.

  32. Urogallo dice:

    Editorial Critica. Y el autor consta al principio.

  33. pepe dice:

    Querido Javi, es verdad que me gustan las reseñas claras, pero eso no quiere decir necesariamente que tengan que hablar sólo del libro. Pueden contener reflexiones formales o de fondo motivadas por la lectura, por el autor, por el contexto histórico o vete a saber por qué y relacionadas con cualquier cuestión cultural, social, literaria, qué sé yo… Lo que no deben tener es comentarios del estilo: «esta mañana me levanté con hambre y me zampé un brazo de gitano, es que estoy hecho un tragón; después me fui a pasear por las Ramblas, a ver los destrozos de la celebración futbolera, y estuve un rato dediciendo si echaba la primitiva o si escribía una reseña sobre las arengas militares de los procónsules romanos en la Arabia pétrea, periodo intermedio, tema por el que siento una perversa inclinación. Me decidí por lo primero, ¿y a quien me encuentro en la oficina de apuestas? Pues ami viejo compañero de clase Plinio, que me estuvo contando que ahora es jefe de la guardia municipal de Tomelloso (GMT). ¿Por dónde iba?…»

  34. Javi_LR dice:

    Ah, bueno. Ya me parecía a mí… Aunque ahora me ha entrado el gusanillo de conocer qué hacía en Tomelloso el tal Plinio.

  35. juanrio dice:

    ¿No conoces a Plinio, Javi? Plinio es Policia Municipal en Tomelloso y entre caso y caso conversa con los vecinos del pueblo o se come un buen plato de gachas o migas. Tienes reeditadas todas las novelas de su autor, Francisco García Pavón en la editorial Rey Lear.

    Comprendo la opinión de Pepe, aunque creo que hay veces en que una disgresión hace más literaria una reseña. Hay días en que para llegar de mi casa al coche o al mercado decido dar un rodeo en el que me empapo de lo que me trae el día. Claro que eso es sólo para mí y no siempre es necesario que lo comparta con vosotros.

  36. Javi_LR dice:

    Sí, yo opino igual, y si esa digresión está bien escrita y no sólo le parece interesante al autor, a mí me gusta leerla.

  37. pepe dice:

    Hay una campaña publicitaria de Vodafone en los cines para pedir al personal que, durante la proyección, conecte el contestador, y que se basa en la parodia de varias escenas de películas famosas. El lema es «tú no deberías ser el protagonista» y es una máxima que, en mi opinión, los escritores de reseñas deberían observar. En los comentarios posteriores hay todo el espacio del mundo para hablar de mil detalles y anécdotas propias y ajenas al reseñador, con un estilo más informal, si se quiere. Una reseña, sin embargo, ha de tener una cierta elegancia que se pierde absolutamente cuando el autor nos informa en ella de que él es de Tomelloso, Ciudad Real, y a mucha honra, o de otras cuestiones más peregrinas. Ya sé, Juanrio, que para todo hay excepciones, y que si uno se despierta convertido en un escarabajo y lo cuenta en la reseña, a lo mejor aumenta el valor literario de la misma. Pero no estamos hablando de eso.

  38. Ascanio dice:

    Yo pienso igual que Pepe; me parece que las reseñas deben ser eso, reseñas y que luego, en los comentarios posteriores, ya habrá tiempo de hablar de si mi abuela me regaló este libro; de si lo dejé abandonado en un banco porque era un piñazo; de si lo uso para sujetar puertas; o de si mi señora se lió con el librero que me lo vendió, y desde entonces compro colecciones de quiosco porque el quiosquero es más feo que un callo en el pie.
    Si la disgresión está bien escrita -como dice Javi-, y viene a cuento de la reseña, aportando algo importante a la misma, a mí no me importa. En caso contrario, me parece prescindible y creo que lo único que consigue es alargar innecesariamente el texto, confundir y embarullar.

  39. juanrio dice:

    Entonces creo que estamos todos de acuerdo. Si algo de lo dicho en una reseña, aún sin tener relación directa con el libro en cuestión, aporta algo más, le da ese toque personal y literario, creo que la hace mejor.

    Cuando leo una reseña aquí, no voy a ser tan insensato de decir que adivino quien la escribe sin mirar el nombre, pero si que encuentro el estilo propio de cada uno y me gusta como cada uno me lleva hacia un libro que tal vez no me interese, pero con esa reseña al menos me hace dudar de mi propio criterio.

  40. Ascanio dice:

    ¿Estamos todos de acuerdo? Menudo aburrimiento…
    Ah, no, un momento, he encontrado una cosita. Yo creo que el comentario en cuestión «sí» debe tener relación directa con el libro. ¿Ves como no podíamos estar de acuerdo?
    (Y ahora voy a repasar mis reseñas, que seguro que más de una tiene alguna disgresión de esas…).

  41. juanrio dice:

    Las tuyas están plagaditas…..

  42. Ascanio dice:

    Me lo temía. Glups.

  43. pepe dice:

    Ascanio ha puesto sobre la mesa un tema interesante que no deberíamos desaprovechar: ¿ligan mucho los libreros? No es mal asunto para una novela, que podríamos intentar escribir entre todos. Ahí va el comienzo.

    EL LIBRERO DE BERLIN

    Estábamos a finales de noviembre y la ordenación de los libros aún no había concluido. Jakob alargaba siempre esa tarea que seguía al arqueo anual para, con la excusa de anotar cualquier detalle en el libro de registros, conseguir que alguna clienta subiera las escaleras y escudriñara en un rincón de difícil acceso al objeto de comprobar cierta referencia particular. Después solía acudir en su ayuda para asegurar el descenso y seguir aconsejándole sobre tal o cual novedad. Tenía verdadero talento para eso: descubrir los gustos de cada cual, además de una memoria notable para recordar qué había leído cada uno. Situada a dos manzanas de la Nicolaikirche, entre el mercado y la plaza Julius Espringe, la librería de Jakob Albrecht era casi tan frecuentada como el café Bilderbuch, aunque había momentos del día en que, inexplicablemente, su puerta estaba cerrada y sus persianas echadas. Nunca supe la razón, hasta que aquel día…

  44. juanrio dice:

    Aquella mañana, como otras tantas, había bajado a la librería del señor Albrecht para comprar una libreta. Siempre las compraba allí, ya que el modelo que utilizaba antes había dejado de fabricarse y él me había facilitado otro similar que se ajustaba a mis gustos. Pero cuando me acercaba a la puerta pude ver que en ella colgaba el cartel de cerrado y la persiana se encontraba bajada. No era la primera ocasión en que esto ocurría y cualquier otro día me habría acercado al café de al lado, pero precisamente esa mañana estaba especialmente concentrado en una nueva idea y necesitaba urgentemente una nueva libreta. Me acerqué y vi que en el lado derecho se había formado un pliegue en la cortina por el que podía ver el interior de la tienda. Me asomé y comprobé que el señor Albrecht se hallaba en su interior manteniendo una agitada conversación con alguien. Alguien a quien no podía ver ya que su figura quedaba tapada por la del librero. Iba a golpear la puerta para llamar su atención, pero en ese momento….

  45. pepe dice:

    Jakob se movió y pude ver por un instante a la joven esposa del notario Gluck. Me cruzaba con ella de vez en cuando en los pasillos de la librería
    -un poco de azoramiento por mi parte y un mucho de sonrojo por la suya- y siempre aprovechaba para aspirar su olor a ropa limpia y carne lavada y perfumada. Era una de las mejores clientas de Jakob, al menos una de las más asiduas, y siempre me miraba con simpatía. Sin embargo su cara, aquella mañana, distaba mucho de parecer amable…

  46. juanrio dice:

    Al contrario, su rostro era una máscara de odio que parecía querer devorar al pobre librero. Este trataba de apaciguarla con gesto sereno pero ella parecía incapaz de calmarse. Apartando de un empujón a Jakob se dirigió a la puerta, con lo que sólo me quedó la opción de ocultarme en el zaguán vecino. El salió tras ella y a su espalda la llamó quedamente –Anna—pero la señora Gluck apretó el paso y no volvió la vista atrás.

    Girando sobre sus pasos, Jakob, regreso al interior de su tienda, levantó la cortina de la puerta y le dio la vuelta al cartel de cerrado. Tras esperar unos segundos entré y me dirigí al mostrador tras el que se encontraba. Me miró distraídamente y me saludo con descuido.

    –Buenos días, Peter, ¿deseabas algo?

    Me quedé un poco aturdido y sólo acerté a decir….

  47. Germánico dice:

    Hum… Deberíais seguir con esto en el foro, creo.

  48. Clío dice:

    No, hombre, ahora que se animan a escribir un relato (fuera de concurso,claro!) esto es como las películas esas que se presentan fuera de los festivales… venga, venga, que me teneis en ascuas!

  49. juanrio dice:

    Si Javi fuera tan amable y nos trasladara al foro….Pero esto no es una exclusiva, puede animarse el que quiera ¿no, Pepe?

  50. Germánico dice:

    Ahora va el Pepe y dice que no, je, je…

  51. Ascanio dice:

    Pues yo lo dejaría aquí (es por meter el dedo en el ojo, para variar).

  52. juanrio dice:

    Claro, como la reseña que estamos enguarrinando no es tuya….Y en cuanto a lo de Pepe, no lo descarto….Así que hasta que no conteste no escribe nadie.

  53. pepe dice:

    No estoy seguro sobre cual es la pregunta ni qué debo contestar. Por supuesto que puede escribir cualquiera en el relato. Se trata de una performance que será más divertida cuanta más gente intervenga. La única condición es guardar una cierta coherencia con el hilo argumental desarrollado por los anteriores escritores. La aportación de Germánico, por tanto, aunque correcta formalmente, no se ajusta a este requisito y no puede ser aceptada como parte del relato. Por mi parte no tengo especial interés en seguir con el pequeño juego, ahora que se ha roto la magia, y mucho menos en el foro. Pido disculpas a Urogallo si le parece que hemos deslucido este hilo tan soviético: quizá tendría que haber titulado el relato EL LIBRERO DEL VOLGA, pero ya no lo vamos a cambiar.

  54. Clío dice:

    ¡Yo sigo en ascuas! ni caso! vosotros seguid, seguid!

  55. juanrio dice:

    Pepe, sigamos con la performance que yo también tengo curiosidad por ver hacia donde va esto….Si le damos un poquito de cuerda seguro que se anima alguien más.

  56. Akawi dice:

    Ahora que habeis hecho una pausa diré, que en el foro alguien intentó comenzar algo parecido pero no obtuvo buen resultado.

    A mí me parece que el sitio más adecuado es el foro, así no se alarga ninguna reseña que algunas tardan mucho en cargarse.

    Lo cierto es que lo que he leído me ha gustado y me encantaría saber cómo va a continuar el relato. Seguid, seguid.

  57. Ascanio dice:

    Ahora estamos en «Seda», Akawi.

  58. Urogallo dice:

    Y ojalá sea por mucho tiempo.

  59. Clío dice:

    Que poco hospitalario eres Uro!

  60. Titadyn dice:

    Enhorabuena Uro. ¿Que diría Paul Jonsson de este libro?

  61. Germánico dice:

    Buena pregunta, pero te has comido una «h» y te sobra una «s», me temo… Pero buena pregunta…

  62. Titadyn dice:

    Oh no!, Yo he escrito Jonsson tal y como cierta escuela de pensamiento (urológica mayormente) suele escribirlo.

  63. Urogallo dice:

    ¡ Eh pérfidos, que siempre lo copio de la wikipedia para escribirlo bien !.

    Pués creo que no terminaría de gustarle. No le da la atención a los pequeños detalles y a las motivaciones morales que tanto le gustan a Paul, pero no obstante es un muy buen libro con mucho material, y sobre todo una visión «soviética» poco habitual en nuestras latitudes.

    A Jhonsson lo que le gustaría, fiel a la tradición inglesa, sería leer directamente las memorias de la época.

  64. Titadyn dice:

    Ayer acabé de leer «A puerta cerrada» de Laurence Rees, básicamente una historia de las relaciones diplomáticas (presiones, vasallajes y repartos) entre Stalin, Churchill y Rooseevelt desde 1941. El libro gravita decisivamente sobre la figura de Stalin. Ciertamente, y a pesar de no ser lego en estos temas, el libro me ha dejado horrorizado, hay personajes que cuanto más profundizas en ellos más horror y desconsuelo producen.

    ¡Pregunten a los pobres polacos!

  65. Urogallo dice:

    Stalin disponía de una larga experiencia en las cuestiones internacionales, no se puede negar, y eso jugó a su favor. En definitiva, de los tres grandes líderes aliados de la SGM, y con toda su paranoia, era el único que reconocía el mundo real que emergería del conflicto. Rooselvelt, como todos los presidentes norteamericanos anteriores a Truman, no entendía nada del «MUNDO» en maýusculas. Churchill no tenía poder, pero además interpretaba la realidad en términos de Imperio y poder colonial.

    Solo Stalin comprendía de verdad lo mucho que habían cambiado las cosas, y hasta que punto podía aprovecharse un líder como él de la nueva situación.

  66. Rodrigo dice:

    Lo que dices de Roosevelt parece la caracterización del presidente estadounidense promedio, antes y después de Truman (incluyendo a éste, por supuesto).

    A propósito, bandido: tengo en mis no tan sarmentosas manos el libro de Zubok.

  67. Urogallo dice:

    Ahhhh, pérfido. Ya verás como te gusta. Rusia volverá a su sueño milenario de bañarse en mares de aguas cálidas…

    En este libro se hace un juicio muy revelador de L.B.Jhonsson: «Los extranjeros no se parecen a la gente con la que suelo tratar». Vamos, que el buen hombre recnocía su absoluto desconocimiento del mundo fuera de EEUU.

    J.F.K y Nixon eran grandes expertos en cuestiones internacionales. Ike había bombardeado muchos países extranjeros, y Reagan más o menos se apañaba.

    Pero sí, la verdad es que el resto mantuvieron intacta su ignorancia sobre el mundo exterior. Supongo que los mismo que los líderes soviéticos que no habían viajado nunca fuera de su país antes de convertirse en líderes.

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